Por José Domingo Blanco, 28/11/2014
“Se busca niñera, con pasaporte (no importa que esté vencido, eso lo
resolvemos rapidito), para trabajar con alto funcionario del gobierno.
Indispensable estar inscrita en el PSUV, usar franelita roja, tener una
estampita del Comandante Eterno en el monedero y comulgar con los ideales de la
Revolución. La candidata deberá estar dispuesta a salir del país cuando la
familia del funcionario así lo requiera, y tratar de ocultar la cara de
felicidad en las fotos que se tomará en la Torre Eiffel, los Alpes suizos,
parajes argentinos, mexicanos o brasileños (eso luce demasiado capitalista).
Ofrecemos viajes placenteros y gratuitos alrededor del mundo en los aviones del
Estado, sin controles de aduana, ni colas en inmigración, ni revisiones de
equipaje por parte de las autoridades aeroportuarias o Guardia Nacional
Bolivariana. Garantizamos dólares a granel, sin los límites que impone Cadivi a
los pendejos. No es necesario que tenga porte de armas. No comparecerá ante la
Comisión Presidencial Anti Corrupción, ni será interpelada en la Asamblea
Nacional. Abstenerse si no cumple con los requisitos”.
Si Chávez estuviera vivo: ¿cómo habría reaccionado ante el incidente de
la niñera de Jaua? ¡La niñera! No Elías Jaua, sino de su empleada doméstica
que, sin portar credenciales gubernamentales, con el sólo aval de tener un
vínculo laboral con el ministro, viaja gratis en los aviones de PDVSA y termina
privada de libertad por llevar un arma a Brasil. Quisiera pensar que Chávez,
sin titubear, y en plena cadena, lo habría removido del cargo. Porque Jaua -el
ex encapuchado de las protestas que se prendían en la UCV antes de la hegemonía
chavista- le llevó la contraria y todos recordamos cómo se ponía Hugo cuando no
cumplían sus órdenes. El difunto presidente fue contundente –de la boca para
afuera- al principio, contra ese comportamiento de la Cuarta. Vociferó que
lucharía contra ese flagelo y prometió que acabaría con las colitas en los
aviones de PDVSA. Pero, por los vientos que soplaron, como que ocurrió todo lo
contrario. No sólo siguieron los viajes en los aviones del Estado, el abuso de
poder está por doquier, sin tregua ni pausa. ¿De cuántos viajes más nos
enteraremos? ¿Cuántas horas de vuelos, cuántas millas acumuladas en PDVSA
Airlines, suman los funcionarios del gobierno? ¿Cuáles son los destinos
predilectos de estos pseudo revolucionarios que disfrutan, sin límites ni
controles, las mieles del poder? ¿Hasta cuándo nos verán cara de imbéciles?
Este grotesco asunto de las colitas revolucionarias no es más que el ejemplo
perfecto de la doble moral y el doble discurso que han manejado los parásitos
de la teta petrolera en los últimos tres lustros.
Y el comentario lo hago a propósito de los estupendos trabajos
publicados por los colegas Maru Morales y Hernán Lugo Galicia, quienes se han
dado a la ardua tarea de escarbar en el tema y meter el dedo en la llaga de un
nuevo caso de descarada corrupción revolucionaria. En estos años de Socialismo
del Siglo XXI hemos visto una serie hechos, extremadamente bochornosos,
protagonizados por la estirpe chavista, que no han pasado de ser algo más que
un potecito de humo que no se investiga, que no se sanciona, que no acarrea
mayores consecuencias para los implicados. ¿Para qué sirve la Contraloría en un
país como Venezuela? Quizá no haga mucha falta porque, desde hace tres años, no
tenemos Contralor ¿Para qué crear una Comisión Anticorrupción? Supongo que sólo
para condenar a nuevos chivitos expiatorios de poca importancia. El tema de la
niñera de Jaua es otra bofetada al ciudadano de a pie; sólo que esta vez parece
haber generado mucho malestar en la gente del PSUV y el polo patriótico,
quienes han manifestado su “arrechera” ante el viajecito en cuestión y la
pasividad con la que se lo han tomado en Miraflores.
Para que no queden dudas de que este desgobierno se burla
descaradamente de todos nosotros, la madrugada de este jueves, vimos por VTV a
Arreaza y a la almiranta-ministra Meléndez, en algo así como una especie de
operación comando, anunciándole al país que gracias al Cuerpo Nacional contra
la Corrupción, encabezado por Nicolás, los aeropuertos venezolanos amanecieron
tomados por la operación “Cielo Soberano”, un show mediático en el que
mostraron la inspección “científica” de las aeronaves comerciales, para luchar
contra la corrupción y el narcotráfico. Las inspecciones, según Arreaza, se
estaban llevando a cabo, simultáneamente, en los principales aeropuertos del
país para evitar que los aviones comerciales se utilicen para cometer hechos
irregulares. Y me pregunto, ¿esta Operación Cielo Soberano llegará hasta PDVSA
Airlines y el SATA (Servicio Coordinado de Transporte Aéreo del Ejecutivo)?
Porque, según los trabajos que hemos leído de Morales y Lugo Galicia, el vuelo
de la niñera de Jaua lo autorizó un funcionario del SATA. ¿Y quién es ese
funcionario? ¡Nada más y nada menos que Arreaza! ¿Eso no es corrupción?
“PDVSA Airlines anuncia la salida de su vuelo Nº 3897, con destino a
las mejores ciudades del mundo…Le damos la más cordial bienvenida a nuestros
distinguidos pasajeros. No es necesario que guarden sus armas en los maletines,
ni tampoco se requiere que pongan sus asientos en posición vertical. Si les
provoca, solo si les provoca, pueden abrochar sus cinturones de seguridad. Aquí
las leyes aeronáuticas las imponen ustedes…Estamos para servirles,
incondicionalmente. Por favor, siéntanse como lo que son: ¡los hijos de esta
Revolución! Una vez más, bienvenidos a bordo: ¿desean champaña y caviar antes
de despegar?”…¡no juegue!
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1
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