Por
José Domingo Blanco, 13/02/2015
Para
Tarek William Saab, el nuevo Defensor del Pueblo, que tres muchachos
permanezcan privados de libertad, a cinco sótanos de profundidad, completamente
incomunicados, encerrados en celdas diminutas, gélidas como una cava de la
morgue, no es tortura. Que estos muchachos lleven cinco meses sepultados en
esos calabozos donde es imposible saber cuándo es de noche o de día, para el
Defensor del Pueblo, no es tortura. Que Lorent, Gerardo y Gabriel no escuchen
sino sus pensamientos transformados en gritos y la única luz que reciban sea la
de las lámparas incandescentes que jamás se apagan, no es tortura. Para Tarek
-quien ventila en su curriculum la Defensa de los Derechos Humanos, presidió la
comisión de DDHH de la Constituyente para la elaboración de la nueva Carta
Magna Bolivariana y a quién tantas veces oí reclamar por la libertad de
inocentes y condenados en esos años que los chavistas llaman la Cuarta
República- esta situación, no es tortura.
Quizá
porque no hay evidencia de morados o golpes, ni carne ensangrentada -al rojo
vivo- donde antes, alguna vez, hubo uñas; quizá porque tampoco lucen huellas de
grilletes ajustados en tobillos y muñecas. Tarek se escuda aludiendo a sus
apenas cinco meses en el cargo; argumenta que ya asignó a una Fiscal que
visita, con alguna frecuencia, a Lorent, Gerardo y Gabriel. Argumenta que lo
que hasta ahora han detectado es el retraso procesal, muy ligado a esas aberraciones
legales y jurídicas- que, nada tiene que ver, con las condiciones abyectas en
las que mantienen a estos tres jóvenes encerrados. Por eso, para él, los
sótanos del Sebin de Plaza Venezuela, no pueden calificarse como tortura, mucho
menos decir que quienes allí permanecen, sepultados en vida, están siendo
torturados.
Y
me voy a permitir transcribir un extracto del excelente artículo que
recientemente escribiera mi amiga, Adriana Vigilanza: “con Gerardo están Lorent
Saleh y Gabriel Valles. Detenidos en diferentes circunstancias. Los únicos que
pueden visitarlos son sus padres. No tienen teléfono, ni TV, ni libros. “La
Tumba”, su lugar de reclusión, consta de celdas aisladas que miden 2 x 3 metros
cada una. Están todas pintadas de blanco. Están allí, enterrados vivos,
víctimas de lo que la ONG Justicia y Proceso Venezuela, dirigida por la Dra.
Theresly Malavé, quién fue la primera en echarse al hombro el dar a conocer
este horror y quien también fue abogado de los Comisarios Lázaro Forero y Henry
Vivas, más 8 policías metropolitanos (sentenciados todos por orden de Chávez,
junto con Iván Simonovis, según una confesión libre que hizo en Costa Rica el
Presidente de la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia venezolano, Aponte
Aponte, firmante de esa condena), nos explica que se denomina “aislamiento
celular”, tortura psicológica grave. ‘Pretenden enloquecerlos’ ¿Para qué?…
Según gritó a viva voz Lorent Saleh, en los pasillos de los Tribunales, de vez
en cuando los visita una Fiscal del Ministerio Público. Ella les transmite
ciertas exigencias que hacen “desde arriba”. Los quieren acusando a Leopoldo
López, a María Corina Machado, a Antonio Ledezma, entre otros, de ser parte de
un plan conspirativo contra el régimen. Los jóvenes insisten en que eso es
falso. Se niegan a mentir y por eso, los torturan. Mientras, el Juez de su
causa, Miguell Graterol, al verlos en diciembre, se quejó porque ante la
explosión de rabia e indignación que Lorent sintió en su presencia, no pudo
“desearle feliz año”.
Conozco
a Adriana Vigilanza y también a Theresly Malavé y, de ambas, siempre he
admirado el temple y la pasión con la que defienden una causa. Y el miedo,
aunque no dudo lo hayan sentido, no las ha frenado jamás para hacer una
denuncia. Se llama aislamiento celular lo que le están aplicando a Lorent,
Gerardo y Gabriel, y eso, Tarek, es una tortura. Pero, quisiera concederle el
beneficio de la duda al recién estrenado Defensor. Quiero apelar a su
trayectoria en pro de los Derechos Humanos. Apelar a su memoria y al recuerdo de
esos días cuando iba de periódico en periódico, de canal de TV en canal de TV,
de emisora en emisora, cargado de denuncias y poemas, pidiendo una oportunidad
para ser la voz de las víctimas de aquel entonces. Recordarle esos días en los
que la vida de la gente valía más que una militancia partidista o la devoción a
un líder. Prevenirlo, porque en regímenes como el actual, es muy fácil terminar
siendo cómplices de una sanguinaria ideología… ¡Mucho cuidado! porque tortura
se escribe con T de Tarek.
El
ABC de esta revolución ha sido hasta ahora la mentira, la polarización y la
fractura. Y Chávez supo hacerlo. Supo dividir, mentir y polarizar para
aferrarse al poder cual mago perverso. Hoy se sienten las secuelas y perduran
estas prácticas. Y para luchar contra estas artimañas fue que salió un
contingente de jóvenes de nuestro país. Y a un año de ese triste Día de la
Juventud, que desencadenó una ola de marchas, protestas y muertes, no logro
sino pensar en esos muchachos que salieron con la única ilusión de ser promotores
de un cambio y trazar la ruta hacia un país mejor; pero, que jamás regresaron a
sus hogares. La muerte o la cárcel -con su tortura- fue lo único que
encontraron.
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1
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