Moisés Naím 19 de marzo de 2024
@MoisesNaim
Se
llama Leonard Glenn Francis, pero todos lo llaman Fat Leonard. Su empresa,
Glenn Defense Marine Asia, lo hizo muy rico. Su negocio era aprovisionar —con
alimentos, combustible, etcétera— a los buques de guerra estadounidenses en los
puertos de Asia. Fat Leonard se hizo buen amigo de los almirantes y capitanes
norteamericanos que asistían a sus fiestas. Era un generoso anfitrión y se
sabía que su ya enorme fortuna seguía creciendo.
Fat Leonard, a pesar de ser de Malasia, logró su fortuna hilvanando una extensa red de corrupción dentro de la marina estadounidense, sobornando a altos oficiales navales con dinero, viajes, comidas y prostitutas. Alex Saab también tuvo éxito. Según el gobierno de EE.UU., Saab sacó ilícitamente cerca de 350 millones de dólares manipulando el sistema cambiario venezolano. Este es tan solo uno de los casos documentados por la justicia estadounidense.
Y
siguen las sorpresas: Después de una serie de disparatados enredos, ambos
quedan bajo el control del gobierno adversario.
Alex
Saab, acusado de actuar como testaferro de Maduro, terminó preso en los Estados
Unidos luego de ser arrestado en Cabo Verde, en África. Allí hizo escala su jet
privado para reabastecerse de gasolina y continuar su vuelo desde Irán a
Venezuela. Nunca llegó.
El
gobierno estadounidense le había solicitado al gobierno de Cabo Verde cooperar
en la captura y extradición a EE.UU. de Saab para obtener información acerca
del destino de las inmensas fortunas que se evaporaron en la Venezuela
Bolivariana. Cabo Verde se convirtió así en el escenario de una inverosímil
contienda diplomática entre Venezuela y Estados Unidos. Saab terminó en una
cárcel norteamericana, pero aparentemente sabía cosas demasiado importantes
para Maduro porque el gobierno venezolano hizo de su liberación su más
importante prioridad internacional.
Fat
Leonard fue enjuiciado en Estados Unidos y estaba bajo arresto domiciliario en
San Diego, California, esperando el inicio de su pena de cárcel. Un juez había
acordado que así fuera siempre que su casa fuese resguardada por un equipo de
seguridad que pagaría Fat Leonard. Aun así, se fugó y fue a parar a Caracas.
Nicolás Maduro y los suyos entendieron lo útil que les podía resultar tener a
Fat Leonard en Venezuela. Y lo encarcelaron.
Así es
como se dio el peculiar paralelismo: EE.UU. tenía en su poder a uno de los más
notorios operadores financieros de Maduro y este, a su vez, tenía preso a uno
de los grandes corruptores del gobierno americano. Pero hasta ahí llega el
paralelismo, porque los EE.UU. querían a Fat Leonard para encarcelarlo,
mientras que Venezuela quería a Alex Saab para liberarlo.
No se
sabe por qué Saab le importa tanto a Maduro. Pero a juzgar por inusitados
esfuerzos que se dedicaron para liberarlo, los secretos que le guarda Saab a
Maduro y al resto del entorno presidencial deben ser muy importantes.
Al
final, los destinos de los dos personajes se cruzaron en el contexto de una
negociación diplomática en Barbados, a través de la cual la comunidad
internacional soñó, en vano, con resucitar la democracia venezolana. Se abrió
un proceso que debía llevar a una elección presidencial democrática previo a un
“intercambio de prisioneros”. Fat Leonard a cambio de Alex Saab (y algunos
otros rehenes) era la condición que haría viable el resto del acuerdo. Y, lo
más importante, era la promesa de Maduro y los suyos de permitir que se llevara
a cabo una elección presidencial libre, justa y legítima.
No fue
así. Poco antes de la Navidad del año pasado, se dio el canje de prisioneros.
Acto seguido, el gobierno de Maduro incumplió su promesa. Maduro se declaró
candidato y María Corina Machado, la dirigente política más popular del país,
siguió inhabilitada.
Una
vez más, Maduro y sus asesores cubanos dejaron en ridículo a los diplomáticos
del Departamento de Estado, de la Casa Blanca y los agentes de inteligencia de
Washington. El acuerdo de Barbados fracasó. Quedará en la historia como un
detalle que le valió muchos años de cárcel en Estados Unidos a Leonard Glenn
Francis, y muchos años de libertad a Alex Saab.
Moisés
Naím
@MoisesNaim
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