Por Alessandra Perdomo
El ingreso mínimo desde este
1º de mayo, incluyendo los tickets de alimentación, representan 1.121,2
bolívares diarios. Esto rinde para comprar, durante todo el mes, una empanada y
un café pequeño para desayunar, y dos perros calientes en el almuerzo
"El aumento acumulado
de este año para defender el salario frente a la guerra económica asciende a
105% (...) Es una defensa preventiva", dijo el presidente Nicolás Maduro
al anunciar el aumento del sueldo mínimo este fin de semana.
Los venezolanos recibieron
2016 con un sueldo mínimo de 9.648,18 bolívares, más 6.750 del ticket de
alimentación. Esto representaba un ingreso mensual de 16.398,18 bolívares.
Desde este 1º de mayo, con
el incremento de 30% decretado por el mandatario para el salario y el de la
base de cálculo de los tickets –que pasarán de 13.275 a 18.585 bolívares--, el
ingreso mensual efectivamente se ha duplicado este año, para situarse en 33.636
bolívares.
En febrero fue el primero
aumento. En la misma fecha en que informó el tan esperado ajuste del precio de
la gasolina tras 17 años y un nuevo sistema cambiario, que ha llevado el dólar
no preferencial (Dicom) a un incremento de 83%, Maduro decretó el ajuste de 20%
del sueldo mínimo y el de la base de cálculo del cesta ticket. Así, llevó el
ingreso a 11.577,81 bolívares más los 13.275 del bono alimenticio. Total:
24.852,81 bolívares al mes.
En consecuencia, el nuevo
sueldo supone un aumento de 8.784 bolívares, o 292,78 diario. Más aún, el ingreso
mínimo mensual representa 1.121,2 bolívares diarios.
Esa “defensa” frente a la
guerra económica que mencionaba el Presidente parece ser bastante floja, al
analizar qué puede comprar el venezolano con su sueldo mínimo, y teniendo en
cuenta que la canasta básica familiar llega a los 204.000 bolívares, según el
Cendas (datos oficiales no se divulgan desde 2014).
Si hablamos de desayuno, una
arepa en un famoso local comercial en El Rosal no baja de 950 bolívares, un
cachito en panaderías ronda los 450 y un croissant está en 500. Un jugo natural
se ubica en no menos de 400 y el café está en 120 el pequeño y 240 el grande.
Quizá la opción más barata es una empanada, en 250 bolívares.
Para almorzar, en la misma
arepera, un chupe es lo más económico: 1.520 bolívares. Los platillos completos
ya superan bastante los límites: chuleta ahumada en 2.630; pollo a la canasta,
3.180; bisteck de solomo, 2.670; y filet de atún en 3.130.
En una panadería que también
ofrece almuerzos, en un centro comercial de Chacaíto, la comida promedio está
en 1.800 y 2.100 bolívares.
En una pollera cercana, un
combo solidario de seis alitas es la alternativa más accesible, en 1.220
bolívares. Ya un cuarto de pollo con dos contornos sube a 1.700.
Y, en un local de comida por
peso, medio kilo de comida está en 1.900, y si se trata de carne o pollo, se
eleva a 2.100.
Un pasticho individual puede
conseguirse en 1.050 y una pizza pequeña, para una persona, con su bebida se
ofrece en 1.580.
Mientras, un carrito
callejero tiene perros calientes en 380 y la hamburguesa más barata en 1.500.
El ajuste del salario solo
puede alcanzar a quien opte por desayunar una empanada y un café pequeño, y
almorzar dos perros calientes en la calle. Esto suma 1.130 bolívares. Sin
incluir cena, pasaje ni otros servicios básicos.
Una hamburguesa en la calle
equivale casi al ingreso mínimo diario del venezolano
“Ahorita los venezolanos
medio comemos”
Si algo está claro, al menos
para las personas consultadas este lunes por Contrapunto, es que nada se
logra con el aumento salarial, mientras la inflación siga incontenible.
