Por Reyes Theis
Las riquezas naturales de
Venezuela, incluyendo la fertilidad de su tierra, contrastan con la fragilidad
nutricional de su gente. Mientras los indicadores del hambre aumentan, el
gobierno no se alarma. Pero la gente come menos y se alimenta mal. Además, el
robo y saqueo de comida van en aumento. El futuro del país se vislumbra con un
músculo escuálido y flácido
Rodrigo es un niño de cinco
años de un colegio privado ubicado en San Bernardino, Distrito Capital, y tiene
tres días que no va a clases. Su maestra ha hablado con su mamá y le ha
planteado que no quiere comer nada durante su estadía en la escuela.
“Todos los días le manda pasta, esa debe ser la razón por la cual no come. Le
dijimos a la mamá que no podíamos tener todo el día el niño sin alimentarse con
la responsabilidad que eso implica”, argumenta la educadora.
Ese colegio antes brindaba
como parte de su servicio la alimentación. Cuenta con la cocina, todos los
utensilios y la cocinera, pero debió suspender el almuerzo por la falta de los
productos alimenticios.
La situación de niños como
Rodrigo parece ir en aumento en un país como Venezuela que recibió un billón de
dólares en los últimos 10 años y que hoy vive cifras de escasez de 87% y una
inflación que, según el Fondo Monetario Internacional, se proyecta en 720% para
este año y 2.200% para el próximo.
Sobre el ausentismo escolar,
el alcalde del municipio Sucre del estado Miranda, Carlos Ocariz, explica la
situación en las escuelas de su jurisdicción. Dijo a El Universal que
reporta actualmente cifras superiores al 50%. Entre las razones, destaca que
los padres se llevan a los niños para que los acompañen en las colas para
comprar alimentos, pero otra hipótesis es que no pueden llevarlos a clases
porque no tienen cómo alimentarlos, tal como le ocurre a Rodrigo.
Pero la crisis alimentaria
no solo ha golpeado fuertemente a los niños. Ana Luisa, de 60 años, vive en los
Valles del Tuy y trabaja como encargada del mantenimiento de una empresa que
organiza diversos tipos de eventos en Caracas. Hace pocos días, lágrimas
corrieron sobre sus mejillas cuando una compañera de trabajo le regaló un
paquete de harina de maíz. “Es que no tenía nada que comer ni para mí, ni
mi familia”, argumenta.
El caso de Ana Luisa explica
los resultados de la encuesta de Venebarómetro de abril pasado. Según el
estudio, para el cual se entrevistaron a 1.200 personas en el ámbito nacional y
con un error muestral de 2,37%, el 86,3% de los entrevistados manifestó que
actualmente compra mucho menos comida que antes. Además los encuestados que
dijeron que comían solo dos veces al día aumentó de 24,3% a 30,3% entre marzo y
abril, y los que comen una sola vez al día pasaron de 4,8% a 13,4%. En total,
casi 44% de la población estaría haciendo menos de tres comidas al día.
Victoria, con sus 46 años y
su trabajo como servicio doméstico en el Distrito Capital, explica cómo su
familia de Charallave, estado Miranda, se ha adaptado a comer solo dos veces al
día. “En mi casa tratamos de desayunarnos a las 11 de la mañana, y para eso lo
ideal es pararnos tarde. Eso nos sirve como desayuno-almuerzo, y luego cenamos
como a las 7 de la noche”.
La mal nutrición
La falta de alimentación no
explica por completo la grave situación de la potencia energética suramericana;
pues del 53,5% que dice comer tres veces al día, hay un alto porcentaje que no
está ingiriendo una dieta apropiada.
La nutricionista Marianella
Herrera, miembro de la junta directiva de la Fundación Bengoa y quien dirige el
Observatorio Venezolano de la Salud (OVS), explicó para un documental de la BBC
Mundo que en el país está ocurriendo “un exceso de consumo no necesariamente
saludable” y, por otra lado, un “déficit en el consumo como en calorías y
micronutrientes”. Herrera coló el concepto de “hambre oculta”, traducido en
“personas que antropométricamente están obesas, pero con un examen de
hemoglobina vas a encontrarla con déficits de micronutrientes”.
En su último informe, la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO) reseñó que en 2014 los adultos con obesidad o sobrepeso en Venezuela
representaban 67% de la población, a su vez divididos en 67,8% hombres y 66%
mujeres. Otro estudio, la encuesta sobre Condiciones de Vida de los Venezolanos
(Encovi) en su capítulo sobre alimentación, refleja cómo los hábitos
alimenticios empeoraron entre 2014 y 2015. Los datos fueron registrados
recientemente tras una consulta nacional, de 1.488 encuestas realizadas en 23
ciudades del país (entre principales, medianas, pequeñas y caseríos), y revelan
que 12,1% de la población come dos veces al día o menos, cuando en 2014 ese
porcentaje se ubicó en 11,3%.
