Entrevistas marzo
de 2014
En medio de las marchas en Venezuela,
Juan Pablo Bieri, fue detenido por la Guardia Nacional. Gracias a un periodista
de Globovisión se supo que estaban dentro de una tanqueta, rumbo a quién sabe
dónde. El pasado sábado en la noche, el periodista Juan Pablo Bieri, junto con
su compañero, vivieron momentos de pánico en medio de enfrentamientos de
manifestantes con miembros de la Guardia Nacional: “Nosotros viajamos el jueves
a cubrir las protestas y el orden público en Caracas y la situación estaba bien
caliente. El sábado había una marcha del gobierno, la cubrimos y en las horas
de la noche terminaron enfrentándose manifestantes con miembros de la Guardia
Nacional. Quedamos metidos en medio de los dos bandos. La Guardia Nacional se
acercó a nosotros y sin importarles que les decíamos que éramos prensa y que
teníamos nuestros equipos, nos pegaron, insultaron y nos sometieron”. –
¿Qué
sucedió cuando los retuvieron?
–
La palabra mágica era decir: ¡Prensa,
somos prensa internacional, por favor no nos golpeen! Les gritábamos que no nos
confundieran en medio de los golpes. No alcanzamos a decir nada más, porque nos
cogieron como a dos ladrones y luego nos metieron a patadas en la tanqueta. –
¿Qué
pensó en ese momento?
–
Cuando estábamos mirando hacia el piso
y con las manos entrelazadas arriba sin poder hablar, pensé en mis hijos y en
mi esposa; le pedí mucho a Dios, le pedí mucho a mi viejo, que se fue de este
mundo hace cuatro meses, que me ayudaran. –
¿Pensó
que lo iban a matar? –
No sé si a matar, pero la situación
era muy tensa. Al lado nuestro había más detenidos, a ellos les pegaban muy
fuerte delante de nosotros. Eran estudiantes venezolanos. Pensaba que si esto
se lo hacían a ellos, quién sabe qué podían hacernos a nosotros si creían que
yo era un infiltrado o un espía. –
¿Qué
hicieron cuando golpeaban a estos jóvenes? –
Nos quedamos callados. Uno ahí no
puede hacer nada, pero me dolió mucho. Había un joven que no estaba metido en
la protesta, caminaba por ahí; le hicieron quitar los zapatos, le pegaron en la
planta de los pies, lo maltrataron verbalmente todo el tiempo, lo sometieron
completamente. Fue muy impactante porque sientes que te lo van a hacer a ti en
cualquier momento. Si uno levantaba la cabeza, se exponía a que le pegaran un
cachetadón. –
¿Cuánto
tiempo duraron en la tanqueta?
–
Fue una hora y media, la más macabra que he
vivido, bajo intimidación como en la dictadura militar de Pinochet; una cosa
como La noche de los lápices (en Argentina). Le decía a mi compañero que se
tranquilizara, que íbamos a salir de ahí, porque él es mucho más joven. Lo que
pasó fue muy grave porque sencillamente los periodistas están siendo amenazados
por la Guardia Nacional y cualquier disculpa les sirve a ellos para decir que
hacían parte de la protesta. –
¿Les
quitaron los equipos?
–
Sí, pero luego los devolvieron. Nos
quitaron los celulares, les sacaron fotocopia a mis dos pasaportes (uno colombiano
y el otro suizo). Irónicamente el comandante del operativo me dijo: “Juan
Pablo, ya lo tenemos identificado y por cualquier cosa lo podemos ubicar en
Bogotá”. –
¿En
tono amenazante? –
Sí, todo el tiempo fue un tono de
amenaza y de intimidación. –
¿Cómo
lograron que los liberaran?
–
¡Fue un milagro! Nadie sabía que
nosotros estábamos dentro de la tanqueta, solo cuando se abrió la puerta para
meter a más detenidos mi compañero alcanzó a ver a un periodista de Globovisión
que pasaba por ahí y le hicimos señas. El se acercó y por medio de una hendija
lo saludamos, entonces él le dijo al conductor de la tanqueta que éramos
periodistas. Ahí me tranquilicé porque ya había alguien que nos había visto.
Luego apareció el coronel que maneja el operativo, nos sacó de la tanqueta. Nos
robaron los celulares y nos sacaron plata colombiana en efectivo, pero eso era
lo menos preocupante; era la base de datos en el celular, las fuentes y hasta
fuentes de la oposición. El coronel nos sacó de ahí y nos ofreció excusas y dijo
que si hubo un exceso de fuerza, que los perdonáramos. Hice un paso en cámara
donde digo que esta fue la tanqueta donde nos retuvieron, y nos fuimos. Aún
seguían los gases lacrimógenos, las piedras… -
¿Con
quién se comunicó? –
Con mi esposa (Isis Durán) teníamos unos
protocolos de comunicación. Habían pasado diez horas sin que me hubiera
comunicado, ella empezó a tuitear que no tenía comunicación conmigo, y cuando
pasaron cuatro horas más, ella se comunicó con Álvaro García, el director, y
con otros periodistas. Cuando llegué al hotel, como a la 1:30 am, logré hablar
con ella y le conté lo que había pasado; ella fue muy valiente, me tranquilizó.
–
¿Cómo
fue esa noche en libertad?
–
Me quedé con mi compañero, para no
separarnos. Esa noche no pudimos dormir. Al otro día tuve comunicación con el
noticiero, fuimos a la embajada, donde quedó claro que no estaba garantizada
nuestra seguridad; nos fuimos en el carro de la embajada al aeropuerto, nos
regresamos para Bogotá. –
El
reencuentro con su familia, ¿cómo fue?
–
Venía muy sólido y con el trabajo en
la cabeza. Llegué el domingo en la noche, mi hijo de 7 y el de 2 años abrieron
la puerta con mi esposa, ya era tarde y era para que estuvieran dormidos, pero
me estaban esperando, los vi, me abrazaron como si hubiera pasado un año, y en
ese momento me desbaraté. Sentí que los puse en riesgo. Todo eso te hace pensar
en la balanza de la vida, hasta dónde puedes llegar en tu trabajo, porque ya no
estás solo; pero también hay otra cara: cuando mi hijo vio el noticiero me dijo
que quiere ser como yo cuando sea grande. Hay algo por dentro que llena a
cualquier periodista, y es que la misión se cumplió.
Juan Pablo Bieri | El Tiempo de
Colombia –
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