Por Miguel Velarde, 18/11/2014
No puede haber dialogo con presos políticos.
El experimento de Unidad, que comenzó el año
2006 de cara a la elección presidencial y que con el paso del tiempo se
formalizó y mejoró, fue sin duda exitoso y es visto como ejemplo incluso más
allá de nuestras fronteras. La capacidad de varias agrupaciones políticas con
ideologías, visiones e intereses diferentes de sentarse en una mesa y lograr
acuerdos es digna de reconocimiento.
El principal incentivo para este proceso fue
electoral. En búsqueda de candidaturas unitarias, ya sea por primarias o por
consenso, los partidos estuvieron dispuestos a entenderse para incrementar sus
posibilidades en las diferentes elecciones desde ese momento hasta la fecha.
La evidencia más contundente del éxito de
esta causa no son necesariamente los resultados. La realidad es que se fracasó
en el objetivo más importante: lograr la Presidencia. Sin embargo, la
apreciación de la Unidad como concepto y de su importancia para enfrentar al
gobierno es innegable. Hoy, es un valor que comparte la mayoría de los
venezolanos y quien atente contra ella, lo hace contra el bien de todos.
Eso lo saben los partidos que,
circunstancialmente, se adjudicaron la dirección del ente coordinador de la
oposición, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), y desde hace algún tiempo
intentan usar a la Unidad como chantaje para mantenerse en sus puestos de
privilegio. No comprenden que tal organización se creó con fines electorales y
no como un ente político que deba decidir eternamente a nombre de toda la
oposición. Los últimos meses han evidenciado que los dirigentes de la MUD han
perdido la confianza de la gente.
La renuncia de Ramón Guillermo Aveledo a la
Secretaría Ejecutiva y la llegada de Jesús “Chuo” Torrealba con la promesa de
“mayor apertura e inclusión” le dio un respiro a la MUD que no duró mucho.
Aveledo había perdido el apoyo de varias de las toldas políticas que componen
la organización debido a lo que consideraban su parcialización con otras,
además de haber sido el promotor del “diálogo” a mediados de año que no fue más
que un gran engaño montado por el gobierno. Torrealba prometía un perfil más
popular, que auguraba recuperar la conexión con la gente, pero que desde un
principio se veía débil en la característica más importante que debe tener
cualquiera que ejerza ese cargo: la habilidad de negociar y operar
políticamente entre los partidos. El retorno de Aveledo, anunciado la semana
pasada, como “Coordinador Internacional” de la MUD y una “pieza clave” en la
elección de los candidatos para las elecciones del próximo año solo evidencia
la debilidad del liderazgo de “Chuo”.
La realidad es que hoy la “nueva” MUD tiene
dos objetivos prioritarios: retomar el diálogo y las elecciones parlamentarias
de 2015. Algo incomprensible con aún decenas de presos políticos, entre ellos
estudiantes y líderes políticos como Leopoldo López, Daniel Ceballos y Enzo
Scarano. No puede haber diálogo con presos políticos ni tampoco se le puede
pedir a la gente que vuelva a votar sin antes asegurarle a cada ciudadano que
nunca más le robarán su voto.
La MUD enfrenta hoy un dilema: quedarse del
lado de quienes buscan mantener sus parcelas de poder a costa de la democracia
y la libertad, o ponerse del lado del ciudadano, cansado de tanto engaño y
dispuesto a una lucha seria, con valor y valores.
Miguel Velarde
@MiguelVelarde
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico