María de los Ángeles Graterol 13 de septiembre de 2021
En las
primeras y segundas olas migratorias de venezolanos, la mayoría tenía estudios
postdoctorales, universitarios y técnicos. Las más recientes incluyen personas
más jóvenes, con menos estudios y poca experiencia laboral, lo cual deriva en
más dificultades para su inserción en el mercado laboral formal
La
diáspora venezolana, que ya alcanzó los seis millones de personas, supone un reto
importante para los países de acogida en la región que, lejos de ser
primermundistas o potencias mundiales, afrontan sus propios problemas
internos. Aun así, han hecho un gran esfuerzo por generar políticas de
inserción laboral e integración social para los connacionales, puesto que
significan un aporte monetario y de capital humano importante.
Para
noviembre de 2019, cuando la población de venezolanos en América Latina y
el Caribe rondaba los 3,8 millones, el Fondo Monetario Internacional
(FMI) estimaba que entre 2017 y 2030, gracias a la contribución de la
migración venezolana, el Producto Interno Bruto (PIB) de las naciones
receptoras aumentaría entre 0,1% y 0,3%, siendo Colombia la más beneficiada
por ser la que más criollos alberga. Para el 5 de septiembre de 2021, según la
Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela de
Naciones Unidas (R4V) , la cifra de connacionales en la región aumentó a
4,9 millones, lo cual supondría un impacto mayor.
De
acuerdo con la Cámara
Empresarial Venezolana Peruana (Cavenpe), en Perú, por ejemplo, el segundo
país con más venezolanos, durante 2020, a pesar de la pandemia, el
saldo fiscal neto que dejó la migración venezolana fue de 138 millones de
soles, equivalentes a 39.944.394 dólares, con los que se podría haber comprado
3.328 ventiladores mecánicos para hospitales o 308 kits de una
camilla, un ventilador y tres bombonas de oxígeno para unidades de cuidados
intensivo; o construido 70 escuelas públicas.
Tomás
Páez, coordinador del Observatorio de la Diáspora Venezolana, dijo a TalCual que
la capacidad emprendedora de los migrantes venezolanos es bastante amplia y que
no solo aportan por consumo de bienes y servicios sino que también crean nuevos
negocios. Dice que si Perú llegase a registrar una salida masiva de la diáspora
venezolana, podría haber una caída del PIB «muy gruesa», porque implicaría una
fuga de capital productivo.
Migración,
fuente de empleo y productividad
Hasta
final de 2020, en la nación andina ya había alrededor de 3.000 empresas
registradas en la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración
Tributaria (Sunat) con accionistas venezolanos, las cuales generaban fuentes de
empleo directos e indirectos para la población peruana.
En
2018, 7.000 residentes venezolanos en Colombia con edad de trabajar se
identificaron como empleadores en la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH).
Dieron trabajo a poco más de 18.000 personas que vivían en ese territorio, lo
que se traduce en que el 1% de esa población generó 2,7 de trabajos por
empleador, una proporción cercana a los 3,9 puestos generados por el
2% de los colombianos empleadores.
Karina
González es parte del 16% de la fuerza laboral de venezolanos en Colombia que
trabaja en servicios de comida (122.730 según Proyecto
Migración Venezuela). Montó un emprendimiento gastronómico de comida
venezolana en Bogotá tras perder su trabajo en un restaurante por la llegada de
la pandemia.
Al
menos cinco personas se benefician de forma directa en términos de empleo a
partir de su cocina oculta. Además, sus proveedores son colombianos y también
propios venezolanos, que le distribuyen productos como el queso de mano y demás
materiales que necesita para hacer las arepas, tequeños y empanadas que ofrece
en su menú.
«Hay
planes de expandirnos así que vamos ahorrando para poder hacerlo. Con el apoyo
de mi esposo y de unos amigos con experiencia en el marketing digital
nos han ayudado con el manejo en la redes sociales de la marca, y gracias a
esto nos contactó Rappi Colombia. A partir de ahí crecimos más debido a que es
la principal plataforma de pedidos en Bogotá», comenta.
El
Banco de la República de Colombia proyectó en octubre de 2020 que la migración
venezolana en Colombia sumaría hasta 0,33 puntos al PIB de 2021.
¿Hacia
dónde avanza la inserción laboral en la región?
