Orlando Viera-Blanco 23 de febrero de 2023
@ovierablanco
« El
valor superior de las primarias no es electoral. Tampoco elegir un nuevo líder.
Su valor real es refundar la fe ciudadana, la confianza en la política, que es
fe en nosotros mismos. Es refundar el estado, otra visión de país »
El
poder y el derecho son las dos nociones fundamentales de la filosofía política
y de la filosofía jurídica. Por eso Giovanni Sartori y Norberto Bobbio son unos
de mis pensadores favoritos. En ambos se refunde el conocimiento de la política
y el derecho, el poder y la norma, balanceadamente.
Para un jurista es fundamental comprender la política y viceversa. Si el político se queda obnubilado en la exegesis normativa, le costará mucho llegar al poder. Su visión exégeta lo hace un simple “traductor” del deber, pero no del ser…Si un jurista se ancla en lo político llegará al poder, pero permanecerá poco en él. En la modernidad ni Maquiavelo ni Dante Alighieri, resuelven lo institucional, como salir del infierno, avec l’esperit que dans mes souvenirs [con el espíritu de mis recuerdos]. El espíritu de la ley es fundamental en el estado moderno liberal. Lo amoral se revierte.
Entonces
busquemos el justo medio entre el espíritu de la ley y
el espirito del poder. De lo contrario veremos el mundo como no es,
sin orden, pero sin sentimientos…
Participo
luego existo…
Nos
dice Bobbio: “Es verdad que el poder sin derecho es ciego y el derecho sin
poder queda vacío. Pero también es verdad que la teoría política no puede dejar
de tomar en consideración el poder nulo, independientemente de los llamados
principios de legitimidad, es decir, de las razones [normativas] que lo
transforman en un poder legítimo, así como la teoría jurídica no puede dejar de
tomar en consideración el sistema social en su conjunto, como una serie de
normas vinculadas según un cierto principio de orden [político],
independientemente del aparato de la fuerza predispuesto para su actuación.”
[BOBBIO, Norberto. Origen y fundamentos del poder político].
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El
Gobierno Interino [G.I] fue reconocido a causa el poder nulo que
significó la elección fraudulenta [2018]. Pero no basto “el abandono de
cargo” del 233 constitucional. Sin un acuerdo político no nacía el
interinato. Luego, motivos de orden político acabaron con el
G.I., contraviniendo el orden constitucional. Entonces justo concitar la norma
con la acción política, siendo la dificultad es mayor cuando se enfrenta a una
dictadura. Para salir de ese infierno-decíamos-hay que revisar algo más que las
notas de Montesquieu [y su espíritu de las leyes]; que Carnelutti,
Redenti o Piero Calamandrei.
La
participación en las elecciones primarias es una decisión política fundamental.
Una oportunidad democrática y ciudadana que compite con votos contra un régimen
que reprime con balas. Un evento ejemplar que en tiempos de dictadura luce tenaz,
pero es una posibilidad. Su legitimidad es menos jurídica que utilitaria y
política. Y en ese valor reposa el sentimiento ciudadano para
encarar una nueva batalla republicana.
Validar
la voluntad popular no depende de “unas maquinitas”. Depende del control
ciudadano. En eso consiste el verdadero acto primario: preparar y amalgamar las
fuerzas de cambio.
El
problema no es el sofá.
Con
razón voces autorizadas alertan la inconveniencia de elegir un candidato único
de oposición bajo el “control” y soporte técnico” del CNE. “En
dictadura no se vota”, dicen. Muy bien. Una lógica plausible en lo legal,
pero de patas cortas en lo político. Si queremos evitar que el régimen no meta
sus manos en la elección primaria opositora, la solución no es quitar
el sofá. Es participar organizada y masivamente.
La
política, el poder, los desafíos contra la tiranía [salvo
salidas violentas] demandan estrategias creativas y disciplinadas. Recordemos a
OTPOR [Resistencia], el movimiento juvenil que dio cuenta de Milosevic [Serbia],
en medio de los bombardeos de la OTAN…
A lo
largo de 23 años hemos logrado metas impensables con acciones ciudadanas que
quebraron el poder dominante. El 11A, la RR-2005, la reforma
constitucional 2007; las elecciones presidenciales [no cobradas 2013]; las
legislativas 2015, fueron eventos victoriosos de resistencia y vigilancia
cívica, que sorprendieron al régimen […] La historia de las transiciones de
dictaduras a democracias está llena de movimientos ciudadanos-organizados y
pacíficos-que doblegaron el poder del sable. Por su puesto el costo fue
elevado, pero el cambio fue inevitable.
La
transición política Uruguaya [Club de los Navales] y la Argentina de los 80; la
Chilena de los 90; la caída del muro de Berlín o del telón de acero, son
referentes de la razón política, de la convicción de liberación
contra el poder policial y criminal. Desde la ilustración la voluntad popular
logró partir la voluntad del monarca […] Venezuela también lo ha hecho. Posee
un linaje republicano indómito, suficiente rescatar la democracia. La misión no
es reivindicar la normasino el sentido de nación.
ES cierto
que el ejemplo de Cuba es frustrante. Mecanismos de control, adoctrinamiento y
terror [también instalados en Venezuela] han sometido a la población. Pero el
caso venezolano comporta un capital social y liberal ascendente gracias a 40
años de democracia que parió millones de megavatios de energía, kilómetros de
vialidad, miles de escuelas, liceos y universidades; agua potable, trabajo,
industria y modernidad.
Basta
repasar las lecturas de Venezuela, política y petróleo. Desde
el Protocolo Buchanan-Gómez a nuestros días, Venezuela ha sido un protectorado
petrolero, cierto. Pero también un país de campesinos convertidos en caballeros
urbanos, doctores, ingenieros, humanistas y educadores. Fue la
evolución en medio de la situación diría Betancourt, que diseminó una
palmaria actitud aspiracional […] Desde el pago de regalías a dólar por
hectárea, hasta la apertura petrolera y el zarpazo de Chávez, nuestra desgracia
ha sido el reparto y el rentismo. Y es hora de cambiar el modelo. EL
tema no es normativo. No es el CNE. No es el sofá. El reto es un nuevo pacto
social donde el ser es el deber. No el estado.
Del
Gendarme innesaria al tío simón.
Si
algo sembró el petróleo en Venezuela, fue una sana conciencia de avidez. Sana
porque amén de las carencias, también hubo ascenso social. De un
humilde ordeñador “bajo tonadas de luna llena” a un tío Simón, con todo el
referencial cultural e identitario que supone nuestro querido cultor. El sentimiento se
hizo norma [no al revés]. Estuvo [el ser venezolano]
en el V plan de la nación, la masificación educativa, las empresas básicas o
PDVSA. En los talantes de hombres como Juan Pablo Pérez Alfonzo [el profeta
olvidado, fundador de la OPEP y la CVP], Gumersindo Rodríguez, Leopoldo
Sucre o Rafael Alfonzo Ravard [Militar, Ingeniero de MIT y Harvard, promotor de
Ciudad Guayana, Macagua I]. En Arístides Calvani, Carlos Villanueva, José
González Lander o José Antonio Abreu. En obras como la CVG, PDVSA,
el GURI, la Ciudad Universitaria, El Silencio, El Metro; EL IFEDEC; la beca Gran
Mariscal o el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles
Estamos
cambiando…
El
valor superior de las primarias no es electoral. Tampoco es elegir “un nuevo
líder”. Su valor real es refundar la fe ciudadana, la confianza en la
política, que es la fe en nosotros mismos. Es refundar el estado y otra visión
de país. Es el relanzamiento de un nuevo orden asistido de un nuevo valor
cultural, que es el yo siendo, creando, produciendo,
participando.
Pongan
las máquinas que quieran. El voto será contado por la gestión ciudadana. Por su
puesto que la diáspora debe participar y votar. Lo lograremos activando la
autogestión. Ese es el verdadero barniz legitimador.
Celebro
el discurso emotivo, serio e institucional del Dr. Jesús María Casal. “Las
primarias son un proceso esencialmente ciudadano que rinde cuenta a quienes
participan como candidatos y a la sociedad civil”. Una narrativa de alto
calibre político, profesada por un eminente jurista. Ese es el justo medio.
Concluye
Sartori: “Hemos llegado a ser demasiado normativos e incluso demasiado
emotivos […] Demasiado normativos no sólo en el sentido que el ‘deber ser’
suplanta demasiado al ser, al mundo como es; sino también en el sentido que
perseguimos objetivos sin instrumentos, sin saber “cómo” […] Y demasiado emotivos
en el sentido de que el sentir trastorna la ‘ratio’.
Hoy “el
cómo” es la razón política que guía al ser y sus sentimientos. La razón que
no se trastorna ni se detiene por la lógica jurídica. Poder que se hace
derecho, derecho que alumbra libertad.
Y saldremos
del infierno avec l’esperit que dans mes souvenirs
[con el espíritu de mis recuerdos], que es luchar por mí, por mis hijos,
por la refundación del sentido de nación.
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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