Por otra parte, Herrera
explicó, mediante una nota de prensa, que la mayoría de los alimentos que
adquieren las familias venezolanas tienen un componente de carbohidratos,
harinas y grasas tan alto que es preocupante. “En el caso de las proteínas
básicas que solían alimentar a nuestra gente menos favorecida, vemos con
preocupación cómo el huevo y las caraotas han desaparecido de la mesa de los
más necesitados”, indicó.
La encuesta refleja que 40%
de los alimentos de la canasta alimentaria que adquieren los venezolanos están
conformados por: harina de maíz, arroz, pastas y grasas. 87% aseguró que sus
ingresos no le alcanzan para comprar alimentos y solo 13% dijo que sí. En 2014
estos porcentajes fueron 80,1% y 19,5%, respectivamente. Según el estudio, la
proteína de origen animal es un alimento de lujo. La nutricionista explicó que
la forma como se está alimentando el venezolano lo expone a enfermedades
crónicas como la diabetes tipo II, hipertensión y enfermedades
cardiovasculares. “Todos los niveles están afectados. Estamos
haciendo una dieta de sobrevivencia”, sentenció Herrera.
Los recién nacidos
La crisis alimentaria
también tiene su impacto sobre los neonatos. Según el estudio de la FAO, que se
basa en cifras oficiales, 8,9% de los niños nacidos en Venezuela en 2014 lo
hicieron con bajo peso. El recrudecimiento de la escasez y la inflación han
debido impactar en el empeoramiento de esa cifra. Dayana Orellana,
gineco-obstetra de la Maternidad de Santa Ana, en el Distrito Capital, ha evidenciado
que, en su gran mayoría, las madres que atiende están mal nutridas, ya sea por
desnutrición u obesidad. Explica que hay niños que registran un peso y medidas
acordes con los parámetros normales, pero que debido a la mala alimentación de
la madre mientras está en estado y luego a la que reciben los bebés, pueden
presentar enfermedades crónicas como diabetes o trastornos psicomotores que se
evidencian con mayor claridad entre los cuatro y cinco años de edad.
La alimentación de los niños
lactantes es también otro dolor de cabeza. Las fórmulas lácteas están
prácticamente desaparecidas de los anaqueles y un comerciante informal en
Petare puede cobrar hasta 5.000 bolívares (un tercio del sueldo mínimo recién
ajustado por el presidente Nicolás Maduro este primero de mayo) por un kilo de
leche.
Hampa y ceguera
La situación de hambre en el
país ya registra un impacto sociológico. Cada vez se conocen más casos de gente
que roba comida. Llevar unos cuantos paquetes de harina a la vista, puede ser
tan peligroso como exhibir una cadena de oro en el cuello y los saqueos a
establecimientos comerciales se están repitiendo con más frecuencia.
Según reporta el
diario La Región, el fin de semana del 30 de abril y primero de mayo, tres
planteles educativos de Los Teques, la capital mirandina, recibieron visitas de
delincuentes que cargaron con la comida de los planes de alimentación escolar.
En las unidades educativas “Colinas del Ángel”, en el sector del mismo nombre,
Clavelito en Guaremal, y Taller Rafael Urdaneta en El Vigía, “se llevaron
víveres, carne y pollo que eran para la comida de la semana”, dijo Mirta
Hernández, directora del primero de los lugares, donde desaparecieron pacas de
harina, arroz, caraotas, leche y azúcar que estaba el mismo salón repleto de
Canaimitas. Ninguna de las computadoras fue sustraída.
Aún se recuerda el insólito robo de 50 pollos en brasa,
ocurrido en San Martín, Caracas, en febrero pasado, cuando un grupo de 60
hombres encapuchados robaron los alimentos, bebidas y 70.000 bolívares en
efectivo de la caja registradora.
Según las cifras del
Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) tan solo en abril
pasado se consumaron 25 saqueos en establecimientos comerciales más 8
intentos, y durante el año han sucedido 116 eventos entre saqueos e intentos.
Según esos datos, en marzo y abril la tendencia histórica cambió: por primera
vez los saqueos consumados superaron a los intentos.
Los comerciantes no solo
tienen que protegerse del hampa y de los saqueos. Los hurtos de menor escala,
gente que se lleva dos tomates o una papa, hacen que deban estar
permanentemente en alerta. Además, en los vagones del Metro de Caracas es evidente
el incremento de quienes se dedican a la mendicidad; como ocurre en los
restaurantes y en los mercados populares con quienes buscan entre los residuos
algo que se pueda rescatar para el consumo. El alcalde de Chacao denunció en
Twitter que en su municipio hay personas “cazando” perros, gatos o palomas en
las plazas porque no tienen nada que comer.
Pero en el Ejecutivo
nacional las alarmas aún no están encendidas, al menos no públicamente.
Mientras niños como Rodrigo no van a la escuela, señoras como Ana Luisa a
veces no tienen nada que comer en el día o familias como la de Victoria han
tenido que eliminar una de las comidas, el presidente de la República, Nicolás
Maduro, aseguró el 9 de abril pasado que “en Venezuela no hay hambre, pasamos
un momento difícil, pero el pueblo tiene acceso a sus bienes”.
03-05-16
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