Por José Gregorio Meza
Entre la indignación y la
desesperanza. Así están quienes día a día tienen que hacer largas colas para
conseguir los productos de primera necesidad. “Esto es un caos. A ver si nos
dan de una vez esas planillas para firmar y sacar a esa gente que nos tiene la
vida complicada. Esto cada día empeora más. Lo que quiero es que venga rápido
el referendo o la enmienda, lo que sea, para sacar a esta gente”, suplicó visiblemente
molesta Yolanda Vitola, de 50 años de edad, vecina de Santa Teresa del Tuy,
quien viaja todos los viernes a Caracas. “Allá casi no se consigue nada”.
Espera pacientemente su turno en una larga fila de un local comercial de El
Cafetal.
Sus palabras confirman la
investigación del Centro de Estudios Políticos de la UCAB, en la que se señala
que 74% ve la situación actual del país como mala o muy mala. Tiene dos hijos,
uno de ellos la acompañó y hace la cola en otro supermercado. Su esposo es
constructor, pero está desempleado. “Lo único que he podido comprar son estas
cuatro mantequillas. Estoy esperando a ver qué sacan, pero como a las 3:00 pm
tengo que salir porque si no lo medio matan a uno en el ferrocarril, que eso
también es un desastre”.
Bien temprano. Desde las
5:30 am Caurimare, El Cafetal y Santa Paula reciben vecinos de Petare,
Caricuao, La Vega, Antímano, Carapita o El Llanito, que se juntan con quienes
viven en la zona. “Aquí lo que hay es más gente. Los que no trabajaron hoy se
vinieron a comprar”, indicó Melvi Mejía, de 45 años de edad, que vive en
Petare.
En un local de La Trinidad la
cola parece de nunca acabar. Lucía Hernández, de 35 años de edad, quien vino
desde La California, se quejó amargamente. “Nunca me imaginé que iba a vivir
esta situación. Tengo una niña de un año y medio, ¿y qué futuro le espera a mi
hija en este país?”. Rememoró que antes las cosas eran distintas. “Yo no me
merezco esta vida. Recuerdo que antes con lo que ganaba me podía ir a la playa
o al cine. Ahora mi nivel de vida ha disminuido. Trabajo nada más que para
comida, y ni para eso. Esto es un desgaste, una burla contra el pueblo, una
humillación”.
El día para Dicxibeth
Fernández, de 25 años de edad, fue como ganarse la lotería. Entró de primera a
uno de los supermercados de la zona. Llegó a las 3:00 am procedente de Petare y
dejó en la cola a un amigo. “Hoy tuve suerte porque compré arroz, pasta,
aceite, lavaplatos, toallas sanitarias, pañales y hasta afeitadoras, pero veo
que todo va para peor. A veces uno hace la cola y sale solo con dos paquetes de
cualquier cosa”.
Carmen Rodríguez, de 60 años
de edad, no había tenido la misma suerte. A las 11:00 am todavía esperaba por
ingresar a uno de los locales del este de la ciudad. Vive en Caricuao y faltó a
su trabajo. Llegó antes de las 6:00 am. “Pedí el día porque ya en la casa no
hay nada para comer. Dicen que van a sacar pasta, y aceite, pero toca esperar”.
16-04-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico