Por Adriana
Vigilanza, 10/10/2012
El nefasto amanecer del 8 de octubre, un silencio lúgubre embargaba toda
Caracas y probablemente, a toda Venezuela. Fue el grito de voces acalladas.
Porque la certeza del triunfo de Capriles ya flotaba en el ambiente. Pero su
aceptación sin ambages del triunfo del eterno Presidente, nos desconcertó. En
lo particular, no puedo dejar de pensar en que “no me cuadra”.
Es verdad que, para mí, la elección entre Capriles y Chávez estaba
fácil. Soy abogado y me enseñaron a respetar unas cosas que se llaman
“Constitución” y “leyes”. Además, soy Católica. Así que también me enseñaron a
respetar la vida y la propiedad ajena. El chavismo, ni respeta la Constitución,
ni respeta la vida o los bienes de quienes lo adversamos. Y como Capriles es
abogado y católico, pues era mi esperanza de reencontrarme con el Derecho y la
paz, en mi país. Por eso me causa tanto desasosiego el resultado electoral.
En todo caso, como mujer de leyes sí puedo afirmar que ese resultado no
provino de una elección auténtica. Empezando porque nunca sabremos si la
máquina respetó el voto de cada elector, pues al día de hoy, ya proclamado
Chávez, no ha aparecido sino el 2.5% de las Constancias de Verificación
Ciudadana. Esta es la constancia donde los testigos dejan sentado que abrieron
las cajas que fueron sorteadas al azar, al final del proceso electoral, para
revisar si concordaban la papeleta donde aparece el voto de cada elector, en
ellas depositado, con los votos que computó la máquina y que se reflejan en el
Acta de Escrutinios, que la máquina emite y se transmite al CNE. Contar con esta
constancia es la única real garantía de respeto al voto, si éste se ejerce,
como en Venezuela, a través de una máquina. La auditoría técnica de la máquina
y su sistema, no es garantía alguna para el ciudadano de a pie, pues él no
tiene capacidad para entenderla. Menos, en un entorno de exagerada corrupción,
como el que se sufre en Venezuela.
Lo cierto es que el sistema electoral actual (“SAI”), es muy vulnerable
a esta realidad. Un Presidente que tiene los recursos del petróleo a su
absoluta disposición y que no lo piensa para usarlos en compra de votos y en
formar su propio aparato represivo. A eso se añade que la falta de cultura –y
valores- de una parte importante del electorado, lo hace muy manipulable, con
dinero (el que esté ejerciendo el poder dispone de eso sin límites) o con
miedo. Lo que lastima es saber que los que se prestan a vender su voto y los
que se prestan a hostigar a los disidentes son, en su mayoría, venezolanos.
En este sentido, Chávez se aprovechó de un caldo de ignorancia y
necesidades, “perfeccionándolo” para que trabaje para él. Ese caldo, en buena
medida, es culpa de lo que él llama la “Cuarta República”. Pero él no lo
cambió, sino que lo aderezó con odio y adoctrinamiento mediático. Si “la
Cuarta” se volvió clientelar, al menos no adoctrinaba y no sembraba odio. Y si
violaba la Constitución, era en ocasiones muy contadas y no siempre con éxito.
La separación de poderes, aunque sea medianamente, existía. En fin, la
“Revolución” se quedó con lo malo de “La Cuarta”, pero destruyó sus virtudes:
el pluralismo político, la infraestructura construida a lo largo de 40 años, la
igualdad entre venezolanos. Y nos dividió en 2 bandos bajo el más absurdo de
los criterios: que los que no lo queremos a él, estamos al servicio de los
EEUU. Cuando el 80% del petróleo que le permite a él la compra de los abusadores
y de conciencias, viene de los EEUU.
Aparte de eso, con Chávez el venezolano conoció el verdadero abuso de
poder. Jamás en nuestra historia democrática, salvo con Chávez, hubo una
campaña basada casi exclusivamente en amenazas, de toda naturaleza, por cierto,
bajo la etiqueta de un corazón, algo bien cínico. Amenazas a los empleados
públicos. Amenazas a los beneficiarios de “!misiones”. Amenazas sobre el
supuesto “paquete neoliberal” del candidato Capriles. Y peor que eso, amenazas
a la integridad física de los votantes, a través de grupos armados pagados con
dinero público (que descaradamente hasta usan vehículos con el logo de la
estatal petrolera, PDVSA), que merodeaban los centros de votación, secuestraban
testigos, obligaban a la gente a ir a votar y a votar por Chávez. En una cuenta
de correo que se creó para estas denuncias, verifica441@gmail.com, ¡ya
hay miles de ellas!
Pese mi enorme frustración con el resultado electoral del 7 de octubre y
pese que lo califico de fraudulento.-porque fraudulento es todo lo que he
descrito- es gratificante saber que por lo menos 6 millones de venezolanos, que
es imposible que seamos todos “oligarcas” o empleados de los EEUU, estamos
decididos a salir del régimen. Y podemos también afirmar ahora, sin dudas, que
muchos otros lo deben estar también, sólo que en ellos privó el miedo. Por
ahora…
Eso contrasta con la valentía de jóvenes humildes que, absolutamente
destrozados por la perspectiva de que Chávez los mande seis años más, salieron
a la calle a manifestar su incredulidad sobre los resultados electorales del 7
de octubre. Algunos de ellos acudieron a la Plaza Altamira, en Caracas. Al
abordarlos nos decían: “Prefiero morir ahora, defendiendo mi voluntad y mi
patria, que esperar a morir en manos del hampa, que es el destino más seguro
para un joven venezolano”. Oír esto nos partió el alma.
Desde la oposición formal, desafortunadamente, nadie se solidarizó con
esa gente. Antes bien, se les regañó duramente Los medios muy poco los tomaron
en cuenta. Algunos comentaristas muy Caprilistas, incluso se burlaron de ellos.
Por poco no se parecen al innombrable conductor de “La Hojilla”. La protesta
fue calificada por un Alcalde de oposición de "inoportuna" e "inconveniente".
Pero ¿acaso no son dignos de explicaciones?‘. A las 7:30pm el Jefe de Campaña
de Capriles, Armando Bricket, dijo que “venían horas de alegría”, Y no había
pasado 1 hora cuando el comando del candidato farsante (el reelecto), lo
desmintió. Hasta esa hora, Capriles aventajaba al candidato-eterno. Después de
poco tiempo, esa tendencia se revirtió. ¿Cómo entender eso?
La oposición debe investigar todo lo ocurrido y especialmente, por qué
hay tan pocas Constancias de Verificación Ciudadana. Por respeto a esa gente que
puso todo su empeño y esperanza en salvarse del comunismo, apostando por
Capriles, debe exigir más garantías al CNE. Ya tiene con qué. No compartimos
esa tesis que dice que no hay que exigir condiciones electorales porque eso
genera abstención. Abstención y suspicacia genera que ni siquiera se lo
intente.
Aunque tengamos que seguir votando, pues esa es nuestra arma de esta
lucha, creo que el 8 de octubre los únicos que nos sentimos verdaderamente
perdidos fuimos los ciudadanos que respetamos la moral y las leyes.
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