MARÍA DENISSE FANIANOS DE CAPRILES miércoles 9 de abril
de 2014
mariadenissecapriles@gmail.com
@VzlaEntrelineas
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Hace días conversaba con una amiga
sobre lo que estamos viviendo los venezolanos en este momento. Nuestra calidad
de vida (término tan famoso en este siglo) ha venido en decadencia en estos
últimos años de una manera impresionante. Pero lo que hemos vivido estos dos
últimos meses ha sido aún peor. Y lo más insólito del asunto (por no decir lo
peor del asunto) es que nos estamos acostumbrando a un ritmo de vida parecido
al que vive la gente en la guerra. Y mi amiga me decía: ¡es que estamos
viviendo como en una guerra!
La gente que vive en la guerra, lo sé porque tengo familiares y amigos en el Líbano, viven con la guerra, con las bombas que les caen al lado, con los extremistas que vienen y se llevan detenidos o matan a varios en un sitio público, etc. Allí los católicos están más que nunca aferrados a su fe, a Dios y a la Virgen, porque son su única esperanza.
Así estamos muchísimos venezolanos en estos momentos. Creemos que sólo Dios nos puede ayudar a salir de esta tragedia que es como un monstruo de mil cabezas que no se sabe cuál es peor. Y lo más increíble de todo es que muchos estamos dispuestos a seguir aquí, así la muerte nos llegue antes de tiempo, porque definitivamente hemos perdido el miedo a la muerte.
Dios nos está dando una fortaleza que nunca soñamos tener. Esa fortaleza necesaria para seguir adelante, luchando para que en nuestro país logre brillar algún día la verdad, la justicia y la paz para todos los venezolanos. Eso se ha convertido como en el centro de nuestra vida y de nuestros pensamientos. ¡No tenemos cabeza para pensar en otra cosa!
Ahí lo vimos el Carnaval pasado. ¿Quién pudo pensar en una fiesta o en un disfraz? Ni siquiera aquellos que nos estaban vendiendo su Carnaval de fantasía. Y por lo que he oído eso mismo lo veremos en esta Semana Santa. Creo que por primera vez en mucho tiempo esta época santa de la iglesia será muy distinta a otras que se han vivido en los últimos años en este país. Porque hoy son muy pocos los que están pensando en playitas y en fiestecitas.
Hace días, por ejemplo, en el tuiter miles de venezolanos retuitearon el mensaje que envió la Conferencia Episcopal Venezolana donde pedía a los venezolanos "ofrecer el ayuno del viernes santo en solidaridad por las familias que lloran la pérdida de sus seres queridos". ¿Quién iba a pensar que tanta gente retuiteara ofrecer un ayuno cuando antes se estaba pendiente era de comprar licor o carne para festejar? Hoy Venezuela es otra ¡definitivamente!
Tengo la impresión que esta Semana Santa la gente rezará mucho más intensamente de lo que se ha rezado en estos últimos años en nuestros templos. Los Vía Crucis que haremos o veremos estarán protagonizados por ciudadanos que viven un verdadero calvario en este país: niños, jóvenes, padres y madres, viejos, enfermos...
Esta Semana Santa, en esta Venezuela ¡que está en guerra!, estaremos acompañando en carne propia a ese Cristo humillado, vejado, golpeado y perseguido por defender la verdad. Acompañaremos al Nazareno a cargar su cruz, porque los venezolanos estamos cargando una pesada cruz de injusticias, de mentiras, de corrupción, una gigante cruz de tragedia que ha enlutado a muchos hogares venezolanos desde hace muchos años con la delincuencia y ahora con la brutal represión a la protesta. La cruz que estamos cargando hoy pesa toneladas, pero Dios nos va a dar la fuerza para llevarla hasta el final porque aunque no lo veamos Él nos está ayudando a cargarla.
Quienes estamos aquí, viendo cosas terribles que nunca antes habíamos visto y ni siquiera habíamos imaginado que veríamos, seguiremos con fortaleza, (que Dios nos la dará a través de la oración) cargando el peso inmenso de esa Cruz. Así tengamos que ir arrastrados porque su peso es cada vez mayor la seguiremos cargando y no nos cansaremos porque sabemos que de ponerla en la cima de lo alto, para que brille la verdad, la justicia, la libertad y la paz, depende el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos... de todos los hijos de Venezuela.
En esta Semana Santa, cuando sintamos el peso inmenso de esta Cruz, pensemos en nuestro amado Jesucristo y su madre la Virgen. Ellos nos ayudarán a sobrellevar esta desgracia que estamos viviendo y nos darán la fortaleza necesaria para no cansarnos nunca.
Aprovechemos este tiempo santo de la Iglesia para poder crecer lo más que podamos en nuestra vida interior, en nuestra conversión personal acudiendo al sacramento de la confesión, en nuestra tolerancia hacia los demás, en ser siempre sembradores de paz y alegría, en sacar todo el odio que podamos tener en nuestro corazón, en tratar de perdonar y amar a nuestros enemigos...