Desde
2015 hasta 2019, aumentó entre 1% y 7% el volumen de la población
venezolana en Argentina, Colombia, Chile y Brasil. En Perú superó el 35%.
Para
hacer frente al éxodo masivo, estos países emplearon mecanismos de
regularización migratoria ordinarios y extraordinarios. Al día de hoy, el
Estatuto de Protección Temporal para venezolanos, impulsado por el gobierno de
Iván Duque en territorio colombiano y por
Joe Biden en Estados Unidos, son solo dos de los instrumentos que han
aplicado en la región para aumentar la inclusión de los migrantes a la fuerza
laboral formal de los países receptores.
Si
bien esa integración de los refugiados venezolanos supone a corto plazo un reto
económico considerable para los países de acogida, en el mediano y largo plazo
estos podrían impulsar su crecimiento, tal es el caso de Colombia que, según
dijo el ministro de Hacienda José Manuel Restrepo, tendría un gasto
migratorio de seis billones de dólares, pero en el futuro podría generar
ingresos de hasta 11,5 billones de dólares gracias a la diáspora.
Además,
en aquellas naciones en donde hay déficit de recursos humanos, es conveniente
construir vías de legalización para cerrar esas brechas, como lo sugiere el
informe de la oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para
América Latina y el Caribe Aporte de las personas refugiadas y migrantes venezolanas
frente a la pandemia de la covid-19 en los servicios esenciales de salud.
El
organismo indicó que en naciones como Argentina han optado por promulgar
decretos que autoricen de forma excepcional y temporaria la contratación de
personal sanitario titulados en el extranjero, aun sin un título
legalizado. Medidas similares se tomaron en Roraima, un estado brasileño, en el
país austral, México y Perú, lo cual ha permitido que hasta el momento por lo
menos 20.000 médicos y técnicos venezolanos del sector salud se hayan
incorporado a su área de trabajo para hacerle frente al coronavirus.
Sin
embargo, incluso antes de la llegada de la enfermedad, afirma la OIT, los
venezolanos ya eran enviados a hospitales de zonas rurales de los países en los
que estaban, por deserción laboral o falta de personal nativo.
Mientras,
en Brasil, con la «Operación Acogida» en marcha, que se encarga de reubicar a
migrantes en centros urbanos, para descongestionar las ciudades
fronterizas, y proporcionarles refugio temporal y coordinarles opciones
de empleo, la
plataforma R4V redobla sus esfuerzos por crear vínculos entre sus
asociaciones y empresas privadas, para conseguir alianzas laborales.
Desde
que empezó la pandemia, mensualmente más de 1.000 venezolanos son reubicados de
forma segura gracias a ese programa. En total, 675 municipios acogieron
refugiados y migrantes, incrementando las oportunidades de integración a lo
largo del país. En Roraima se experimentó un crecimiento significativo de su
producción agropecuaria, incluidas las castañas de Brasil y algunos tipos de
ganado, atribuido a la fuerza laboral migrante.
«En el
estado de Santa Catarina, 77 venezolanos aseguraron puestos de trabajo en las
industrias de alimentos y muebles. En esa misma entidad, los socios de R4V
ofrecieron cursos de costura a 30 venezolanos, como parte de un acuerdo de
cooperación con Renner, uno de los
minoristas de ropa más grandes del país», reseña la plataforma en su portal
web.
Tomás
Páez, el sociólogo experto en migración, recalcó en entrevista con TalCual que
la mayoría de la migración nuestra tiene estudios postdoctorales,
universitarios o técnicos. No obstante, ese mismo organismo internacional
señala en el estudio Migración desde Venezuela: oportunidades para América y el
Caribe, publicado en febrero de 2021, que ese era el perfil de los que
salieron en las primeras y segundas olas migratorias. Las más recientes
incluyen personas más jóvenes, con menos estudios y poca experiencia laboral.
Ello
ha generado que más población venezolana labore en el sector informal de la
economía de sus países receptores, al igual que lo ha hecho los largos plazos
para dar respuesta a gestiones de legalización de títulos y los altos costos de
las visas, que permitirían la regularización y con ello una inserción el
mercado formal.
Tomado
de: https://talcualdigital.com/migracion-venezolana-la-cara-de-productividad-y-emprendimiento/
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