Por Leonardo Morales P.
El murmullo generalizado es
que Maduro se va, que está a un tris de renunciar, que lo van a tumbar, que se
cae o que no resiste una tenue brisa para abandonar las funciones que en
mala hora le adjudicaron. Es el anhelo diario de millones de venezolanos – en
esas magnitudes hay que medirlo- que al mismo ritmo de las horas tropieza con
una realidad distinta a sus aspiraciones; cada día Maduro se presenta con un
uso abusivo, eso es este régimen, de los medios de comunicación para anunciar
nuevas medidas: decretos de emergencia, estado de excepción y amenaza con el de
estado de conmoción como si ya no lo estuviera la nación con su infame e
incompetente presencia.
Maduro no se quiere ir. La
esencia del poder le impide hacerlo, su obligación es mantenerlo y conservarlo
como sea. “Nicki” no conquistó el poder, lo heredó dejando perplejo a un buen
número de chavistas conocedores de las limitaciones intelectuales, culturales y
políticas del personaje de marras. Cómo fue posible tal acontecimiento es una
interrogante persistente entre chavistas prendidos de la ubre del poder y de
los echados fuera por la nueva oligarquía revolucionaria; las conquistas de los
estados siempre han estado asociadas a guerras, encuentros sangrientos donde
valientes caballeros cruzan sus espadas, hoy bayonetas, lanzan sus flechas, en
estos tiempos misiles… En el amor se busca seducir al otro o la otra, es una
suerte de guerra en la que se exhiben otras armas. Cuáles elementos seductores
habrán sido utilizados para hacerse acreedor del manjar del poder: secretos
palaciegos, de alcoba, de la Isla de la felicidad. Nadie lo sabe, por lo pronto
poco importa.
Para “Nicki” como para su
padre político asirse al poder fue para este, y es para aquel, esencial y
enjundioso, por lo que para los que gustan vincular la política con valores
éticos y morales no les queda más remedio que reprochar, con razón, el abrazo
de Maduro al poder.
Bastante se ha dicho, y creo
haberlo escrito antes, que no basta el ejercicio de la coacción y la coerción
para mantener el poder sino que resulta indispensable la aquiescencia del
pueblo para revestirse de legitimidad. Las circunstancias presentes nos indican
que, por ahora, Maduro podrá seguir ejerciendo su violencia contra los
ciudadanos pero a costa de una pérdida sistemática de adherentes y seguidores.
La crisis social es la
fundamental causa por la que Maduro puede ser revocado, cosa que sabe y lo
atormenta. La ausencia de políticas claves para llevar a los ciudadanos paz y
sosiego lo tienen a un paso de desalojar el poder.
Mucho se ha dicho sobre las
colas, bachaqueros, carestía de medicinas, hampa desbordada, fallas en el
servicio de agua y electricidad, ahora el problema, de mayor envergadura y
calado, se centra en el aumento colosal de los precios de los bienes necesarios
para la subsistencia. Ahora no basta hacer colas, la angustia es saber si se
tendrá el poder adquisitivo. Ahora, “Nicki”, para aumentar la tragedia de los
venezolanos, se pasará hambre. Ya no solo se trata de que aparezcan los
productos, el drama es mayor y terrible, la gente lo grita y lo advierte:
¡tenemos hambre!
20-05-16
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