Impacto Venezuela 15 de abril de 2022
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Como
respuesta a las dificultades para hacer el trámite del pasaporte, varios países
han adoptado medidas para facilitar el tránsito y la regularización de
venezolanos
A Juan
Carlos Malavé, de 32 años, le preocupa que su pasaporte está por vencer. Para
muchos, gestionar el documento de identidad no es más que un proceso
burocrático que toma un par de horas. Pero en Venezuela, se trata de un trámite
lento, costoso e incierto. Particularmente para quienes que, como Malavé, viven
en el exterior y pudieran terminar en un limbo.
«Ese es un miedo que tengo”, dice sobre la renovación de su pasaporte desde Hungría, donde trabaja como diseñador gráfico, reseña un reportaje de la agencia alemana DW.
Más de
seis millones de venezolanos han salido del país empujados por la crisis
humanitaria. Tener un documento de identidad válido internacionalmente se ha
convertido en una necesidad no solo para los que están afuera y requieren
regularizar su estatus, sino también para quienes planean emigrar.
Como
respuesta a las dificultades para hacer el trámite, varios países han adoptado
medidas para facilitar el tránsito y la regularización de venezolanos. Por
ejemplo, España admite la prórroga del pasaporte como documento válido;
mientras que Estados Unidos y Brasil permiten el ingreso con pasaporte vencido.
En un
limbo
En
2020, Malavé permaneció indocumentado durante tres meses y a la espera de que
el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime)
emitiera su identificación.
Al no
tener un documento vigente, su banco le desactivó la cuenta y su proveedor
telefónico suspendió el contrato. Su empleador también retuvo su salario
durante ese tiempo al no poder transferir el dinero, por lo que tuvo que
recurrir a sus ahorros.
«Yo
soy solamente una persona que quiere tener un trabajo, una vida. Estoy ahogado
y si no me llega mi pasaporte, no soy nadie”, le explicaba Malavé a los
funcionarios húngaros en busca de ayuda. «Nadie entendía cómo no podía tener mi
pasaporte».
Meses
después de la solicitud, recibió una prórroga: una estampilla con sus datos que
se adhiere al pasaporte vencido y que extiende su validez.
Malavé
ahora tiene una identificación húngara, por lo que está en una situación menos
vulnerable. Pero ahora no solo le preocupa el alto costo de tramitar un
pasaporte nuevo, que ronda los 200 dólares y está entre los más costosos del
mundo. También teme que se retrase el trámite y quede «encerrado en Hungría”.
Retrasos
y altos costos
Los
retrasos en la emisión de pasaportes datan, al menos, de 2017 según reportes de
la prensa local. Ese año, el gobierno venezolano comenzó a emitir prórrogas a
la vez que el entonces director del Saime, Juan Carlos Dugarte, explicó que la
medida tenía como propósito reciclar material y ahorrar gastos al Estado.
Entonces
era común encontrar largas filas en las oficinas del organismo en Caracas, con
gente esperando desde la madrugada y procedentes de otros estados del país.
«La
situación ha mejorado”, explica Mercedes de Freitas, directora de Transparencia
Venezuela, el capítulo venezolano de Transparencia Internacional. La
organización ha dado seguimiento a los retrasos en el Saime, así como también
adenuncias de corrupción que involucran al organismo.
«Es una
mejora incierta. No se sabe hasta cuándo va a funcionar”, comenta. «Para
solicitar las citas (por internet) hay que estar horas y horas o ingresar de
madrugada”.
En
2018, el Saime ancló los precios al petro, la criptomoneda que lanzó el
gobierno venezolano. Pero la medida también supuso un incremento que dejó el
documento fuera del alcance de muchos.
Incluso
con una prórroga, Malavé frecuentemente encuentra trabas cuando viaja o tiene
que hacer trámites en el exterior. «Siempre que voy a una oficina de migración
o a un banco, la gente queda extrañada al ver la hoja y tengo que explicarles
qué es”, dice.
Derechos
vulnerados
El
pasaporte de Loris venció en agosto del año pasado y, por meses, ha tratado de
renovarlo desde Israel. «Vivo acá desde hace 12 años, pero solo tengo pasaporte
venezolano. Estoy varada. Si quiero salir de aquí, no puedo”, dice.
Ahora
está a la espera de tramitar un permiso de salida para ir a la embajada de
Venezuela en Jordania, la más cercana, y resolver su situación.
Las
múltiples dificultades para la emisión del documento califican como
vulneraciones a los derechos de los venezolanos, asegura la docente
universitaria e integrante de la Red por los Derechos Humanos de los Niños,
Niñas y Adolescentes (Redhnna), Angeyeimar Gil.
«El
(alto) costo de un documento fundamental para identificarse como venezolano en
el exterior ya constituye una vulneración”, dice Gil, pues «el salario de la
gente no tiene ninguna relación” con el precio del documento.
Dos
tercios de los hogares venezolanos viven en condiciones de pobreza extrema y
cerca del 80% de la población no tiene ingresos suficientes para cubrir la
canasta de alimentos, revelan los resultados de una encuesta sobre condiciones
de vida elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello que busca dar
respuesta a la falta de datos oficiales.
«Tener
un pasaporte es obligatorio para migrar. Más que evitar que la gente se vaya,
esto hace que incurran en un gasto mayor”, explica Gil.
Y para
quienes no es posible asumir el gasto y migran, aumenta el estado de
vulnerabilidad en el exterior. «El derecho a la identidad es un derecho
bisagra: abre la puerta para acceder a otros derechos”, afirma la especialista.
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