Paulina Gamus 26 de abril de 2022
El
diccionario de la Real Academia ofrece varias definiciones de la palabra himno,
algunas de ellas están relacionadas con aspectos religiosos. La que se adapta
más directamente con nuestro concepto general de himno, es: «Composición
musical emblemática de una colectividad que la identifica y que une entre si a
quienes la interpretan».
Los venezolanos padecemos una especie de himnitis aguda, no existe profesión, entidad, colegio, liceo, que no tenga un himno. Aún recuerdo, después de más 70 años, el himno de mi inolvidable e irrepetible escuela, la Experimental Venezuela: «Venezuela tus clarines, tus arados Venezuela, la pupila de tus lagos, la esmeralda de tus selvas. El regazo del Caribe, las palomas de tus velas, para aquellos que te quieren, son tus hijos Venezuela….» Hermoso sin duda y cantado por los niños en cada acto escolar, mucho más.
Uno de
los himnos que más me emociona al oírlo es el de Francia, La
marsellesa. Si alguien quisiera adaptarlo a las actuales normas de lo
políticamente correcto y de respeto a los derechos humanos, sin duda eliminaría
la estrofa que dice: «A las armas ciudadanos, formen vuestros
batallones, que una sangre impura riegue nuestros campos». El himno
ruso según tengo entendido, es el mismo de la Unión Soviética. Resulta curioso
que nadie, es decir Putin, haya procurado cambiarlo, quizá porque tiene una
estrofa muy reveladora: «la eterna unión de los pueblos hermanos».
¿Ucrania, por ejemplo?. España tiene un himno sin letra, no podía ser de otra
manera en un país que aparte de una nacionalidad, tiene varias
varias subnacionalidades. Esto sin pretender ofender a ninguna de ellas.
Los
himnos nacionales son parte de la tradición de un país. El himno de los Estados
Unidos de Norteamérica, tiene unos agudos que hacen muy difícil su
interpretación. Hace años hubo un movimiento para cambiarlo
por God Save America, una suerte de himno sentimental de los
ciudadanos de ese país, pero no prosperó precisamente por respeto a la
tradición.
Así
llegamos a nuestro himno nacional Gloria al bravo pueblo”.
Siempre me llamó la atención una estrofa que me parecía incomprensible: » A
este santo nombre tembló de pavor, el vil egoísmo que otra vez triunfó». Fue
declarado himno nacional de Venezuela por el presidente Guzmán Blanco en
1881 y tuvieron que pasar 118 años para entender lo profético o vidente que fue
Vicente Salias al escribir su letra.
Sirva
la introducción para llegar al reciente cambio no solo del himno sino de todos
los símbolos que identificaron durante 400 a la ciudad de Caracas. El
escudo con el león de Santiago fue sustituido por uno donde aparecen la imagen
de Guaicaipuro, la del Negro Primero y en el mismo orden de importancia,
la del Libertador Simón Bolívar.
Tuve
la curiosidad de indagar quién fue el autor del despropósito y se trata de un
artista plástico llamado Omar Cruz quien fue condecorado el 10 de mayo de 2021
por el Concejo Municipal del Municipio Bolivariano Libertador (es decir
Caracas) y declarado además algo tan cursi como comprometedor: «Patrimonio
cultural viviente de la ciudad de Caracas».
La
bandera también cambiada, por más explicaciones que se ofrezcan para
describirla y sin detenerse en los colores, tiene a simple vista una cierta
similitud con la bandera cubana. En cuanto al himno que es el meollo de
esta nota, diré que fui concejal de Caracas entre 1974 y 1979. No
teníamos un himno y me alegro, no imagino a mis colegas de entonces
entonándolo. Fue en 1984 que un jurado integrado por Jesús Ignacio Pérez
Perazo, Lucas Guillermo Castillo, Álvaro Páez Pumar y José Antonio Abreu ,
aprobó el himno de Caracas con letra de Chelique Sarabia y música de Tiero
Pezzzuti de Matteis. En la metodología para aprobar ese himno ya
desplazado, está la diferencia.
El
nuevo himno se llama Caracas vencerá, no sabemos cuándo, cómo, ni a
quiénes. Una de sus estrofas más significativas es la tercera: «En Caracas 27
de febrero, nuestro pueblo a la calle se lanzó. Al pasado jamás regresaremos..
Pueblo cimarrón de resistencia…» El autor de la letra, Noel Márquez, narra de
dónde vino su inspiración. Además de recalcar la lucha contra el colonialismo y
el imperialismo, habla de algo más novedoso: «Allí cobra máxima significación
la rebelión del 27 de febrero de 1989 contra políticas neoliberales
impuestas por intereses foráneos y complicidad de aliados internos».
Hasta
en un himno que se supone es de todos los caraqueños, el oficialismo procura
transformar la ola de saqueos ocurrida en el trágico evento conocido como el
«Caracazo», en una gesta heroica. Quienes han saqueado al país durante 22 años
no pueden menos que elogiar a quienes participaron de esa orgía de robo,
destrucción y muerte.
Caracas
no necesita un himno, ninguno podrá superar el Canto a Caracas de
un dominicano de origen y caraqueño de corazón como Billo Frómeta: «Para
cantarte a ti mi Caracas puse al arpa todas las cuerdas de oro, para cantarte a
ti mi Caracas le he pedido al poeta que le ponga a mi verso toda su
inspiración. Y es que yo quiero tanto a mi Caracas…» Una canción sin
pretensiones de himno con la que todos los caraqueños podemos identificarnos
sin distinción de ideologías, como esa que elogia el saqueo.
Paulina
Gamus
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