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sábado, 6 de abril de 2013

En peligro de extinción



SIMÓN GARCÍA JUEVES, 14 DE MARZO DE 2013

En abril tendremos una decisión colectiva acerca del país. No escogeremos sólo por un nombre, entre otras peculiaridades porque el candidato oficialista nominalmente es un vacío. El lleno es la figura tras la que se esconde, usando con ímpetu pre-republicano al presidente Chávez como señuelo atrapa-votos. Los pragmáticos son corazón de hojalata. 

El diseño religioso de la precampaña, las transgresiones continuadas a la Constitución Nacional y un ventajismo de Estado que no tiene límites son palancas poderosas para exhibir a la copia como favorito. 

Seguros del tiro al piso, aceleran el tránsito de un gobierno autoritario a uno totalitario. Los síntomas de esa ruta al abismo están a la vista. Se pueden desgranar al menos tres indicios. 

El primero es el culto a la personalidad que se teje en torno a Maduro bajo la apariencia de una glorificación a Chávez, igual como lo hizo Stalin a la muerte de Lenin en Rusia. Cultos más perniciosos en cuanto justifican a un sustituto que no calza los puntos. 

El segundo es la consolidación descarada del proceso de pérdida de la autonomía de los poderes públicos marcada por el fin de la Fuerza Armada como institución al servicio de la nación, ahora enganchada a un partido como perol que se suena para amenazar al pueblo desarmado. Si la misión de un militar venezolano es darle en la madre a un candidato a la Presidencia es porque la República está en peligro de extinción. 

El tercero es el enquistamiento popular de un guión y una ideología oficial del Estado cuya finalidad es sustituir la verdad por el engaño y convertir la mentira en el oxígeno de un régimen más férreo de dominación porque su inconstitucional dirección cívico-militar es simbólica y políticamente más débil que el líder fallecido. Esa instancia espúrea que ya sustituye al Consejo de Ministros es el poder secreto detrás del trono. 

El asunto es grave. Se pretende instaurar un país con dos sociedades: la dependiente del Estado, apoyada por una pobrecía que ha recibido la más cuantiosa transferencia de gasto público de toda nuestra historia y por una boliburguesía con record continental de corrupción. Y una segunda sociedad, excluida de sus derechos, hostigada, insultada como agente de la burguesía aunque los bienes sumados de más de la mitad de ella probablemente no alcancen los bienes adquiridos afuera y los depósitos en dólares de la súper élite que ha chupado durante catorce años los ingresos públicos. 

Capriles es la esperanza. 

Ha irrumpido no como un pequeño David sino como un símbolo de Fuenteovejuna, líder visible de la sociedad invisible y sin voz. 

Ha dirigido su ataque a su verdadero competidor y planteado nuevos términos de confrontación. El más importante de ellos es la exposición de la verdad contra la mentira, porque vuelve a unir la política con la ética. 

Abre el avance hacia un nuevo modo de vida y a futuros donde podamos estar unidos y pensar distinto. En realidad, hacia un país mejor que el actual. 

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