San Josemaría 11 de septiembre de 2021
@sJosemaria
Humildad
de Jesús: en Belén, en Nazaret, en el Calvario... —Pero más humillación y más
anonadamiento en la Hostia Santísima: más que en el establo, y que en Nazaret y
que en la Cruz. Por eso, ¡qué obligado estoy a amar la Misa! (“Nuestra” Misa,
Jesús...). (Camino, 533)
Quizá,
a veces, nos hemos preguntado cómo podemos corresponder a tanto amor de Dios;
quizá hemos deseado ver expuesto claramente un programa de vida cristiana. La
solución es fácil, y está al alcance de todos los fieles: participar
amorosamente en la Santa Misa, aprender en la Misa a tratar a Dios, porque en
este Sacrificio se encierra todo lo que el Señor quiere de nosotros.
Permitid
que os recuerde lo que en tantas ocasiones habéis observado: el desarrollo de
las ceremonias litúrgicas. Siguiéndolas paso a paso, es muy posible que el
Señor haga descubrir a cada uno de nosotros en qué debe mejorar, qué vicios ha
de extirpar, cómo ha de ser nuestro trato fraterno con todos los hombres.
El
sacerdote se dirige hacia el altar de Dios, del Dios que alegra nuestra
juventud. La Santa Misa se inicia con un canto de alegría, porque Dios está
aquí. Es la alegría que, junto con el reconocimiento y el amor, se manifiesta
en el beso a la mesa del altar, símbolo de Cristo y recuerdo de los santos: un
espacio pequeño, santificado porque en esta ara se confecciona el Sacramento de
la infinita eficacia. (Es Cristo que pasa, 88)
Tomado
de: https://opusdei.org/es-ve/dailytext/aprender-en-la-misa-a-tratar-a-dios/
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