Raúl C. 07 de enero de 2022
El 5
de diciembre de 2021, Julio Borges decretó el fin del gobierno interino (GI)
que preside Juan Guaidó: “No está cumpliendo su razón de ser y por eso debe
desaparecer completamente”, zanjó el líder de Primero Justicia (PJ) y quien,
paradójicamente, ocupaba el cargo de canciller de esa estructura desde el año
2019. En esa misma conferencia de prensa, aseguró que presentaría ante la
Asamblea Nacional (AN) electa en 2015 un plan para la eliminación del
interinato, hecho que nunca ocurrió, sino que acudió ante la Comisión Delegada
el 16 de diciembre para repetir y suavizar algunas de sus ideas sobre el GI y
la unidad opositora.
Sin
embargo, un mes después de haber hecho el planteamiento, nada parece haber
salido bien en la estrategia de Borges y, junto a la suya, la de otros sectores
de PJ.
Los hechos
En
principio, el fundador de Primero Justicia no contó con el aval unánime de su
propio partido sobre la eliminación del interinato. Posteriormente, el partido
aurinegro presentó ante la AN una reforma del Estatuto que Rige a la Transición
que, aunque proponía quitar poderes a la presidencia interina y crear una
especie de gobierno parlamentario, no desaparecía el interinato tal como
propuso Borges. El 27 de diciembre de 2021 el Parlamento la aprobó en su
primera discusión.
El 3
de enero de 2022, luego de la crítica de importantes sectores (el abogado Allan
Brewer Carías consideró que la propuesta constituía “el suicidio del régimen de
transición”, y José Ignacio Hernández dijo que era
inconstitucional), el Parlamento de 2015 aprobó en segunda discusión una reforma del Estatuto a
la Transición que en poco se parece al plan inicial de Borges. El partido debió ceder aspectos neurálgicos de su primera
propuesta:
-En
representación política: Guaidó no solo tendrá la única tarea de ser el representante
de la AN a nivel internacional y el representante de Venezuela para la
protección de activos, como pretendía PJ con la primera reforma, sino que podrá
designar a representantes diplomáticos, así como a los representantes de las
juntas administrativas ad hoc (deben ser aprobados por la Comisión Delegada).
Por otra parte, el presidente interino no estará subordinado a la Comisión
Delegada sino que se amplía su control ante toda la AN, como corresponde
constitucionalmente.
-En el
manejo de fondos: la figura de la Procuraduría Especial, que aspiraban a
eliminar del Estatuto, seguirá existiendo como ente conductor de la estrategia
jurídica para la defensa de los activos. Asimismo, renunció al “fideicomiso”
–cuestión a la que también se había referido Borges como un mero título más que
detallar su funcionamiento– como único mecanismo para la reestructuración del
manejo de fondos.
No
obstante, Primero Justicia logró que Voluntad Popular también cediera en varias
de sus posturas. En resumen, el partido que lidera Leopoldo López y del cual
viene Guaidó aceptó poner una nueva fecha para el final del interinato (2023) y
no tener un carácter ilimitado hasta lograr las “elecciones libres”; derogar
algunas comisiones presidenciales y reducir la delegación diplomática; así como
que el presidente interino y el procurador especial presenten mensualmente -o
cuando la Delegada lo solicite- un balance de los juicios y gastos relativos a
la protección de los activos.
No
pierden por igual
A
pesar de que tanto PJ como VP hicieron concesiones para aprobar el Estatuto que
Rige a la Transición, para el politólogo Enderson Sequera el partido aurinegro
“perdió la pulseada” contra la formación naranja y, en consecuencia, tiene un
mayor costo político para ellos. A su juicio, la reforma aprobada “es una
derrota para Primero Justicia, pero también para el resto de los partidos del
G4 que querían implementar esa especie de gobierno parlamentario de la
propuesta inicial”.
En
específico, Sequera considera que es una derrota política para Borges, por
haber anunciado “la muerte” del interinato y que luego se haya aprobado por
unanimidad, incluyendo los votos de su propio partido, la continuidad del GI.
