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domingo, 3 de abril de 2016

La impotencia de ser viejo y hacer colas por comida en Venezuela por @elestimulo


Por El Estímulo


Rosa parada, tiene 78 años de edad. El año pasado sufrió un derrame cerebral, este año le diagnosticaron tres hernias discales, que junto a la osteoporosis severa que sufre en sus huesos, le imposibilita una buena movilización, sus hijos le han dicho que debería comenzar a utilizar una silla de ruedas, pero se niega a esa idea. En su sistema digestivo se le han detectado algunas ulceras, productos de tantos medicamentos que ingiere para evitar los dolores. Un día a la semana le toca hacer la cola del racionamiento por los productos regulados.“Usted qué cree, que es justicia que una vieja como yo, tenga que estar madrugando para que me traigan casi a rastras, a venir a calarme esta cola para comprar comida, esto nunca se había visto en Venezuela, junto conmigo hay otros abuelos que llegamos a las cinco de la mañana a las puertas del automercado, ubicado en San Martín, y algunas veces hemos tenido que esperar hasta 8 horas, para que nos digan que el camión no viene”, dijo Parada.


Luis Pantoja, es jubilado, tiene 76 años y todos los miércoles religiosamente por ser el día que le corresponde comprar, amanece en una cola.

“Esto es un abuso, aquí pasamos frío, calor, hambre, esperando la llegada de un camión que no sabemos si llega, a que nos ofrezcan cualquiera de los productor regulados. En algunos comercios nos ofrecen algún tipo de preferencia para que compremos temprano, y nos hacen una cola especial a los abuelos;, en otros nos tenemos que meter en la cola de todo el mundo en donde hemos vivido abusos, nos hemos tenido que calar la acción delictiva, a los bachaqueros (revendedores) y además alteraciones de orden público”, relata a El Estímulo.

Y es así, en cualquier comercio en donde se tenga que hacer cola, muchos de los usuarios son personas de la tercera edad, abuelos que en sillas de ruedas, con andaderas, apoyándose en bastones, solos o acompañados de sus familiares, se han visto obligados a salir a la calle en busca de los alimentos necesarios para su sustento diario.“Yo acompañé a mi abuela, una señora de 75 años a que viniera a comprar a un comercio de La Candelaria, el día que le correspondía, el martes. Allí estuvimos paradas más de ocho horas, todos los presentes observamos cómo los grupos colectivos dejaban pasar a sus allegados ante la mirada indiferente y cómplice de los funcionarios policiales, ese día estaban vendiendo dos kilos de harina, dos kilos de azúcar y jabón de baño”, relata Angélica Rosales.“Cuando ya estábamos llegando a la entrada, nos informaron que todo se había terminado. Me enfurecí, insulté a los funcionarios, al final terminé llorando indignada, no por mí, por mi abuela que tenía la cara quemada de tanto sol que recibió. Estaba deshitratada y con hambre, nos fuimos a la casa sin nada de alimentos y también sin esperanzas en que el gobierno logre encontrar solución a este grave problema de desabastecimiento”, señaló Rosales.








       
01-04-16







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