ABC 25 de marzo de 2024
Resulta
escalofriante e irresponsable el inmovilismo de la UE, y dentro de ésta, del
Gobierno español ante las trampas que utiliza el régimen de Maduro para
mantenerse en el poder
Los días corren hacia el 28 de julio, fecha señalada para las elecciones presidenciales en Venezuela, y las irregularidades cometidas por el régimen de Nicolás Maduro se siguen acumulando ante la inacción de los demócratas del mundo. Se sabía que los actuales gobernantes intentarían neutralizar la candidatura de María Corina Machado, una ingeniera de 56 años que debe su popularidad a la consistencia que ha mostrado estos años en la tarea de oposición a la dictadura bolivariana, incluso a riesgo de su propia vida. Pero dado que en los acuerdos de Barbados se incluyó un punto en el que las partes se comprometieron a respetar el derecho de cada actor político a seleccionar sus candidatos, la oposición creyó que podría presentar a Machado que, pese a estar inhabilitada por quince años por una decisión administrativa, recibió el 95 por ciento de los votos en las primarias opositoras. La presión sobre Machado por parte de las instituciones títeres de la dictadura ha sido enorme en los últimos días. Varios de sus colaboradores han sido detenidos y otros han tenido que refugiarse en embajadas.
Hoy se
cumple el plazo para inscribir candidaturas y Machado, pese a ser consciente de
que es objeto de una injusticia, ha tomado una decisión de alto riesgo: avalar
la candidatura de otra persona en su lugar para no dejar a la Plataforma
Unitaria sin candidata. En este caso se trata de Corina Yoris, una académica
octogenaria, especialista en historia y filosofía, que formó parte de la comisión
nacional de primarias, un órgano que contribuyó a cuajar la unidad opositora en
2023. No es la primera vez que Machado recurre a una estratagema parecida. Ya
lo hizo en 2014, durante su primera inhabilitación, cuando era candidata a la
Asamblea Nacional. Al cierre de esta edición, sin embargo, Yoris tampoco había
podido formalizar su candidatura.
Desde
que los suscribió en octubre en la capital de Barbados, el régimen de Maduro no
ha hecho más que boicotear los acuerdos alcanzados entre su Gobierno y la
Plataforma Unitaria con los auspicios de Noruega, Rusia, Países Bajos,
Colombia, México y EE.UU. A cambio de la promesa de un proceso electoral
limpio, Biden suspendió una serie de sanciones que han terminado dando oxígeno
al régimen. Incluso liberó a Alex
Saab, testaferro del régimen, encarcelado en Miami. El Consejo Electoral,
la Contraloría General y el Tribunal Supremo son meras extensiones del poder de
Maduro, dedicados a encontrar subterfugios para anular a cualquier competidor
con posibilidades, tal como hizo Putin en las elecciones rusas o como hizo
Ortega en Nicaragua.
Las
quejas de organismos como el Comisionado de la ONU para los DD.HH. no han
intimidado al régimen. Al contrario, hace un mes expulsó del país a todos los
trabajadores de esta oficina internacional al tiempo que encarcelaba a varias
activistas. Simultáneamente, Maduro se empeña en mantener la presión sobre el
territorio de Esequibo, controlado por la vecina Guyana. Esta semana se ha
aprobado una ley que prevé su anexión. La arbitrariedad y la falta de
escrúpulos de la dictadura chavista ya no sorprende a nadie, pero resulta
inquietante el inmovilismo de la UE, y dentro de ésta, del Gobierno español,
que no ha querido expresar su preocupación precisamente cuando el caso Koldo ha
descubierto que los vínculos entre el madurismo y el Ejecutivo de Sánchez son
tan profundos como se pensaba. Que Zapatero, entregado desde hace años a
Maduro, haya alabado «la limpieza» del tinglado electoral montado por el
régimen confirma los peores pronósticos para la libertad en Venezuela.
Tomado
de: https://www.lapatilla.com/2024/03/25/editorial-abc-espana-venezuela-silencio-complice/
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