Asimismo, el politólogo atribuye a Borges la responsabilidad de que Primero
Justicia no haya reunido los votos necesarios para acabar con el interinato.
Esgrime dos factores:
La
primera, por la “incoherencia” de Borges. “Denunció la corrupción dentro del
interinato del que fue canciller sin mostrar una sola prueba y con una renuncia
a destiempo. Eso afectó su credibilidad e hizo que sus potenciales aliados se
cuestionaran sus intenciones”. La segunda, por lo “extremista” que fue al no
plantear una reforma estructurada, con consensos dentro y fuera de Venezuela,
sino su eliminación.
El
politólogo Walter Molina, en tanto, advierte que se debe ser cauteloso a la
hora de extrapolar las responsabilidades de Borges a todo Primero Justicia,
debido a que no es un partido “homogéneo”.
“Julio
Borges y Tomás Guanipa siguen siendo las cabezas de Primero Justicia, al menos
en su estructura, y eso de por sí les sigue dando una importancia más allá de
la historia que los precede. Pero la última elección del partido fue hace mucho
tiempo, por lo cual es difícil saber si alguien más está dispuesto a medirse y
comenzar a llevar la batuta. Así que la fortaleza o debilidad de ellos solo la
podemos medir en situaciones como estas en donde, al menos esta vez, no pudo
imponerse”, argumenta Molina.
Sin
más que el interinato
La
indefinición en Primero Justicia con respecto al gobierno interino, coinciden
los politólogos, pasa por los distintos frentes abiertos que tiene el partido y
por no proponer una alternativa clara, efectiva y que aglutine apoyos tanto en
Venezuela como en la comunidad internacional.
Molina
resalta la debilidad del interinato por falta de apoyos internos y externos,
más allá de que los partidos hayan llegado a un acuerdo de manera unánime para
reformar el Estatuto para la Transición. No obstante, paradójicamente sigue
siendo la opción menos débil dentro de la oposición al régimen.
“Salvo
lo referente al manejo de los activos y la creación de un fideicomiso propuesto
por Julio Borges, no he leído o escuchado una propuesta real, estructurada y
contundente que pueda sustituir al gobierno interino y a la AN de 2015 que, en
palabras del propio Juan Pablo Guanipa, no son un fin sino un medio. O al menos
esa debería ser su función. Pero cuando hay muchos egos en juego, estas
herramientas, lejos de usarse para reacomodar, organizar y avanzar, terminan
siendo una discordia. Mientras eso sucede, Maduro sigue armando el tablero a su
gusto”, comenta el politólogo.
A
juicio de Sequera, en cambio, en PJ hay tres alas con distintas tendencias o
estrategias visibles, aunque ninguna mejor que el interinato. Una de ellas es
la de Borges, ya mencionado. La otra que señala es la de Juan Pablo Guanipa
(vicepresidente de la AN), que apuesta por la continuidad del GI pero haciendo
ajustes para reducir la burocracia, mejorar la transparencia y no perder el
foco de “enfrentar a la dictadura”. Y por último, el ala de Capriles, quien se
apoya en la vía electoral “si hay o no condiciones, como lo demostró las
elecciones regionales del 21 de noviembre”.
“Entre
la propuesta de Juan Pablo Guanipa y la de Capriles, la única que puede tener
cierta viabilidad y aportar al cambio político es la de Guanipa. Está claro que
la continuidad de la presidencia encargada no es condición suficiente para el
cambio, pero eliminarla del todo, como plantea Borges, e ir a una ruta
electoral sin condiciones, como sugiere Capriles, retrocedería décadas de lucha
contra el chavismo”, asegura el politólogo.
Ante
esa diversidad de voces discordantes dentro de PJ, Molina y Sequera coinciden
en la necesidad de que PJ abra un proceso de renovación de sus liderazgos. “Si
no pueden ponerse de acuerdo a lo interno, ¿cómo pretenden dirigir a toda la
oposición frente a una fuerza devastadora y peligrosa como el régimen de
Maduro? Si no hay orden en casa, difícilmente lo habrá fuera de ella”,
cuestiona Molina.
