Miguel Méndez Rodulfo Caracas, 4 de abril de 2014
Con la devaluación de Sicad II, el
régimen acaba de coronar una serie de jugadas que le dejaron al país, al cierre
del primer trimestre de 2014, un aumento de precios de alimentos de la cesta
básica y dos devaluaciones de gran dimensión. En cifras puntuales, Sicad I
implicó una devaluación de la moneda de 80%. Por otra parte, el aumento de
precios de las carnes y los lácteos, trajo aparejado un incremento de 20% en el
valor de esos productos. Además, Sicad II significó una pérdida del bolívar con
respecto al dólar de 723%, si se le compara con la tasa de cambio de 6,30, ó
una devaluación de 380%, al cotejarla con la tasa de 11,83. Si consideramos que
durante todo 2013 la mayoría de los precios estuvieron signados por la tasa de
6,30, aunque otros tuvieron como reflejo la tasa promedio de subasta de 10,80
bolívares por dólar; aun así, la inflación terminó llegando a 56%. La pregunta
que debemos hacernos es: ¿Con todo este panorama negro, a cuanto llegará el
nivel inflacionario en este desventurado 2014?
Pregunta difícil de responder, aunque
lo que sí es fácil imaginar es que será mucho mayor que la inflación habida en
2013. Por lo pronto, personeros gubernamentales han trivializado el impacto
inflacionario de estas medidas. El presidente del Banco Central de Venezuela,
dijo que gracias al Sicad II, el precio del dólar paralelo había descendido
para ubicarse entre los 50 y 60 bolívares, lo que significaba el sistema había
permitido “una gran revalorización de la moneda”. Lo tragicómico del asunto es
que lo que antes se satanizaba y no se podía ni siquiera nombrar, ahora se
reconoce como un factor de beneficio a la economía. Por su parte, el presidente
de la Comisión permanente de Finanzas y Desarrollo Económico de la Asamblea
Nacional, sostuvo que el actual sistema de bandas para la administración de
divisas “no representa una devaluación del bolívar sino la convivencia de tres
mercados de divisas”, algo en lo que no concuerda el economista José Guerra al
reconocer éste la existencia, no de tres tasas, sino de cuatro (incluyendo al
dólar paralelo).
Para el presidente del Instituto
Nacional de Estadística (INE), la implementación de la segunda versión del
Sicad no representa una devaluación de la moneda, tal como han declarado
algunos economistas y el presidente de Fedecámaras. Para él, este nuevo sistema
"va a ofertar aproximadamente un 8% de las divisas” del mercado, por lo
que no puede ser interpretado como devaluación”. Si lo que dicen estos
funcionarios fuese verdad, en Venezuela no hubiese habido en los últimos 11
años una inflación de 2.000% en el rubro de alimentos y bebidas, con precios
controlados, dólar fijo y leyes restrictivas a la actividad económica. Lo
cierto es que, por ejemplo en 2013, los precios tendieron a formarse alrededor
de la tasa de Sicad I (10,8 Bs./US$), y no de la tasa de 6,30, como quedó
evidenciado con la inflación registrada de 56%.
Si el control de cambio funcionara y
los precios controlados también, la economía fuera otra, no ésta en la que el
índice de desabastecimiento ha llegado al inverosímil umbral del 50%, aunque el
BCV se niegue a reconocer y publicar este indicador. La devaluación que nos
deja Sicad II estaba cantada, lo que no suponíamos es que fuera tan rápida y
tan brutal. Otra vez el régimen juega como prestidigitador a realizar una
jugada audaz, mientras el país tiene concentrada su atención en las protestas.
La inflación que se nos avecina superará el 100%, sino hay otra devaluación
sorpresiva y artera, con la que este gobierno madurista pretenda tapar su
tronera fiscal con el dinero de nuestros bolsillos, en vez de realizar los
recortes de gastos, sanear sus finanzas y ordenar la economía, como haría
cualquier gobierno serio ¡Cuidado con Semana Santa, vacaciones de agosto y
cualquier feriado en el que se haga un “puente”.
Caracas, 4 de abril de 2014
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