Luis Manuel Esculpi 06 de agosto de 2019
@lmesculpi
Se
levantan voces alteradas que reclaman. La desesperación es una reacción
comprensible. Las expectativas crecientes habían derrotado el escepticismo y la
desesperanza reinante. Hace seis meses, si un poco más de seis meses
experimentamos el renacer de la esperanza. Se despejó el panorama desalentador
del último semestre del año anterior. Cuando se plantea la interrogante ¿Qué
hemos logrado en este tiempo? Se olvida consciente o inconscientemente de dónde
venimos y se minimizan los logros alcanzados.
Es
obvio que no todo es el fruto de la acción de estos ciento ochenta días, el
respaldo de la comunidad internacional, es el resultado del trabajo desplegado
desde hace años, la realización de una inmensa labor de información y denuncia
de la caracterización del régimen, gobiernos de distintos países que
consideraban como elemento esencial para su definición (hasta principios del
año pasado) la legitimidad de origen, sin tomar muy en cuenta las
características de su desempeño, ha venido progresivamente cambiando de
opinión.
Esas
dudas han sido suficientemente despejadas, hasta el punto que sectores
importantes de la izquierda democrática, han comenzado a marcar significativa
distancia de Maduro y compañía, tal como se evidenció con las significativas
ausencias en la reunión de Foro de Sao Paulo efectuado recientemente en
Caracas.
El
entusiasta respaldo alcanzado por la política adelantada desde la Asamblea
Nacional por el Presidente Juan Guaido en este período ha superado todos los
pronósticos, a pesar de todos los obstáculos, dificultades y percances se
mantiene en altísimos niveles de aceptación, como se observa en las exitosas
giras por diferentes regiones, así como lo demuestran todas las encuestas
realizadas recientemente.
Una
falsa percepción de la realidad ha conducido a los laboratorios allegados a
Nicolás, y a otros de presuntos opositores a arreciar una campaña negativa e
injusta, abierta o solapada, contra Guaido y la Asamblea Nacional ,
pretendiendo socavar sus bases de apoyo, bajo el argumento de haber dejado
transcurrir mucho tiempo sin mayores logros.
Repetimos
hasta el cansancio la frase ” los tiempos políticos no se compaginan con los
tiempos de las necesidades sociales”; esa es una dura y lamentable realidad, de
allí nuestra comprensión de la angustia de la mayoría por las penalidades que
se sufre para la existencia del día a día.
La
conducción política debe actuar en la dirección de acortar las distancias entre
los tiempos, cuando Maduro habla de un diálogo que pueda durar meses o años
para resolver los problemas del país, lo hace con la intención de incidir
negativamente en la visión de urgencia que tiene la mayoría, a la vez de
estimular las divergencias en el campo de las fuerzas que le adversan. Lastimosamente
hay en este territorio sectores que parecieran creerle más a Nicolás que a lo
dirigentes de las organizaciones democráticas.
El
discurso de Maduro está en abierta contradicción con la posición sostenida por
el gobierno de Noruega, que constantemente refrenda en sus comunicado el
carácter “continuo y expedito” de las negociaciones. El hecho de haber
transcurrido unas cuantas semanas desde el inicio formal de ese proceso no nos
lleva a concluir en que marcha muy lentamente, ellos no se desarrollan
instantánea ni súbitamente, pero la afirmación de los noruegos nos permite
pensar que de llegar a un acuerdo sería en un lapso relativamente breve, en
ningún caso demoraría el tiempo de otras negociaciones conocidas. La comunidad
internacional, especialmente los países vecinos y los que aquí vivimos tenemos
plena conciencia de lo insoportable de la situación y a medida que avanzan los
días tiende a agudizarse. Por ello la búsqueda de una salida democrática,
constitucional y pacífica a la grave crisis que confrontamos es una verdadera
necesidad urgente e inaplazable.
Luís
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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