Miguel Méndez Rodulfo 27 de noviembre de 2014
Es una novedosa gestión de financiación
masiva de proyectos que utiliza a internet como el poderoso puente de
comunicación entre personas que reamente es, para levantar recursos financieros
en forma colectiva, de manera de poder llevar a cabo emprendimientos cuya
financiación no estaría dispuesto a apoyar el sistema bancario. El crowdfunding
se fundamenta en donaciones que hacen mecenas o en aportes que realizan
inversores; en todo caso se trata de conectar a personas con recursos
económicos que estén dispuestas a ayudar a materializar los proyectos de otra
gente que tiene buenas ideas. Visto así, este mecanismo financiero de los
particulares se basa en el altruismo del ser humano, en el deseo de servir y
ser útil. Esto, por supuesto es muy cierto en el caso de los mecenas, pero
también aplica al caso de los inversores, aunque parezca inaudito, ya que al
ser proyectos no financiables por bancos, es porque el porcentaje de fracasos
es muy alto, cuestión que no desanima al inversor, que sabe que de cada 20
proyectos que financie, sólo uno o dos de ellos serán exitosos; sin embargo los
18 restantes habrán generado empleo, dinamizado la economía y de alguna manera,
hecho avanzar la tecnología e incluso la ciencia.
Los proyectos a financiar por este
novedoso sistema, abarcan casi todos los órdenes de la vida: tecnología,
ciencia, arte, política, empresas, sociedad, ONG, etc.; así crear un robot,
investigar un nuevo fármaco antidepresivo, diseñar un videojuego, publicar un
libro, elaborar un disco, hacer una película, financiar una campaña, evitar la
quiebra de un periódico, son algunos de los miles de ejemplos que se podrían
mencionar. Por supuesto se trata de personas con efectivo para hacer
inversiones, pero no estamos hablando de fondos de inversión ni de pensiones,
ni tampoco de empresas aseguradoras ni bancos, por lo que las sumas a aportar o
invertir por persona no suelen ser muy grandes, de allí el valor de lo
colectivo que logra acopiar cantidades importantes de dinero que se pone a
disposición de los proyectos.
Esto ha generado un nuevo sector
financiero que requiere regulación, por ello tanto USA como Europa, están en
eso. Ahora existen muchas plataformas en internet especializadas en
crowdfunding, incluso sectorizadas por áreas: tecnología, robótica,
entretenimiento, cultura, biotecnología, etc., que prestan un gran servicio
(aunque cobran por él) a emprendedores que antes no tenían manera de concretar
sus ideas. A los mecenas se les da una compensación más allá de la satisfacción
moral de haber contribuido: un agradecimiento publicado en la web, un presente
simbólico (calendario, franela, libro o disco autografiado), invitación al bautizo
o inauguración, etc. A los inversores se les da una participación en las
acciones del proyecto o un beneficio de las ganancias. Este financiamiento
colectivo se orienta fundamentalmente a las ideas innovadoras; es decir, no
apoya negocios tradicionales sino ideas nuevas que rompan paradigmas y que en
consecuencia hagan avanzar al mundo. Toda esta masa de capital que antes no
estaba a disposición de gente innovadora, de gente joven con proyectos, permite
pensar que la evolución de la ciencia, la tecnología y la economía, acelerará
su paso.
WhatsApp
compañía fundada en 2009, que es propietaria del servicio de mensajería
móvil más usado en el mundo, con 600 millones de usuarios, cuyo valor al inicio
de sus operaciones era de cientos de miles de dólares, terminó costándole a
Facebook US$ 21.800, MM en 2014; mientras que Youtube fue adquirida por Google
en 2006 por US$ 1.650 millones. Estos precios de adquisición nos dicen que la
valoración de estas compañías tecnológicas se ha apreciado mucho. Hoy día todo
inversor espera encontrar su nuevo Twitter. Estamos en plena eclosión de la
sociedad del conocimiento ¿Cómo se inserta Venezuela en esta realidad?
Caracas 27/11/2014
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