¡Que Dios y la Santísima Virgen de Coromoto bendigan a Venezuela y a todos quienes están luchando por un país donde pueda brillar algún día la verdad, la justicia, la libertad y la paz para todos!
Tomado de: http://www.eluniversal.com/opinion/140409/una-semana-santa-distinta
La gente que vive en la guerra, lo sé porque tengo familiares y amigos en el Líbano, viven con la guerra, con las bombas que les caen al lado, con los extremistas que vienen y se llevan detenidos o matan a varios en un sitio público, etc. Allí los católicos están más que nunca aferrados a su fe, a Dios y a la Virgen, porque son su única esperanza.
Así estamos muchísimos venezolanos en estos momentos. Creemos que sólo Dios nos puede ayudar a salir de esta tragedia que es como un monstruo de mil cabezas que no se sabe cuál es peor. Y lo más increíble de todo es que muchos estamos dispuestos a seguir aquí, así la muerte nos llegue antes de tiempo, porque definitivamente hemos perdido el miedo a la muerte.
Dios nos está dando una fortaleza que nunca soñamos tener. Esa fortaleza necesaria para seguir adelante, luchando para que en nuestro país logre brillar algún día la verdad, la justicia y la paz para todos los venezolanos. Eso se ha convertido como en el centro de nuestra vida y de nuestros pensamientos. ¡No tenemos cabeza para pensar en otra cosa!
Ahí lo vimos el Carnaval pasado. ¿Quién pudo pensar en una fiesta o en un disfraz? Ni siquiera aquellos que nos estaban vendiendo su Carnaval de fantasía. Y por lo que he oído eso mismo lo veremos en esta Semana Santa. Creo que por primera vez en mucho tiempo esta época santa de la iglesia será muy distinta a otras que se han vivido en los últimos años en este país. Porque hoy son muy pocos los que están pensando en playitas y en fiestecitas.
Hace días, por ejemplo, en el tuiter miles de venezolanos retuitearon el mensaje que envió la Conferencia Episcopal Venezolana donde pedía a los venezolanos "ofrecer el ayuno del viernes santo en solidaridad por las familias que lloran la pérdida de sus seres queridos". ¿Quién iba a pensar que tanta gente retuiteara ofrecer un ayuno cuando antes se estaba pendiente era de comprar licor o carne para festejar? Hoy Venezuela es otra ¡definitivamente!
Tengo la impresión que esta Semana Santa la gente rezará mucho más intensamente de lo que se ha rezado en estos últimos años en nuestros templos. Los Vía Crucis que haremos o veremos estarán protagonizados por ciudadanos que viven un verdadero calvario en este país: niños, jóvenes, padres y madres, viejos, enfermos...
Esta Semana Santa, en esta Venezuela ¡que está en guerra!, estaremos acompañando en carne propia a ese Cristo humillado, vejado, golpeado y perseguido por defender la verdad. Acompañaremos al Nazareno a cargar su cruz, porque los venezolanos estamos cargando una pesada cruz de injusticias, de mentiras, de corrupción, una gigante cruz de tragedia que ha enlutado a muchos hogares venezolanos desde hace muchos años con la delincuencia y ahora con la brutal represión a la protesta. La cruz que estamos cargando hoy pesa toneladas, pero Dios nos va a dar la fuerza para llevarla hasta el final porque aunque no lo veamos Él nos está ayudando a cargarla.
Quienes estamos aquí, viendo cosas terribles que nunca antes habíamos visto y ni siquiera habíamos imaginado que veríamos, seguiremos con fortaleza, (que Dios nos la dará a través de la oración) cargando el peso inmenso de esa Cruz. Así tengamos que ir arrastrados porque su peso es cada vez mayor la seguiremos cargando y no nos cansaremos porque sabemos que de ponerla en la cima de lo alto, para que brille la verdad, la justicia, la libertad y la paz, depende el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos... de todos los hijos de Venezuela.
En esta Semana Santa, cuando sintamos el peso inmenso de esta Cruz, pensemos en nuestro amado Jesucristo y su madre la Virgen. Ellos nos ayudarán a sobrellevar esta desgracia que estamos viviendo y nos darán la fortaleza necesaria para no cansarnos nunca.
Aprovechemos este tiempo santo de la Iglesia para poder crecer lo más que podamos en nuestra vida interior, en nuestra conversión personal acudiendo al sacramento de la confesión, en nuestra tolerancia hacia los demás, en ser siempre sembradores de paz y alegría, en sacar todo el odio que podamos tener en nuestro corazón, en tratar de perdonar y amar a nuestros enemigos...
¡Que Dios y la Santísima Virgen de Coromoto bendigan a Venezuela y a todos quienes están luchando por un país donde pueda brillar algún día la verdad, la justicia, la libertad y la paz para todos!
Tomado de: http://www.eluniversal.com/opinion/140409/una-semana-santa-distinta
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