Por David Uzcategui, 23/11/2014
Si algo mantiene repotenciada la esperanza de los venezolanos en el
futuro, es la participación activa de la actual generación de jóvenes en la
política. Las universidades autónomas continúan siendo un hervidero de las más
variadas tendencias políticas, y son también lugares de debate y de fogueo para
los futuros liderazgos que tomarán posiciones de responsabilidad más pronto que
tarde.
Sin embargo, parte de la enseñanza tiene que ver con el juego limpio,
con la ética, con pensar con la cabeza fría y sobretodo, con saber perder.
Y estos comentarios los hacemos a propósito de las recientes elecciones
de la Federación de centros Universitarios de la Universidad de Los Andes, en
las cuales, acciones erradas condujeron a situaciones deplorables.
Desde esta tribuna nos hemos declarado como incondicionales defensores
de la Unidad como alternativa de poder para llevar a Venezuela por otro rumbo
de manera democrática. Por ello, desde siempre deploramos el hecho de que la
candidata de Voluntad Popular, decidiera postular su candidatura por fuera de
la coalición unitaria.
Quienes trabajamos por materializar una opción de gobierno diferente a
la que hoy está al frente de Venezuela, debemos ir con pie de plomo. “Paso
corto y vista larga”, decían nuestros abuelos.
Lamentablemente, no nos equivocamos. Y no hay satisfacción alguna en
decir que tuvimos razón. La precipitación de la candidata de VP en anunciar su
triunfo prematuramente y la posterior comprobación de que el bachiller Jorge
Eliezer Arellano fue el ganador, generaron hechos que deben ser condenados por
quienes trabajamos en favor de la democracia y de la civilidad, sucedan en el
escenario que sucedan.
La violencia por parte de individuos no identificados, el secuestro y
destrucción de material electoral y la agresión a estudiantes, nos regresan a
los peores usos de la política, a acciones que debemos desterrar con nuestra
más enérgica condena.
En política es muy cierto aquel dicho que reza” quien cede el paso, se
ensancha el camino”. El aprender a esperar es una de las más valiosas lecciones
sobre este complicado oficio, del cual se han escrito tantos libros, pero que
al final del día no se aprende sino con el ejercicio, con la constancia a
través de los años, y sobretodo, con los golpes que dan los reveses, más que
con el triunfalismo peligroso que inyectan los éxitos. Reiteramos una vez más
el llamado a la Unidad, en la cual creemos tercamente.
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