“Es para nada suficiente. Es
como echarle un maíz a un gallo, que se lo come inmediatamente. No tiene
incidencia para nada”, dice tajantemente la señora Silene Sanabria, educadora
jubilada y escritora.
El último indicador oficial
del aumento de precios en el país, dado a conocer en febrero por el Banco
Central de Venezuela (BCV), dio cuenta de una variación de 180,9% en 2015. El
Fondo Monetario Internacional vaticina que este año la inflación cerrará en al
menos 500%.
Para el caraqueño, no es
necesario saber en detalle esta cifras, pues su efecto lo viven a diario. “Ni
porque aumenten el salario es suficiente, si la inflación está súper alta.
Aumentan el sueldo, pero también la cesta básica. Eso no te alcanza ni para
comer. Ya ahorita los venezolanos medio comemos, porque nada alcanza, y de paso
tienes que pasar el día haciendo una cola para conseguir dos productos”, se
queja Fabiannys Salazar, una joven madre de 25 años.
Ella trabaja en un
restaurante de comida rápida, y como según el final de su cédula, le
corresponde comprar artículos regulados los viernes, debe pedir ese día libre y
trabajar los domingos. “Pero llevo dos viernes que no consigo nada”, remata.
Para Sanabria, con todo este
panorama inflacionario, “el sueldo mínimo debería estar al menos en 100.000,
incluso ajustándonos el cinturón”.
Y agrega que comer en la
calle no es una opción. “¿Cómo te vas a comer un almuerzo en 2.000 bolívares,
si no ganas 2.000 diarios?”, puntualiza. Para sobrevivir, con su sueldo de
jubilada, se ayuda con lo que le mandan sus sobrinos del exterior.
María Salas, una ingeniera
de sistemas que reside en Barinas, señala que “el Gobierno debería detener la
inflación y luego hacer un aumento. Cada vez que hay un aumento de salario, que
igual no alcanza, aumenta todo”.
Su compañero Carlos Piña
señala que incluso él, que no gana salario mínimo, debe restringirse de muchas
cosas para cubrir solo lo básico: alimentación y servicios. El joven dice que
no sale en las noches ni compra ropa. “Creo que deberían eliminar el control de
precios y que las empresas puedan fijarlos”, estima.
¿Aumentarán precios?
En los comercios de comida
visitados este lunes por Contrapunto no había consenso en torno a si
el incremento del salario mínimo se traduciría en aumento de precios de los
productos que ofrecen.
En la arepera Misia
Jacinta, su encargado comentó que lo que más incide en ajuste de precios es la
constante subida, casi semanal, de los costos de los insumos. La carne, el
pollo, la charcutería, los refrescos, servilleta, papel higiénico, dice, llegan
cada vez con un monto distinto.
Por ello hace un mes
hicieron el último ajuste en el monto de sus servicios y hasta pasaron de ser
un establecimiento 24 horas a cerrar a las 6:00 de la tarde.
Desde la semana pasada, el
puesto de perros calientes y hamburguesas ubicado en Chacaíto tiene nuevos
precios. El perro caliente pasó de 300 a 380 y la hamburguesa de 1.000 a 1.500,
la más barata.
La razón es la misma: el
aumento de los costos. “El pan de perro pasó de 1.400 a 2.000”, dice el
encargado, quien prefirió resguardar su nombre.
En los comercios estiman que
los aumentos de precios son inevitables ante la indetenible inflación.
En Praga Café, en el Centro
Comercial Expreso, seguramente harán una revisión de precios tras el aumento
salarial, explica su encargado, Alcides Roa. Ya hace dos meses él aumentó los
montos al público, pero la inflación constante le obliga.
“Todo aumenta. El azúcar, la
harina de trigo, los huevos. Una caja de huevos me costaba 20.000 hace dos
semanas, y el viernes pedí otra, y me dijeron que eran 28.000. El pollo estaba
en 2.900 y llamé hoy y me dieron nuevo precio: 3.500”, precisa.
Ha optado por reducir las
cantidades que pide. “Antes pedía para 15 días, ahora solo para que me dure
tres”, comenta.
03-05-16
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