Por Dr.
Pedro Delgado, 01/04/2014
Columna
Humanamente
El
ciudadano Venezolano no importa su nivel económico, social o pensamiento político ha venido padeciendo
del deterioro creciente en su calidad de
vida por la acumulación de problemas como la deficiencia de servicios públicos
(transporte, electricidad, agua), necesidades básicas insatisfechas (educación,
salud, vivienda),inseguridad creciente, desabastecimiento y una inflación
galopante que deteriora el poder
adquisitivo de todos, y en especial las clases más desposeídas. Esto ha
generado múltiples pequeñas protestas sociales (más de cinco mil en los últimos
tiempos) por insatisfacción,frustración e indignación al sentirsedefraudados
por años (más de 30) de promesas incumplidas.
La mayoría
coincide que esto se debe a incompetencia de múltiples gobiernos nacionales y
locales y sus deficientes políticas públicas. Hay la sensación generalizada (no
importa la condición socio-política) que
lo político siempre ha importado más que lo social, por lo que se gasta más en
hacer política y enriquecer a algunos pocos, que en solucionar los problemas reales
de la gente que solo recibe migajas. El ciudadano común sabe que hay más
promesas que hechos y que el esfuerzo y
dinero (que ha habido suficiente) se ha malgastado y robado (más descaradamente
en los últimos años). Se ha prometido mucho, pero se ha recibido poco. Los problemas
han crecido con el tiempo y las soluciones han sido ineficientes. La calidad de
vida se ha ido deteriorando y eso lo sufrimos todos. En los últimos meses esto
ha adquirido una dimensión dramática.
Aparte de
protestas aisladas, la respuesta dominante hasta ahora en la sociedad ha sido
de resignación acompañada de acciones pragmáticas (como obtengo lo que me falta
para vivir mejor). Lamentablemente esta respuesta individual legítima de cada
ciudadano que busca resolver su problema personal no aporta una solución
colectiva, al contrario empeora la situación pues los problemas de fondo ya
descritos empeoran. En el intento de solución pragmática individual hemos caído
en situaciones extremas como la confrontación irracional que ha llegado al absurdo
de la violencia por pollo o un rollo de papel higiénico, o aberraciones
sociales como que algunos aprovechan sus ventajas para explotar a otros, acción
que además de despreciable es ineficiente, profundiza más al problema, alimenta
el resentimiento y la queja.
La
protesta social adquirió nuevas dimensiones a partir de febrero de este año cuando
estudiantes de todas las tendencias destaparon la olla y comenzaron a protestar
con reclamos legítimos en torno a la inseguridad, desabastecimiento, y sobretodo
la desesperanza de una generación que ve su subsistencia actual muy difícil y
un futuro incierto.
Lamentablemente,
estas protestas no fueron recibidas y manejadas como legítimas protestas
sociales sino que han sido manipuladas,aprovechadas y convertidas en confrontaciones
políticas, estériles y peligrosas por
sectores radicales antagónicos y oportunistas. Manejadas absurdamente
por el gobierno como supuestos intentos de desestabilización y terrorismo que
pueden haberse colado pero no son la intención original. Esto deslegitima su
origen y se ha utilizado para tratar de despertar
de nuevo la radicalización política que tanto beneficio le ha dado a este y
otros gobiernos en el pasado y que pretende distraer la atención de los
verdaderos problemas sociales de fondo que no ha logrado solucionar. Alimentar
la división por razones políticas,
alimentar el odio de clases desvía la atención y genera posturas
radicales que separan a los venezolanos e impide que podamos ponernos de acuerdo para exigir soluciones a
los verdaderos problemas compartidos de la gente……..de TODOS (PORQUE PUEBLO
SOMOS TODOS) Independiente de posición política o económica compartimos problemas y aspiraciones.
No debemos
caer en enfrentamientos sin sentido y dejar que se desvirtúe la lucha que busca
la mejoría social de todos, fundamentalmente los más necesitados.
El país está
dividido en dos mitades con convicciones políticas distintas pero legítimas y de
posible convivencia en la diversidad democrática en que todos creemos. No se
puede gastar pólvora en Zamuro (peleas y divisiones infectivas) como dice el
refrán popular, hay que centrarse en lo importante. La confrontación política es irracional, ineficiente y un gasto de
energía estéril. La vida democrática se basa en la tolerancia, el respeto, el dialogo y
la negociación como instrumento esencial
para resolver los problemas comunes y a eso debemos dirigir nuestra energía
como sociedad. No se trata de convencer al otro, ni siquiera de absolver a
nadie de responsabilidades (para eso están las instancias pertinentes), se
trata de trabajar juntos para resolver
problemas concretos y compartidos. En el escenario de la confrontación
perdemos todos. Los odios y prejuicios provocan enfrentamientos que nos colocan
al borde permanente del caos social. Todos, vivimos preocupados o atemorizados
en permanente incertidumbre del futuro.
Las opciones radicales, lo que trae son problemas y desencuentros.
El pueblo
(TODOS) debe unirse sin distingos para señalar y denunciar los problemas comunes
y exigir que los gobiernos electos
(comenzando por el gobierno central) trabajen en paz y de acuerdo para mejorar nuestra
calidad de vida. Que se dediquen (como
servidores públicos que son) a realizar los cambios necesarios y no a pelear. Es
indispensable que presionemos en conjunto (pueblo oficialista, de oposición y
demás sectores), para que los líderes se reúnan cada quien con el peso y la capacidad de decisión real del sector
que representa y llegar a entendimientos entre rivales políticos para encontrar
soluciones de consenso en torno a los problemas más urgentes. Al pueblo (TODOS)
lo que nos interesa son resultados rápidos y efectivos y no promesas. Basta de
divisiones …………..Cuando los seguidores liderizan, los líderes seguirán. En la
unión está la fuerza.
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