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miércoles, 22 de agosto de 2012

El mercenario


Adolfo Taylhardat 22 agosto, 2012

El jueves pasado (09/08), durante un acto de proselitismo electoral, el presidente saliente anunció que hacía cinco días (03/08) había sido capturado un elemento de nacionalidad norteamericana de origen hispano, que tenía la “apariencia de un mercenario”. Según él, el individuo había ingresado a Venezuela proveniente de Colombia y tenía en su pasaporte entradas y salidas a Irak, Afganistán, Jordania, países cuyos gobiernos han sido derrocados. Dijo que le habían decomisado un cuaderno “lleno de coordenadas, el cual rompió para evitar que se conociera su contenido.” El führer aseguró que se estaba “investigando a fondo el caso y agregó: “quién sabe lo que habrá venido a hacer aquí”. “Sí nos llama la atención que faltando pocas semana para las elecciones pase esto”, destacó.

En otras declaraciones a los medios el presidente saliente se refirió nuevamente al caso y dijo: hay un señor detenido, es un ciudadano estadounidense. El hombre tiene formación militar, reconoce ser, o haber sido marine, y se niega a dar información. “Ya eso es sospechoso”.

Luego siguió el “tira y encoje” entre las autoridades norteamericanas y las venezolanas. En lugar de recurrir a la Embajada de Estados Unidos en Caracas, el Gobierno venezolano, no se sabe por cuál vía, informó directamente al norteamericano sobre la detención del ciudadano nacional de ese país. “No siguieron los canales regulares de notificar a nuestra embajada ni tampoco respondieron a nuestras solicitudes para darle acceso consular”, dijo el portavoz del Departamento de Estado. “Seguimos pidiéndoles que se comuniquen directamente con nuestra embajada en Caracas, que es la práctica diplomática estándar, y que nos concedan acceso consular”. Después de varios días el propio presidente saliente anunció que había aceptado una solicitud del Gobierno de EEUU para contactar al ciudadano estadounidense detenido.

Como era de esperarse, el führer no perdió la oportunidad para vincular este incidente con supuestos planes subversivos de la oposición y del “imperio” para interferir en  los resultados de las elecciones presidenciales de octubre próximo: “Estamos alerta sobre todo cuando vemos a voceros de la burguesía  y al candidato de la derecha  desconociendo al árbitro, diciendo que sólo reconocerán su triunfo en las elecciones”. El líder socialista frecuentemente ha mencionado “la posibilidad de violencia incitada por sus opositores con el respaldo de Estados Unidos”.

El misterio de la identidad del “mercenario” fue desvelado por el  periodista Casto Ocando, quien señaló que el individuo en cuestión no es “ni mercenario ni gringo” sino un dominicano, que se fugó de una prisión colombiana, donde estaba preso por ser narcomula. Aseguró también que el sujeto no había entrado a Venezuela por la frontera con Colombia sino por la puerta ancha, por el aeropuerto de Maiquetía. Se trata, dijo, de un “narcotraficante convicto de menor escala” quien se fugó a principios de agosto de una cárcel colombiana.

Para comenzar hay que preguntarse por qué el presidente saliente asumió el caso como propio. Por qué fue él quien personalmente hizo el anuncio de la detención y ha sido el único que ha hablado y proporcionado información sobre ese oscuro asunto. Cuál  el papel de los servicios de inteligencia o el de los ministerios del interior y de la defensa que serían las entidades competentes para ocuparse del tema.

En su primera declaración afirmó que el individuo detenido tenía la “apariencia” de un mercenario. Cabe preguntar, ¿cuál es la apariencia de un mercenario? La imagen que uno tiene de un mercenario es la que nos dan las películas: un elemento fornido,  musculoso, vestido con un traje de camuflaje, portando un arsenal de armas de las más modernas,  con correajes de municiones que le cruzan el pecho y una serie de granadas colgando del traje.

Resulta que el individuo detenido es un pobre diablo, de aspecto más bien debilucho y frágil, según se aprecia en la foto que acompaña el reportaje de Casto Ocando. La única arma que portaba era un cuaderno de notas personales.

“Sería incapaz de decir algo como eso si no es absolutamente cierto” ha afirmado el führer. Pero lo cierto es que esto tiene todas las características de otra de esas ficciones absurdas y extravagantes que inventa el presidente saliente y que seguramente ni él mismo se las cree pero piensa que los venezolanos somos imbéciles para dejarnos engañar y distraernos de lo verdaderamente importante que es la campaña del candidato de la Unidad y la tendencia ascendente que registra su candidatura con el apoyo que recibe de los venezolanos.

Toda esta patraña huele mal y tiene mucha semejanza con los tristemente famosos casos del “testigo estrella” del caso de Danilo Anderson y de los “paracachitos”.


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