José Toro Hardy 31
de enero de 2014
pepetoroh@gmail.com
@josé torohardy
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Se avecina una marejada de dinero inorgánico y un tsunami
inflacionario
Con un poco de asombro escuché la
intervención del ciudadano Presidente de la República. La carga ideológica de
aquellas palabras, llenas de citas y de contradicciones, fue impresionante. Sus
alabanzas a Boves resultan inéditas en un mensaje presidencial y menos aún
planteadas en un contexto donde simultáneamente pretendía exaltar a Bolívar.
Ambos fueron enemigos a muerte. Se puede ser bolivariano o se puede preferir a
Boves. Lo que no se puede es rendirles culto a ambas figuras.
Pero dejando a un lado su
interpretación de la historia, manifestó muy poco conocimiento de la misma, así
como de las innumerables citas introducidas para disimular su poco manejo del
tema.
Pero vayamos al tema de fondo:
Sabemos que tenemos un déficit fiscal
que supera el 15% de PIB (uno de los más altos del mundo), que tenemos una
inflación del 56,2% (la más alta del mundo), que la producción petrolera se
viene abajo y que resultan indispensables nuevas inversiones para reactivarla,
que las reservas internacionales en poder del BCV han experimentado una de sus
mayores caídas históricas, que el subsidio a la gasolina -según dice el
presidente de Pdvsa- le cuesta al país unos 12.500 millones de dólares al año,
que estamos importando desde EEUU más de 86.000 barriles diarios de
hidrocarburos, que Pdvsa está asfixiada porque sus costos crecen más rápido que
la inflación y porque tiene que suministrar petróleo a pérdida a otras naciones
para cumplir con los compromisos políticos, que la escasez de alimentos y
medicinas agobia a los consumidores y que el sector industrial, carente de
dólares, no puede importar los bienes intermedios que requiere para reactivar el
alicaído aparato productivo, que la deuda externa e interna de Venezuela ha
crecido de tal forma que se le ha cerrado el crédito al país, que según anunció
del propio Jesse Chacón, resulta indispensable un aumento de las tarifas
eléctricas subsidiadas en más de un 70%, para poder resolver los problemas de
suministro eléctrico en los próximos dos años (no 100 días como había
garantizado), que Cadivi tiene una mora de 9.000 millones de dólares en la
entrega de divisas ya aprobadas (50% de las reservas totales), que a las líneas
aéreas internacionales se les adeuda más de 2.600 millones de dólares y al
sector farmacéutico más de 600 millones, que los conflictos laborales
desbordaron al Estado. En fin, para no hacerlo muy largo, son tantos y de tal
magnitud los problemas de esta enfermedad económica causada por el populismo
desenfrenado de nuestros gobernantes que todos estábamos ansiosos por escuchar
cómo se las iban a arreglar.
Me vino a la mente que para enfrentar
este tifón que amenaza con hundir a Venezuela, el Presidente se sacaría de la
manga una versión socialista de un Miguel Rodríguez, quien anunciaría algunas
fórmulas audaces para salvar al país. Pero no, Miguel Rodríguez tenía una clara
visión macroeconómica y profundos conocimientos, en tanto que esta gente sólo
entiende de populismo.
Increíble: Lo que anunció el
Presidente es que el tipo de cambio se mantendrá todo el año a Bs 6,30/$, lo
cual por lo pronto condena a Pdvsa a una rápida agonía. Bajo esas condiciones
ninguna de las inversiones petroleras negociadas podrá materializarse y, si a
ver vamos, ninguna otra inversión de ningún tipo en el país.
Anunció que a ese mismo tipo de cambio
se seguirán adquiriendo alimentos y medicinas, a pesar de que en el Sicad ya se
subastaron dólares a 11,39 para esos sectores.
Anunció que a Cadivi se le va a
cambiar el nombre y se va a constituir un nuevo y más controlador organismo
burocrático para sustituirlo (que se sumará a la tristemente célebre lista de
nombres como Recadi, Cadivi, Sicad, etc.).
Culpó de todo lo que ocurre a la
derecha apátrida y al imperio. Culpó también a los acaparadores y usureros.
Proclamó a los cuatro vientos su visión distorsionada de la realidad
geopolítica internacional y… más nada de substancia. Puro gamelote.
En la práctica, lo que sin decir
anunció el mandatario, es que el gasto público tendrá que ser financiado por el
BCV, porque ya no hay otra forma de hacerlo. Se avecina, pues, una marejada de
dinero inorgánico y un tsunami inflacionario.
Mientras el Presidente hablaba, entré
por curiosidad en una de esas páginas bloqueadas que anuncian el precio ilegal
del dólar. Asombroso. Mientras más hablaba más variaba la divisa en Cúcuta.
Se puede ser bolivariano o se puede
preferir a Boves. Lo que no se puede es rendirles culto a ambas figuras.
Una la línea final para expresar mi
frustración: Sólo entendí que no entendí nada.
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