Luis Ugalde S.J. 16 de junio de 2022
Es evidente que América Latina no tendrá un futuro esperanzador si no logra enrumbarse con al menos un par de décadas de crecimiento sostenido, combinado con sistemática y creciente reducción de la pobreza. Las llamadas “izquierda” y “derecha” al llegar al poder no pueden ser exitosas sin incorporar lo que en su campaña unilateral ha proclamado como detestable: la «izquierda” necesita ingredientes de “derecha” y esta de la “izquierda», para lo cual tienen que evitar lo prometido a sus seguidores. Miremos a Chile, Brasil, Perú, Venezuela… En Brasil, Bolsonaro con miopía de “derecha” fracasó, el número de pobres creció y la economía languidece; pero Lula tiene que «desizquierdizarse» para ganar y hacer un gobierno exitoso. Mientras no se cure la miopía, la pendulación entre derecha e izquierda seguirá revolcando a nuestros países entre el fracaso y la impotencia. Necesitamos políticos-educadores de conciencia pública que sean como médicos pragmáticos libres de prejuicios ideológicos y centrados en la cura efectiva del enfermo.
Pensemos
en las últimas elecciones de Perú y Chile, quien las gana tiene que gastar
tiempo, energía y popularidad para demostrar que él no es lo que prometía su
etiqueta de “izquierda”: el Presidente de Chile, Gabriel Boric, que parece
inteligente y sensato, tiene que demostrar que no se opone a la empresa
privada, que no está de acuerdo con el desastre venezolano, y nombrar ministros
que no espanten las inversiones, etc. Este desgaste en demostrar que no es lo
que se decía que era, le lleva a perder en los primeros meses un tercio de sus
votantes y en convencer a los que no se fían. En Perú desde el primer día
quieren destituir al “izquierdista” que eligieron, pues una cosa es el voto
protesta y otra la escogencia de una persona capaz de unir al país para
remediar graves problemas. En Colombia en la segunda vuelta prometen
«desderechizarse» y ya se discute cuál de los dos será peor para el país. Y por
ahí van grandes como Brasil, México y Argentina, y pequeños como Honduras y El
Salvador; mientras que en Nicaragua, Cuba y Venezuela los hechos y la ruina
nacional borran el paraíso que pintan las palabras.
Ningún
país tiene futuro si no es capaz de jugar en equipo en este campeonato mundial
que son la economía y la superación de la pobreza. En América Latina tenemos
200 millones de pobres, con pobre educación y pobre preparación ciudadana y
productiva, con lo que toda la sociedad está derrotada. Está claro que hoy en
el mundo no hay más economía que la capitalista. Por eso China y el Bloque
Soviético cambiaron su fracasada economía marxista estatista. Pero hay
capitalismos de vida y de muerte y la discusión pragmática está en cómo hacer
lo uno y evitar lo otro. La dinámica productiva requiere un modelo de inversión
para ser ganadores, promoviendo las potencialidades sociales de todos con buena
educación y salud básica, y generando en la sociedad nuevos niveles de
CONFIANZA y SOLIDARIDAD y oportunidades para el esfuerzo de todos. El de
“derecha” que llega al poder solo tendrá éxito si deja su miopía y pone
en marcha las mejores políticas sociales (salud, educación, confianza y
solidaridad…) casadas con las políticas productivas de creciente inversión y
productividad. También el de “izquierda”.
Un
ejemplo de fracaso. En Venezuela el régimen actual llegó para derrotar la
pobreza y ha logrado todo lo contrario: ahora somos pobres los pobres, la clase
media y los profesionales; hasta la banca es inmensamente pobre. Son hechos, no
ideología. La educación actual en nuestro país es pobrísima y la de los pobres
está en la indigencia; pero la más pobre es la más “izquierdista” aquella que
defendía la exclusividad estatal en el financiamiento y en la gestión. Si no
nos libramos de ideologías que disfrazan, no tendremos la deseada UCV (ni las
demás autónomas) vigorosa y renacida con financiamiento tripartito con aportes
del que se beneficia, del estado y de la sociedad, de diversos modos.
Esta solución (no hay otra) es bloqueada por quienes piensan que cobrar es
reaccionario; la educación es costosa y alguien la paga. Hay que buscar, sin
prejuicios ni bloqueos, la forma más razonable y diferenciada de cofinanciarla.
Por
ejemplo, en la educación preescolar y en la básica se necesita que las familias
de los niños se movilicen en solidaridad con sus maestros para que estos no se
tengan que ir de la escuela y del país para poder comer. Es un
escándalo que al final del año escolar, haya muchas escuelas del estado tan
deshechas y saqueadas como si hubiera pasado el enemigo y que el
gobierno-Estado tenga que hacer cada año inversiones millonarias para repararlas.
Las familias tienen que aferrarse a su escuela pública y cuidarla, pues
no hay repuesto. La escuela llamada “privada” es también pública, aunque no
exclusivamente estatal, sino de la sociedad. Con el modelo estatista
ideologizante cubano no hay futuro.
Así
mismo la economía expropiadora y estatizada ha demostrado en los hechos su
fracaso y su naturaleza reaccionaria. Por eso en Venezuela este régimen
estatizador de ayer quiere ser privatizador para poder sobrevivir en el poder.
Pero no hay solución con el juego de “derecha” y de “izquierda” (explotadores y
explotados), sino donde empresarios y trabajadores se reconocen y unen sus
capacidades y logran beneficios compartidos. Lo mismo para 80% de los
venezolanos, renacerán las escuelas y hospitales, públicos y tripartitos.
También es pública y tripartita la escuela “privada” que sobrevive
fortaleciendo la alianza escolar de familias, educadores y gobiernos sin
miopías de derecha o de izquierda.
Luis
Ugalde S.J.
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