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domingo, 11 de agosto de 2019

El Papa, la Iglesia y Venezuela, por @rafluciani




Rafael Luciani 10 de agosto de 2019

@rafluciani

El oficialismo busca siempre la destrucción de las instancias que puedan impulsar cambios. La relación entre el Papa, la Iglesia venezolana y el pueblo es una de ellas. El modo de quebrarla es dañando su credibilidad. Para ello, ha forjado la falsa idea de un Papa que representa a la izquierda y unos obispos que defienden a la derecha. Hay que ser desconocedor del funcionamiento jerárquico de la institución eclesiástica o haber caído en la lógica del gobierno, para decir que el Papa apoya a Maduro.

Son varias las denuncias que el Papa ha hecho. El 10 Abril del 2014 dijo: «anhelo vivamente que cesen cuanto antes las violencias y hostilidades y que los responsables políticos e institucionales no escatimen esfuerzos para favorecer la reconciliación en el respeto de la verdad y de la justicia». El 1 de Marzo de 2015 denunció al mundo la muerte de Kluivert Roa, asesinado de un tiro por un oficial de la Policía Bolivariana. Dijo: «rezo por las víctimas, en particular por el joven asesinado en San Cristobal». En Octubre del 2016 respondió a la petición de facilitación que le hiciera la MUD para participar en una mesa de diálogo. Pero fueron sus palabras del 30 de Abril las que han causado una serie de reacciones llenas de insultos, al mejor estilo del chavismo y castro-comunismo político.

¿A qué se refería el Papa? El Papa no estaba llamando a un nuevo diálogo, sino analizando el pasado. Dijo: «hubo una intervención de la Santa Sede y la cosa no resultó. No resultó porque no…, las propuestas no eran aceptadas, o se diluían, o era un “sí, sí” pero “no, no”». Esta última expresión, «sí, sí, pero no, no», se refería precisamente a los insultos que emitió el gobierno al Vaticano cuando el Papa, a través de su secretario de Estado, envió el 2 de Diciembre, una carta con cuatro condiciones: elecciones, restitución de la Asamblea, apertura del canal humanitario y liberación de los presos políticos. Ante el incumplimiento del gobierno a estas exigencias del Estado Vaticano, la MUD se retiró: «al no estar satisfechas las demandas que la Santa Sede consideraba indispensables consideramos que no existen condiciones para restituir un diálogo». Gracias a la facilitación del Papa quedó en evidencia la intención del gobierno y se generó una mayor conciencia internacional.

Tal fue el efecto internacional logrado por el Papa, que el gobierno no tardó en buscar formas de dividir y dijo que la carta no era del Papa sino de Parolin: «el Papa no ha mandado ninguna carta, quien mandó una carta fue el señor Pietro Parolin». Para quienes no conocen la estructura del Vaticano la Secretaria de Estado no puede emitir nada a título personal. Es un organismo que expresa la posición oficial del Estado Vaticano regido por el Sumo Pontífice. Estas «condiciones claras» fueron a las que se sumaron Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, Paraguay y Uruguay, luego de la reunión del Papa con la canciller argentina. A pesar de que el Tratado de Letrán obliga a la Santa Sede a mantenerse alejada de los conflictos temporales, el Papa no ha querido dejar de denunciar lo que vivimos.

El Domingo 30 de Abril el Papa denunció al mundo —en su mensaje Urbi et Orbe— «la situación en Venezuela, con numerosos muertos, heridos y detenidos», abogó por los «Derechos Humanos» e instó a «soluciones negociadas a la grave crisis humanitaria, social, política y económica que golpea a la población». El Papa siempre ha sido coherente. Quien gana en este intento soez por desprestigiarlo es el gobierno.

Rafael Luciani
Doctor en Teología
@rafluciani

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