Por Omar Barboza Gutiérrez / Diputado de la AN Lunes, 17
Noviembre 2014
Quienes sinceramente tenemos formación y
vocación democrática, pensamos que el respeto a la libertad de pensamiento nos
obliga a privilegiar el esfuerzo por convencer y descartar la imposición como
forma para defender la vigencia de nuestras ideas, y que el diálogo es el mejor
instrumento en una sociedad democrática
para avanzar sobre las bases sólidas de grandes consensos sociales.
Ante una crisis de las diferentes
dimensiones como la que hoy afecta a la población venezolana y a sus
instituciones, lo racional, lo civilizado, sería abrir un profundo diálogo con
la participación de todos los factores que puedan contribuir a su diagnóstico y
soluciones, para buscar salidas consensuadas, que constituyan bases eficientes
para cumplir con nuestra responsabilidad ante el país.
Lamentablemente eso no es posible en la
Venezuela de hoy, porque quienes deberían ser los primeros interesados en
transitar este camino, es decir, los que están en el poder, tienen dos
objetivos que son contrarios a la posibilidad de un diálogo constructivo que
parta del principio del reconocimiento a todos los sectores interesados con
respeto por su manera de pensar. Y esos objetivos se refieren en primer lugar,
a imponer su visión totalitaria de lo que debe ser el Estado y la sociedad
venezolana y en segundo lugar, conservar el poder como un fin en sí mismo y no
como un instrumento para lograr el bienestar general en un clima de libertad
plena para el ejercicio de todos los derechos ciudadanos.
Estamos hablando de las garantías
elementales para que la vía electoral, sea confiable para la gran mayoría de
los venezolanos que estamos convencidos, de que la solución de fondo a la grave
crisis que sufre nuestro país, comenzará cuando se produzca un cambio político
en Venezuela que restablezca la vigencia de todos los derechos ciudadanos y se
inicie un período definitivo de desarrollo integral, con justicia social y
libertad en nuestra nación.
Para ello es necesario que tengamos un
árbitro electoral equilibrado que cumpla con su deber constitucional y que
tenga la firmeza para garantizar la igualdad de las partes, en el próximo
proceso electoral nacional por realizarse que son las elecciones parlamentarias nacionales, en esas
condiciones no tenemos ninguna duda de que la gran mayoría de los venezolanos
votará por una Asamblea Nacional al servicio del pueblo, para sustituir a la
actual Asamblea que solo defiende al Gobierno, contrariando totalmente su
función constitucional. El cambio político comenzará por un Poder Legislativo
Nacional que de verdad esté al servicio del pueblo.
De tal manera que en nuestro criterio la
posibilidad de un CNE equilibrado, debe ser un punto previo a discutir si los
buenos oficios del Nuncio Apostólico y de los Cancilleres de Mercosur logran
restablecer el diálogo en Venezuela, sino hay sincera voluntad política para
eso, no se justificaría continuar ese esfuerzo, lo cual aumentará la amenaza de
que no sea posible la aspiración mayoritaria de una solución pacífica a la
grave división que ha producido la pretensión hegemónica del oficialismo.
Si es verdad que creen tener el apoyo de
la mayoría de los venezolanos, por qué
no contribuyen respetando la Constitución para que se exprese ante un
árbitro imparcial y sin ventajismo. ¿A qué le tienen miedo?
Diputado de la AN
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