Ángel Lombardi Lombardi 14 de junio de 2023
En un
Estado democrático, de sociedades abiertas, división de poderes y gobiernos
alternativos, ejercer el gobierno no implica ejercer el poder total. Este está
limitado por leyes y la diversidad de intereses que existen en el Estado
Constitucional. En Venezuela y otros muchos países, ser gobierno se sustenta
sobre la idea primitiva del «que manda» todo y todos se le subordinan y
terminan ejerciendo el poder más que el gobierno, en el sentido administrativo
del Estado democrático. Del aquí «mando yo» al «yo el supremo», aquí lo
llamamos presidencialismo o «monarcas sin corona» y llevamos dos siglos en
ello.
En la actual etapa política, inaugurada en 1999, Hugo Chávez logra ganar las elecciones de 1998 con respaldo popular y grandes expectativas. Muy temprano se pone de manifiesto el sesgo autoritario en el ejercicio del gobierno del novel gobernante de formación castrense, sin lugar a dudas hábil político.
Mientras
más crecía el descontento y la crítica más se acentuaba el autoritarismo y la
represión y cada vez era más difícil precisar si seguíamos siendo una
democracia. Ante la posibilidad de no poder sobrevivir a su grave enfermedad,
designa «a dedo» a su sucesor, Nicolás Maduro que logra imponerse en el proceso
electoral, en resultados todavía discutidos.
Maduro
lleva dos periodos y busca un tercer periodo, pero en el camino se terminó de
destruir la economía y se creó una crisis generalizada en todos los sectores a
la par que el gobierno se cerraba y se volvía más arbitrario y represivo. Más
que un gobierno realmente era un régimen empeñado en una hegemonía, sectaria y
excluyente y en la permanencia eterna en el poder.
Ya son
23 años y Maduro ha sido exitoso en su control del gobierno y el poder, él como
su antecesor también ha resultado un hábil político y con buenos asesores en
cuanto a permanecer en el poder aunque a nivel de gobernante es un
fracaso total igual como lo fue su mentor.
El
primer aspecto de este «éxito» se lo debe a las fuerzas armadas, ideologizadas
y al servicio del régimen y no a la Constitución y en segundo lugar es que han
sido muy hábiles en dividir a la oposición externa e interna y descabezar de
manera oportuna a posibles rivales, como en su momento lo fue Elías Jaua,
Rafael Ramírez, Tareck El Aissami, etc… Enfrentado al proceso electoral del
2024, Maduro ya candidato formal a continuar al mando, tiene la ventaja de los
recursos del gobierno, el poder de atemorizar y un año anticipado a la campaña
formal, de allí el programa con Maduro con nuevo look publicitario. Su
presencia física creciente en diversos escenarios nacionales e internacionales:
Brasil(Unasur) Turquía, Arabia Saudita…
La
oposición no la va a tener fácil y los tiempos apremian y la unidad sigue
siendo el objetivo esencial. ¿Democracia o dictadura? La respuesta definitiva
la tendremos en este proceso electoral 2023-2024.
Ángel
Lombardi Lombardi
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