Por Arnaldo Esté
Asumir la pobreza puede
resultar en un camino creativo, en una necesidad nacida de la crisis.
Ha sido repetida muchas veces,
con tonos de anciano consejero, la engañosa riqueza del minero, del petrolero.
Ahora tenemos encima lo agorado: la ruina.
Se puede decir, con la
facilidad que da la proyección de la culpa, que el gobierno ya tiene tres
lustros de fiesta mesiánica.
Han debido ser más profundos, menos necios y
superficiales, más honestos en la comprensión del país. Menos creyentes en
fórmulas recetadas. Menos amarrados al líder poderoso y surfista. No es nada
nuevo decir que el poder embriaga, pero pasó otra vez y allí están braceando el
ahogo.
Pero, para su consuelo, hay
que decirlo, el gobierno no inventó la pobreza. Ella existía como muerto
encobijado con cobija ajena: el petróleo la tapaba.
Con su lenguaje pastoso y
lleno de reiteraciones y cuñas, llamaron “urbi et orbi” a la “comisión de la
verdad”, pescando de aquí y de allá para armar un elenco muy diverso y
numeroso: persistentes y experimentados unos, otros de variadas apetencias,
agregando la guinda de un gran visir saltarín. Lo que uno puede interpretar
como la crema de las rojas fresas, que deberá reunirse en palacio. Una
respuesta que busca un tono generoso a la presión internacional, de aliados e
inconformes, de asustados y sensatos. Un elenco que para nada funcionará si no
vienen los otros, los opositores que, hay que repetirlo, son mayoría grande en
el Congreso.
Los opositores han tardado en
responder y se atrincheran: “No nos han invitado formalmente (...) es una
trácala (como la que hoy hizo el CNE) para postergar las cosas y evitar el
referendo”. Es natural que, alimentados por los recuerdos, estén recelosos. No
obstante, hay chismes.
Pero esa propuesta, con todo y
su ruido de circo, hay que tomarla, hay que ocupar esas cuatro sillas y tirar
de la verdad hasta llegar a la sustancia que, con todo y su importancia, no es
la amnistía, el perdón o esa verdad de grasa de sopa.
La verdad es esto de la
pobreza que la crisis ha descubierto y cómo afrontarla y superarla. Cómo llegar
al eterno acierto de que la riqueza de un pueblo es lo que trabaja y crea, y
que para llegar a eso habrá que transitar por la penuria y la incertidumbre,
por los desvaríos en la búsqueda permanente de culpables, por las amenazas de
otros gendarmes (¿como un Pérez Jiménez, ladrón y asesino?), por los agarres de
los leprosos y los cuenteros de la inocente Panamá y, sobre todo, por el costo
de la misma recuperación y reconstrucción, que obligará, bien lo repiten los
países que también quebraron y los economistas sabios, a muchos dolorosos e
impopulares ajustes. Para todo esto habrá que formar un gobierno de transición.
Negociar, hacer política,
llegar a acuerdos básicos sin olvidar las diversidades y las propias rutas, que
también podrían ser colocadas en el listado de intercambios.
arnaldoeste@gmail.com
16-04-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico