Ismael Pérez Vigil 10 de abril de 2022
Ciertamente,
cómo negar que no se están aplicando los controles de cambio y precios; la
profusión de “bodegones” llenos de productos importados; que los anaqueles de
los supermercados y bodegas estén más abastecidos; que la hiperinflación esté
cediendo; que −según dicen− la economía haya crecido un 4% en 2021 y que se
espere un crecimiento de 8% en 2022; que el precio del dólar esté más estable;
que haya más dólares circulando en la economía; que el precio del petróleo se
ha elevado y con ello los ingresos del Estado; que haya perspectivas de aumento
de producción petrolera, que ocurra la devolución de bienes expropiados −El
Sambil de La Candelaria, como ejemplo más llamativo− a sus legítimos dueños,
etc.
Cómo negar, repito, que todos esos favorables indicadores de mejoras estén influyendo positivamente en la percepción y eventualmente en la condición y calidad de vida de los venezolanos y hasta que esté influyendo en que algunos de los que se habían ido del país estén regresando o consideren hacerlo.
Pero
todo esto hay que matizarlo, para evitar que nos pretendan mostrar un país más
allá de la realidad, una fantasía económica, o tener una especie de “ilusión de
armonía”, de la que hablaba el título del famoso libro del IESA de 1988; veamos
unos pocos detalles, solo para ilustrar el punto.
Hechos
en contexto…
ü Los
controles de cambio y precios no se han eliminado, se ha pospuesto o aplazado
su aplicación, pero pudieran regresar en cualquier momento, como ya ha ocurrido
en el pasado.
ü No
solo los “bodegones”, en todo el país podemos o podremos ver productos importados,
pues se han eliminado restricciones e impuestos a las importaciones, incluyendo
el IVA, cosa que en sí no es negativa, pero que está mermando recursos al
Estado, que “sacrifica” ingresos fiscales −que de todas maneras no tendría por
la caída de las importaciones que veníamos sufriendo−; pero, lo grave es que se
está dejando sin protección arancelaria a la producción nacional, que tiene que
competir en desventaja con productos importados, terminados, y no tiene
condiciones adecuadas de financiamiento para importar sus insumos.
ü Por
otra parte, si bien la escasez ya no es el tormento de años anteriores, pues
los anaqueles de supermercados, mercados populares, abastos y bodegas populares
están mejor surtidos, pero de productos a precios a los que no tienen acceso
muchos venezolanos, cuyos ingresos no han crecido como lo ha hecho esa
producción que abastece los anaqueles.
ü Ya no
tenemos hiperinflación, pero la inflación en 2021 fue por encima del 600%, la
más alta del mundo y aunque este año mejore, seguramente terminaremos
nuevamente con el dudoso registro de volver a tener la inflación más alta del
mundo.
ü Por
mucho que la economía haya crecido en 2021 y crezca en 2022, se necesitarán
varios años para que ese crecimiento nivele al PIB que teníamos a finales del
siglo pasado, cuando comenzó este oprobioso régimen; ni siquiera podrá nivelar
al PIB del 2013, cuando se inició el régimen madurista.
ü Que
haya más dólares circulando es un signo positivo; porque entre otras cosas
expresa la solidaridad de los venezolanos en el exterior que no olvidan a
familiares y amigos; pero, no podemos ocultar los intentos del régimen de
“bancarizar” esos recursos sin ofrecer garantías y de intentar apropiarse de
una parte de ellos, limitando las operaciones interbancarias en dólares y con
un desafortunado y confuso impuesto, difícil de aplicar, como se está
demostrando, ruinoso para la economía y las empresas.
ü Que se
devuelvan a sus legítimos dueños del sector privado algunos activos de los que
el gobierno se apropió ilegalmente con la farsa de las “expropiaciones”, no
significa ni mucho menos que se restablecen las garantías a la propiedad
privada, sino simplemente que el régimen se deshace de activos que arruinó, no
supo manejar, ni poner a producir.
ü Que
estemos en las puertas de una crisis energética mundial y haya un aumento en
los precios del petróleo, no significa que el régimen está en capacidad de
aprovecharla e incrementar la producción petrolera de una industria que
destruyó, como tantas otras.
Los
anteriores son solo ejemplos para poner las cosas en contexto; no pretendo
hacer una descripción completa ni detallada de la inadecuada o claramente falsa
interpretación de las cifras, sería un insulto a la inteligencia de los
lectores, que se dan cuenta perfectamente de lo que ocurre; y de todas maneras,
seguramente, no lo voy a hacer mejor que connotados especialistas en la
materia, que han opinado al respecto y demostrado la falsedad de la imagen que
pretende crear el gobierno. Me interesa más evaluar cuales son las estrategias
políticas de los distintos sectores del país, con relación a estos hechos −que
innegablemente ocurren− y como, con base en ellos, definen sus estrategias
políticas
La
estrategia del gobierno
El
gobierno, con su mirada puesta en las elecciones presidenciales del 2024,
prepara el terreno para mantenerse en el poder, que es lo único que le
interesa. De manera que, todo lo bueno que pueda ocurrir, lo atribuye a su
“política económica” −hasta risiblemente reclama un premio Nobel− y todo lo malo
se lo achaca a las sanciones internacionales y a las medidas económicas en
contra suya por parte de los EEUU. Aunque el gobierno va disparado hacia el
2024, si ve que las condiciones empeoran, si el camino se le empieza a torcer y
deja de ser favorable, ya tenemos la experiencia, es capaz nuevamente de mover
la fecha de la elección, aplazarla o adelantarla a placer, según le sea más
conveniente.