Capriles
y el gobierno interino
Con
respecto al ala de Capriles, el debate parece ser más amplio. Molina explica
que, contrario a Borges, ha sido un referente en la oposición y que por lo
tanto es una voz importante tanto dentro de la disidencia al régimen como
dentro de PJ, aunque no por ello sus planteamientos o críticas sean acompañadas
por el partido. De hecho, el politólogo recuerda que mucho antes que Borges,
Capriles apostó por la desaparición del interinato y lo definió como “gobierno
de Internet”.
Capriles
volvió a criticar la continuidad de la AN de 2015 este 5 de enero, horas
después de la instalación del Parlamento. “Hoy se oyeron discursos que solo
quedarán en los oídos de una parte de la dirigencia”, escribió en Twitter, y
emplazó a cambiar el “statu quo”. Las respuestas fueron contundentes
incluso dentro de las filas de PJ. El excandidato a concejal en Caracas, Jesús
Armas, le respondió: “¿Por qué es diferente esto que dices del resto de los
discursos? Parece un reclamo vacío y sin intención propositiva”.
Sobre
el interinato, Capriles se ha limitado a identificar fallas. Para Molina, esto
evidencia una agenda diferente: las elecciones presidenciales previstas para
2024. En consecuencia, para Sequera la continuidad del gobierno interino no
afecta a Capriles como sí lo hace a Borges, ya que este último fue el
Canciller, sino que su descrédito pasa por lo que, en su opinión, fue el
“fracaso” de las pasadas elecciones regionales:
“Luego
del fracaso del 21N, la maniobra de Capriles, que buscaba desplazar a Guaidó
del liderazgo nacional y de la interlocución con la comunidad internacional,
fracasó. Quiénes lo apoyaron antes del 21N porque pensaban que la oposición iba
a ganar 8 o 9 gobernaciones, al ver los resultados de las regionales,
entendieron que sería una enorme torpeza política eliminar la presidencia
encargada”, opina Sequera.
Con la
debilidad de Primero Justicia no basta
El
aparente fracaso de la estrategia de Borges, la división de Primero Justicia y
la falta de propuestas reales para lograr el cambio en Venezuela por otra vía
que no sea el gobierno interino, sin embargo, no implica la fortaleza de VP.
“Que
Voluntad Popular le haya ganado (a PJ) la pulseada por renovar el interinato un
año más, no quiere decir que se hayan acabado las diferencias o que pasarán a
ser el líder incuestionable de la oposición venezolana. Todo lo contrario. Las
diferencias entre los principales partidos políticos en Venezuela van a
continuar, porque no son diferencias semánticas o de forma, sino de fondo”,
sostiene Sequera.
Por
otra parte, Molina señala que dentro de VP también hay fracturas, muchas de las
cuales quedaron en evidencia el 21N, cuando parte de las bases del partido
decidieron apoyar esos comicios a pesar de que la directiva, especialmente
López, se opusieron a participar por considerar que no había condiciones.
Considera que el partido debe enfocarse en, al menos, la última parte del
mantra que instalaron en 2019: conseguir las “elecciones libres” para salir del
régimen de Maduro.
“Por
todo esto, es fundamental que dentro de los partidos tengan una idea clara de
los objetivos, la estrategia y las tácticas. Una vez logrado eso, debe darse un
debate sincero entre todos ellos (el G4, pero también la Causa R, Encuentro
Ciudadano y muchos más), para avanzar en una agenda en común que por alguna vez
ponga a Venezuela por delante de los egos y los cálculos electorales. Si no
pueden lograr eso, jamás estarán preparados ni para conseguir que a lo interno
del chavomadurismo surjan grupos que jueguen a una transición, ni mucho menos
gobernar un país donde 8 de cada 10 personas son pobres”, concluye Molina.
Tomado
de: https://eldiario.com/2022/01/07/consecuencias-primero-justicia-gobierno-interino/
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