Luis Manuel Esculpí noviembre de 2014
Esta vez no madrugaron con el sonoro
ruido de la diana, el estrepitoso escándalo de los cohetes también estuvo
ausente. Fue a eso de las 9:30am recorriendo la caraqueñísima parroquia de San
Agustín percibí que la tranquilidad de la mañana dominical, se vio interrumpida
por un vehículo provisto de altoparlantes que hacía llamados desesperados
exhortando a concurrir para las votaciones. La ausencia de electores en los
centros de la zona era notoria y anunciaba lo que ocurriría durante todo el
día. Se aguó así la celebración de un cumpleaños. Simultáneamente en su
programa el personaje que antes se definía como expresión del "periodismo
de denuncia", rol ahora olvidado, reincidía al hacer propaganda al
gobierno a través de su encuestadora favorita, sin el menor rubor señaló que
más del 60% de los venezolanos evalúan positivamente la gestión de Maduro. El
contraste entre lo expresado en el programa televisivo y lo que se apreciaba en
la calle era más que evidente.
No hubo la acostumbrada celebración ni
los fuegos artificiales de otros tiempos, el encanto que alguna vez los
acompañó parece haberse desvanecido, están conscientes de ello, la simulación
resulta ahora más difícil, sus palabras carecen de credibilidad. El desencanto,
la apatía y la desilusión recorre sus filas. Sus afiliados reflejan el malestar
que recorre todas las áreas de la sociedad. Lo sucedido el domingo es una clara
señal del estado de ánimo de quienes han sido hasta ahora sus adherentes. Las
fuerzas democráticas tienen el desafío de encontrarse con ese descontento y
actuar en la dirección de erigirse como real alternativa y ser percibida como
tal.
Ese mismo día, pero en horas
vespertinas, sucedió un extraño incidente, que provocó la suspensión de los
actos previstos para clausurar y el merecido homenaje al escritor Eduardo
Liendo en la Feria del Libro de Chacao, y afortunadamente no paso de allí. Un
grupo de jóvenes enmascarados se dispusieron a cerrar la avenida frente a la
Plaza donde se realizaba la Feria, la Guardia Nacional tenía el
"pitazo" (esa "acción" fue convocada por la red) estaba desplegada
desde tempranas horas, también con máscaras antigases y equipos antimotines.
Ese incidente le permitió al gobierno desviar la atención de la inmensa
abstención en sus comicios. Por lo que no es una insensatez suponer que en
algunas acciones de ese tipo participan agentes provocadores, pues ellas no
favorecen los propósitos opositores, muy por el contrario terminan por
beneficiar al gobierno. No nos posibilitan aproximarnos al descontento, cada
vez mayor que se observa en las bases del oficialismo, reavivan antiguas aprehensiones
y prejuicios, hacia el comportamiento que identifican con el mundo opositor.
Existen posturas extremas que conciben la política como manifestación de
desahogo, sin proponérselo le hacen un magro servicio a la causa que dicen
defender. Resulta que el trajinar la ruta de la lucha social y política plantea
diversas y complejas exigencias, no comprenderlo y reducirla a la repetición de
clichés y consignas, siempre resulta estéril e improductivo.
Acotación: al culminar está columna
recordé una extraordinaria novela que leí hace tiempo de Jorge Semprún titulada
Aquel Domingo. La recomiendo.
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