Por José Vicente Carrasquero
Las últimas intervenciones
públicas de Maduro muestran a un individuo desubicado, sin objetivos claros,
con ausencia casi absoluta de comprensión del momento político y social que
está viviendo y sin los recursos necesarios para salir del hueco en el que se
encuentra metido. Una situación para nada envidiable que sigue socavando el
poco apoyo con el que cuenta y pone en duda su posibilidad de mantenerse en el
poder.
El recurso preferido de
Maduro es la amenaza. Está convencido que los empresarios se activarán si los
intimida con la idea de quitarles las plantas. Nicolás quiere hacer creer a sus
seguidores que los dueños de las compañías que a duras penas funcionan en
Venezuela tiene recursos en dólares que pueden invertir para traer los insumos
que sus fábricas necesitan.
En este momento es
importante recordar la importancia de tener idea del funcionamiento del estado,
independientemente de la formación académica. Ya sabemos que Maduro carece de
estudios. El problema es que además, se ha rodeado de personas que como él, no
tienen el conocimiento necesario para enrumbar el país por la vía de la
recuperación.
En esa oscuridad que es su
pensamiento, sus asesores lo hacen pensar que el problema es que los controles
aplicados no son suficientes. Que necesitan aun más controles para hacer que la
economía funcione. Que es suficiente con ordenar para que los productos
aparezcan a los precios arbitrarios que fijan oficinas cuyos empleados tampoco
conocen el proceso productivo.
En la penumbra de su
imaginación, Maduro piensa que es suficiente desear que algo pase para que se
cumpla. Entonces le pide a los empresarios que rompan sus cochinitos para que
inviertan divisas en sus fábricas y las pongan a trabajar. Por supuesto, no hay
la garantía de que podrán recuperar sus dólares después de la operación, en una
economía saneada que permita el libre intercambio de la moneda nacional por
divisas.
El acto se convierte en una
ópera bufa. Los empresarios asisten a la convocatoria pero se van con las manos
vacías. Y con más incertidumbre que con la que llegaron. El gobierno no
comprende todavía que no puede seguir manteniendo el monopolio del suministro
de dólares a la economía.
Maduro no sale de Miraflores
salvo para actos oficiales. Su contacto con la realidad que viven los
venezolanos es casi nulo. Tiene una nebulosa idea que se hace a través de lo
que le cuentan sus ministros y allegados. En realidad no sabe que si los
precios de los productos se dividieran por el precio del dólar oficial, los
venezolanos estamos pagando los precios más caros del planeta. Por ejemplo, un
cartón de huevos a diez bolívares por dólar cuesta la bicoca de trescientos
billetes verdes.
Absolutamente absurdo. La
economía cosmética de Maduro y su equipo financiero no engaña a nadie. Todos
los organismos que hacen seguimiento a la situación del país predicen un año
tal como el que estamos viviendo: catastrófico. Venezuela está por llegar a un
ingreso per cápita similar al que teníamos a la muerte de Gómez en 1935.
Absorto en la penumbra de su escaso entendimiento vuelve sobre la explotación de la figura desgastada de Hugo Chávez. Lo usa como referencia en su discurso, en la forma que pronuncia las palabras. Pero no llega ni de lejos a la capacidad que tenía el comandante de decidir aunque lo hiciesede forma errada la mayoría de las veces.
Resulta que el garante de
que la constitución se cumpla amenaza con un decreto para invalidar artículos
de la carta magna con la finalidad de evitar la defenestración de su
incompetente ministro de alimentación. Maduro le dice tácitamente a los
venezolanos que su política alimentaria no va a cambiar y que se preparen para
seguir penando por alimentos. Con mi ministro no se metan parece exclamar.
Sigue con la tontería de la
guerra económica. Si la existencia de tal guerra fuese verdad, estaríamos
frente a una razón para que demitiera del cargo. No puede ser que un gobierno
sea derrotado de una forma tan escandalosa y que quien lo presida pretenda
continuar en el poder. La lógica elemental dice que cuando el presidente es
sobrepasado por la realidad y no puede con los problemas que lo apremian, tiene
que dar paso a otros que enfrenten la situación.
Ya sabemos, sin embargo, que
esa decisión requeriría una claridad de pensamiento de la que Maduro no es
capaz.
Como las tonterías vienen acompañadas, resucita el cuentico del magnicidio. Y dice que hay varios francotiradores detenidos. Pero no los muestra. Apela a la quincalla de Fidel que Chávez tantas veces usó para hacer creer a sus seguidores que estaba bajo amenaza de un enemigo fantasma. Busca desesperadamente aglutinar apoyo a su alrededor aunque sea por lástima.
En su discurso del primero
de Mayo llama a la huelga si le arrebatan el poder. Otro artilugio de la mercería
castrista. Un llamado desesperado a que lo mantengan en el poder a cualquier
costo.
Lo lúgubre de su mente lo
lleva a balbucear que el revocatorio es opcional. No le alcanza la mente para
ver que también es un derecho. Y se muestra dispuesto a torpedear la iniciativa
a como de lugar.
El asunto querido lector es
que Maduro no es demócrata. Ninguno de los involucrados en los intentos
golpistas de 1992 lo es. Para ellos la democracia es meramente instrumental a
través del voto. Eso si, solo si ese voto les favorece. Caso contrario,
desconocen como lo hizo Chávez en su momento, la voluntad popular.
Maduro no gobierna. Ocupa
Miraflores. Es formalmente el presidente. Pero no gobierna. Lucha desesperada y
tramposamente por mantenerse en el poder. Y su única motivación es evitar que
tanto él como sus cómplices enfrenten la justicia.
02-05-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico