De
la Dictadura a la Democracia Gene
Sharp pp. 10-13
Las negociaciones son un instrumento muy útil para
resolver algunos conflictos, y no deben desdeñarse o rechazarse cuando son
apropiadas.
En algunas situaciones, cuando ningún asunto fundamental
está en juego y, por consiguiente, es aceptable el compromiso, las
negociaciones pueden ser un medio importante para zanjar un conflicto. Una
huelga laboral en demanda de mayores salarios es un buen ejemplo del papel
apropiado de las negociaciones en un conflicto: un acuerdo negociado puede conseguir un
aumento promediado entre las cantidades originalmente propuestas por cada una
de las partes contendientes. Los conflictos laborales, con sindicatos legalmente
establecidos, son, sin embargo, algo muy diferente de los problemas en los
cuales están en juego la existencia permanente de una dictadura cruel o el
establecimiento de la libertad política.
Cuando los asuntos por resolver son fundamentales porque afectan
principios religiosos, problemas de la libertad humana o todo el desarrollo
futuro de la sociedad, las negociaciones no llevan a una solución satisfactoria
para ambas partes. En algunos asuntos básicos no se debe transigir. Sólo un
cambio en la correlación de fuerzas a favor de los demócratas puede
salvaguardar adecuadamente los asuntos básicos que están a discusión. Ese
cambio ocurre a través de una lucha, no
mediante negociaciones. Esto no quiere decir que las negociaciones no deban
usarse nunca. El hecho es que tales negociaciones no son un modo realista de
librarse de una férrea dictadura cuando no existe una poderosa oposición
democrática.
Por supuesto que hay circunstancias en que las
negociaciones pueden no ser una opción. Los dictadores firmemente establecidos,
que se sienten muy seguros de su
posición, pueden negarse a negociar con sus opositores democráticos. 0 bien,
cuando ya se hayan iniciado las negociaciones, los negociadores democráticos
pueden desaparecer y no regresar.
¿Rendición
negociada?
Los individuos o grupos que se oponen a una dictadura y
se inclinan a las negociaciones, a menudo tienen buenos motivos para hacerlo. En especial, cuando una lucha armada ha
continuado durante varios años contra una dictadura brutal sin una victoria
final, es lógico que todas las personas, sin importar su filiación política,
deseen la paz.
Es probable que los demócratas estén especialmente
dispuestos a negociar cuando los dictadores evidentemente tienen la
superioridad militar y cuando la destrucción, las víctimas y los perjuicios
sufridos entre aquéllos ya no pueden soportarse más. Habrá entonces una fuerte
tentación de explorar cualquier otra opción que pueda rescatar al menos algunos
de los objetivos de los demócratas, a la vez que pone fin a un ciclo de
violencia y contraviolencia.
La oferta de “paz” mediante negociaciones que un dictador
le haga a la oposición democrática por supuesto no es del todo sincera. La
violencia podría ser inmediatamente terminada por los propios dictadores si tan
sólo éstos dejaran de hacer la guerra contra su propio pueblo. Bien podrían,
por su propia iniciativa y sin ninguna negociación, restaurar el respeto a la
dignidad y los derechos humanos, liberar a los presos políticos, acabar con la
tortura y suspender las operaciones militares, retirarse del gobierno y hasta pedirle
excusas al pueblo.
Cuando la dictadura es fuerte pero existe una resistencia
irritante, puede que los dictadores deseen lograr la rendición de la oposición
bajo la cobertura de “hacer la paz”. El llamado a negociar puede parecer
atractivo, pero dentro de la sala de negociaciones acaso se esconderían graves
peligros.
Por otra parte, cuando la oposición es excepcionalmente
fuerte y la dictadura se encuentra de veras amenazada, los dictadores pueden buscar
la negociación como una manera de salvar lo más posible de su capacidad de
control o de sus riquezas. En ninguno de estos casos deben los demócratas
ayudar a los dictadores a lograr sus metas.
Los demócratas deben desconfiar de las trampas que los dictadores les
pueden tender con pleno conocimiento de causa durante un proceso de
negociación. El llamado a negociar, cuando se trata de cuestiones fundamentales
de las libertades políticas, puede ser
un esfuerzo por parte de los dictadores para inducir a los demócratas a
rendirse pacíficamente, mientras que la violencia de la dictadura continúa. En
semejantes conflictos, las negociaciones solamente podrán jugar un papel
apropiado al final de una lucha decisiva, en la cual el poder de los dictadores
haya sido destruido y estén éstos buscando pasaje seguro para llegar a un
aeropuerto internacional.
El poder y la justicia en las negociaciones
Si esta opinión parece un comentario demasiado áspero
sobre las negociaciones, quizá deba moderarse un poco el romanticismo que se
asocia con las mismas. Es necesario saber cuál es la dinámica de las
negociaciones.
Una “negociación” no significa que las dos partes se
sientan juntas, como iguales, y conversan hasta resolver el problema que produjo
el conflicto entre ellas. Es necesario recordar dos verdades.
Primera, que en las negociaciones no es la relativa
justicia de los puntos de vista en conflicto y sus objetivos lo que determina
el contenido del acuerdo negociado. Segunda, que el contenido de éste lo determinará
mayormente la capacidad de poder de cada parte.
Se deben considerar varias preguntas difíciles. ¿Qué
puede hacer cada una de las partes después para conseguir sus objetivos si la
otra decide no llegar a un acuerdo en la mesa de negociaciones?
¿Qué puede hacer cada
una de las partes, luego de alcanzado el acuerdo, si la otra rompe su palabra y
usa la fuerza de la que dispone para conquistar sus objetivos a pesar del
acuerdo?
En las negociaciones no se llega a un acuerdo mediante
una evaluación de lo bueno y lo malo de las cuestiones sobre el tapete. Aunque sobre esto pueda discutirse mucho, los
verdaderos resultados de las negociaciones se derivan de una evaluación
realista de las situaciones de poder absoluto y relativo de los grupos
contendientes.
¿Qué pueden hacer los demócratas para asegurarse de que
un mínimo de sus reclamaciones no serán denegadas? ¿Qué pueden hacer los dictadores
para mantenerse en control del poder y neutralizar a los demócratas? En otras
palabras, si se llega a un acuerdo, lo más probable es que sea el resultado del
estimado que cada parte haga de la capacidad de poder de ambas y, en
consecuencia, calcule cómo podría terminar una lucha abierta entre las dos.
Debe prestarse atención a lo que cada parte esté
dispuesta a ceder para llegar a un acuerdo. En negociaciones exitosas hay concesiones
recíprocas. Cada parte consigue parte de lo que quiere y cede parte de sus
objetivos.
En los casos de dictadura extrema, ¿qué es lo que las
fuerzas pro-democráticas van a ceder a los dictadores? ¿Qué objetivos de los
dictadores tendrán que aceptar las fuerzas democráticas?
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