sábado, 5 de diciembre de 2009

Memorias del Paro Nacional, 7 años después


Por José Sierra

En el año 2002, precisamente en la última quincena del mes de noviembre, muchos venezolanos nos dispusimos a dar la gran batalla al régimen de Hugo Chávez, nos preparamos para el gran paro nacional, liderizado por los empleados de PDVSA, sectores sindicales (la CTV), sectores empresariales (FEDECAMARAS), partidos políticos de oposición y amplios sectores de la vida civil de todas las tendencias.

Particularmente me prepare con mi familia y con mi pequeña empresa, paralice las obras que estaba ejecutando, una de ellas para el estado utilizando la excusa, válida por cierto de la falta de pago de valuaciones presentadas, liquide, adelante aguinaldos y utilidades a todo el personal llegando a un acuerdo beneficioso para ambas partes y los despache para su casa el 30 de noviembre.

Así lo hicimos muchos ciudadanos y sus familias, sabíamos que iba a ser una batalla monumental, sabíamos que el paro nacional comenzaría en breve, pero no sabíamos como terminaría, pero si estábamos dispuestos a poner las manos en el fuego aunque nos quemáramos, sabíamos que dé el resultado de esta protesta dependería el futuro del país en los siguientes años. Muchos de nosotros estuvimos dispuestos a arriesgarlo todo, absolutamente todo.

Los petroleros fueron las primeras bajas del paro cívico, pero estaban dispuestos a perderlo todo, a arriesgar lo que hubiera que arriesgar, para nosotros “Ni un paso atrás” para los rojos “Patria o Muerte: Venceremos”; pero cual no fue nuestra sorpresa cuando observamos a finales de diciembre que sectores que se habían comprometido a llegar hasta las últimas consecuencias recularon.

Ya en la última semana de diciembre el análisis de la situación indicaba que el régimen había ganado la batalla, las amenazas, los movimientos estratégicos del oficialismo, la falta de coraje y la cobardía de algunos sectores de la vida nacional lo indicaban claramente.

En primer lugar recularon los transportistas, que se comprometieron a plegarse al paro nacional y luego de las primeras escaramuzas y bajo amenaza del gobierno, le dieron la espalda al movimiento ciudadano y no se sumaron. En paralelo los banqueros (personajes sin alma y sin conciencia) que cuando les toco dar el golpe al régimen y paralizar la economía, no lo quisieron hacer bajo la amenaza de la nacionalización de la banca.

A los transportistas les ha ido muy mal, pues han recibido mucho palo por parte del régimen rojo, saben que están condenados a desaparecer, el hampa les mata algún compañero todas las semanas, el gobierno no les permite ajustes tarifarios que les permita mantener su negocio, repotenciar las unidades y seguir trabajando honestamente, les crean empresas estatales de autobuses con tarifas más bajas y les han negado la posibilidad de nuevos créditos para adquisición de nuevas unidades, tienes que ponerte la franela y la gorra roja para sobrevivir.

Los banqueros aparentemente les ha ido muy bien, mucho hemos escuchado que esta ha sido la mejor época para el sistema financiero, cuando más dinero han ganado, pero haciendo un análisis menos superficial de la situación sabemos que no es así. Los bancos privados están abarrotados de papeles del estado en sus distintas modalidades, papeles de deuda pública, bonos de PDVSA roja, las negociaciones con papeles comprados en bolívares y convertidos en dólares. Hasta ahora el estado ha honrado sus compromisos y por eso es que sus balances arrojan resultados fantásticos, pero lamentablemente están todos en las manos del estado todopoderoso, que cuando quiera le aplican el alicate y los ahogan. Siete años después el Comandante Presidente repite en cadena nacional que está dispuesto a nacionalizar la banca privada, sigue la misma amenaza. Mientras tanto el estado se ha dedicado a fortalecer su propio sistema financiero público que poco a poco desplazará al sistema privado… ah! Y para eso no nos falta mucho tiempo.

A los 23,000 trabajadores de la industria petrolera, la que no era roja, rojita, nuestra total y absoluta solidaridad, pues fueron ellos los que si perdieron todo, no han cobrado ni siquiera los fondos que tenían en las cajas de ahorro, menos aún sus prestaciones por los años de servicio. Afortunadamente la inmensa mayoría por no decir casi el 100% aunque pasaron tiempos muy difíciles, se pudieron sobreponer a la precaria situación en que quedaron y salieron adelante aquí en Venezuela, o en muchos países como emigrantes trabajando para empresas petroleras trasnacionales.

A los transportistas y banqueros, les esperan tiempos malos, en política los errores se pagan y cuando hay que arriesgar el pellejo y reculas, después lo pagas y normalmente a un costo muy superior.

José Sierra, colaborador de este Blog

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