La
estrategia de otros sectores…
En el
sector no oficial −pues ya no se puede decir que todo es oposición−, las
estrategias son tan variadas como la imaginación puede permitir. Comencemos por
el sector que, según algunas encuestas, es uno de los más favorecido por la
opinión pública, o el menos rechazado: los empresarios. (Desde luego excluyo de
ese grupo a los llamados “bolichicos” o “enchufados”, que no son empresarios
sino oportunistas, creciendo a la sombra y respondiendo a los intereses del
régimen, aunque representen ciertas oportunidades de negocios para algunos de
los “Amos del Valle”)
… de
los empresarios
Los
verdaderos empresarios, maestros en la sobrevivencia, tras un aciago
“Socialismo del Siglo XXI”, que ya tiene varios años arruinando al país,
siempre tratarán de aprovechar los resquicios de apertura que se les brindan y
también tratarán siempre −como reprochárselos− de colarse por los intersticios
que deja la ineficacia del gobierno, que ni siquiera sus propios controles sabe
aplicar, y aprovecharán cualquier oportunidad que se presente. Pero mantendrán
en sus gremios y asociaciones la posición crítica contra “el cerco” destructivo
que se les ha tendido durante 23 años y contra una política económica y social
que ha arruinado a la industria y a todo el país.
…
otros empresarios
Pero
hay también otros empresarios −y sus asesores−, que tratan de aprovechar, un
poco más allá, las ventajas que han percibido de esa supuesta “apertura” e
innegables condiciones algo más favorables, tratando de mejorar su producción o
la inversión y propugnan por autoconvencerse y convencer a otros, que es
necesario o posible “estimular” la economía y la inversión más allá de lo que
los indicios permiten asegurar. Sin caer en ningún tipo de descalificación o
señalamiento personal, tampoco puedo hablar de “normalidad” económica, de
“mejoría” para describir lo que está ocurriendo en el país; creo que hacerlo,
como expliqué más arriba, es un despropósito, una completa fantasía o deseo que
“las cosas pasen” y que no resiste un análisis serio y formal; hacer de unas
pocas “mejoras” el basamento de una actitud o posición política que desconozca
la realidad de un país arruinado, con su población sumida en la pobreza, sin
servicios básicos −agua, electricidad, salud, educación, transporte público,
etc. −, es totalmente una ficción. Me parece además una estrategia
políticamente equivocada, aunque económicamente pueda tener algún asidero
temporal o prever algún resultado, cuya permanencia nadie puede garantizar. De
lo que se trata es de buscar un cambio permanente, no meramente cosmético,
táctico, que se puede revertir en cualquier momento y sobre el cual el régimen
es quien tiene el control. Se puede hacer política sobre utopías, pero no sobre
ficciones o deseos de que las fantasías sean realidad.
…sociedad
civil y partidos políticos
En el
terreno de la sociedad civil y de los partidos políticos, por supuesto siempre
hay un sector muy radical, que le niega el agua y la sal a cualquier acción de
gobierno, que dice que todo esto no es más que un espejismo, que no se le puede
creer nada al régimen −y no les falta razón, por cierto− y que embarcarse en el
camino de los empresarios y analistas “positivos”, no solo es un error, sino
que profieren toda clase de epítetos y calificativos, donde lo más suave son
los señalamientos de “grave traición”. Sin embargo, se ciegan ante una realidad
económica evidente y eso probablemente les resta credibilidad con el pueblo.
Una
estrategia más correcta
Sin
llegar a los extremos de cegarse y tapar con un dedo lo que ocurre, hay que
definir una estrategia para explicar y dar respuestas coherentes a lo que está
ocurriendo. Se trata, políticamente hablando, de reconocer que todo cambio que
traiga alguna mejoría para el pueblo sufriente del país, es positivo y en
consecuencia hay que aprovecharlo; pero, al mismo tiempo no creo que se puedan
plantear alternativas intermedias y se debe seguir la estrategia firme: que la
crisis humanitaria que vivimos solo se resuelve con un cambio político en la
conducción del país; las supuestas “mejoras”, se deben aprovechar siempre, pero
cuidarse que no sean más que intentos del régimen para reacomodarse, de
“ceder”, siempre y cuando no se afecte lo más mínimo la retención del poder,
que es la verdadera clave de la miseria en la que estamos sumidos.
En
otras palabras, la estrategia debe ser la de explicar claramente como estamos
en esa “ilusión de armonía”, de la que hablé al principio; se trata, sí, de que
la gente del pueblo aproveche todas las oportunidades que se presentan, por la
demagogia del régimen, pero que no crea que el gobierno ha cambiado de rumbo
económico y político, por emprender o tolerar unos pocos cambios; lo que
corresponde, por tanto, es continuar el proceso de organización para sacar el
mejor partido político a los procesos que se presenten, sean de negociación,
sean procesos electorales o sea cualquier otra alternativa; demostrar que aún
sin marines, sin ejército y sin una fuerza armada, estamos en la disposición de
recuperar la democracia.
Ismael
Pérez Vigil
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