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martes, 2 de abril de 2013

Operación remolque


Escrito por Fernando Luis Egaña Lunes, 01 de Abril de 2013

En nombre del comando de campaña de Capriles Radonski, el diputado Alfonso Marquina ha hecho una denuncia pertinente: la del operativo político-militar en marcha para remolcar a electores a fin de que voten por el oficialismo. La llamada “operación remolque” en la jerga comicial venezolana. 

El tema, desde luego, no es nuevo. En las pasadas elecciones presidenciales esa misma operación remolque funcionó con gran agresividad. Y en las antepasadas elecciones presidenciales, también. Así como en otros comicios y referendos. Y es que la articulación de la Fuerza Armada con los operativos proselitistas de la “revolución bolivarista” antes, durante y después de las fechas comiciales, es una realidad avasallante y, repito, desde hace muchos años.

En todo caso, es conveniente la denuncia de Marquina aunque también sea insuficiente. Y lo es porque la gran operación remolque no se limita al traslado manu-militari de los electores. No. Es mucho más abarcadora. Y de hecho, el remolque electoral es sólo una de sus dimensiones. Por eso el asunto amerita ser considerado con más amplitud.

En verdad, el régimen imperante es un proyecto de dominación o de remolque político-social, en el cual participan todos los “poderes” del Estado, comenzando por la FAN, y para el cual no se escatima ningún recurso disponible, sea presupuestario, jurídico, comunicacional o sancionatorio. En ese sentido, toda la “revolución bolivarista” es una operación remolque para someter a la nación venezolana.

Y volviendo al aspecto electoral, el remolque no sólo se verifica el domingo de las elecciones, ya que todo el proceso está configurado para que haya una campaña hegemónica o el denominado ventajismo, cuya finalidad es el condicionamiento ilegítimo de los resultados. Y cómo será la cosa en esta ocasión, que el propio Vicente Díaz está haciendo señalamientos de extrema gravedad.

La partisanía roja del CNE con todas sus consecuencias en materia de parcialidad, inequidad, discriminación y lógica ausencia de transparencia y confiabilidad, es un remolque del “poder electoral” a favor de los intereses continuistas del oficialismo. Y esa remolcada no es de ahora sino que la consolidó Jorge Rodríguez hace una década.

El más radical de nuestros viejos y honorables comunistas, Domingo Alberto Rangel, se cansó de denunciar la esclavitud clientelar que el régimen de Chávez estaba promoviendo en el país. Así con esas letras. ¿Puede haber una mayor operación remolque que ésa?

De allí que la denuncia del diputado Marquina sea un paso en la dirección correcta. Pero sólo un paso. Y entonces sería oportuno que el alerta sobre el remolque rojo-verde-oliva previsto para el 14-A, nos lleve de inmediato a formar conciencia sobre los otros remolques que se llevan a cabo, a veces sin que la crítica democrática se ocupe de ellos.

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