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martes, 26 de mayo de 2020

¿Dónde estamos y hacia donde vamos?, por @benalarcon



Benigno Alarcón Deza 25 de mayo de 2020

@benalarcon

 

Repensar la organización del sector democrático para garantizar su sobrevivencia de cara a las amenazas que se ciernen sobre ella, el replanteamiento de una estrategia realista y la recuperación de la confianza, las expectativas y con ello el empoderamiento de la gente, son tres de los desafíos más importantes que tiene el liderazgo democrático de cara al futuro inmediato

 

Después de los importantes reveses sufridos por la dirigencia opositora durante las últimas semanas y la necesidad de una pausa para reflexionar, hacer control de daños y enderezar las cargas. El régimen pasa a la ofensiva para tratar de traducirlo en la mayor ventaja posible cuando nos acercamos al final del primer semestre, cuyo cierre condicionará, irremediablemente, lo que sucederá, y lo que no, durante la segunda mitad del año. Lo que no se logre sembrar ahora no podrá cultivarse este año, lo que a su vez condiciona los escenarios posibles para el 2021.

 

Es por ello que el régimen y sus aliados sacan, y continuarán sacando provecho, de los últimos acontecimientos, y magnificando lo sucedido para intentar paralizar al liderazgo democrático y a sus aliados, en especial a los Estados Unidos, tal como se desprende de la convocatoria hecha por Rusia al Consejo de Seguridad tras “los ataques fallidos en Venezuela” y durante el cual China, San Viciente y las Granadinas, y Sudáfrica unieron sus vocerías en contra de los Estados Unidos y de cualquier intento de intervención armada, y a favor de Nicolás Maduro.

 

En medio de este escenario, la comunidad internacional, atosigada por sus propios problemas políticos, económicos y sociales, derivados en buena medida de la crisis generada por la pandemia, que incluso afectará la disposición del Presidente Trump sobre lo que puede hacerse en Venezuela, dada la necesidad urgente de centrase en lo interno a riesgo de perder su propia reelección, tiende a moderar su atención hacia el tema venezolano y pareciera limitar su acción a los temas importantes y no controvertidos, o sea la ayuda humanitaria y lo relacionado con la contención de la pandemia que, por el aislamiento previo en el que se encontraba Venezuela, así como por otras razones explicadas con más detalle en editoriales anteriores, se encuentra aún en fase de crecimiento lineal, pero con un aceleramiento importante durante los últimos días, pese al evidente subregistro de casos. Asimismo, se desarrollan algunas iniciativas para aumentar la ayuda humanitaria a los venezolanos en el exterior, lo que puede ser muy eficiente sin incrementar los riesgos para quienes ayudan. Todo ello nos lleva hacia un escenario en el que lo internacional tiende a centrarse en lo humanitario y el control de la pandemia, que si bien es urgente e importante sin lugar a dudas, podría descuidar la importancia de lo político, por lo polémico y las incertidumbres sobre su viabilidad inmediata, pese a que sin cambio político ninguna intervención social o económica resultará sustentable en el mediano/largo plazo. 

 

En medio de este escenario, cuando se comienza a producir una aceleración de los contagios, que le permite al régimen aumentar su capacidad de negociar y presionar por la eliminación de algunas de las sanciones por el riesgo que representaría para la región un aumento fuera de control de la pandemia, el país (y el COVID-19 también) continúa desmovilizado por la falta de combustible, lo que genera tensiones importantes sobre la estabilidad del régimen que debe hacer equilibrio entre el hambre y el confinamiento. Un confinamiento estricto, que nunca lo ha habido, pero cuya efectividad ha aumentado por las limitaciones de combustible a nivel nacional, no puede extenderse por mucho más tiempo sin que ello genere una escalada de la conflictividad social, cuyas consecuencias para la estabilidad del régimen son hoy la principal preocupación del gobierno. Tal situación hace predecible una combinación de acciones en las próximas semanas que podrían incluir una flexibilización de la cuarentena, en la medida que se logre superar el problema con el abastecimiento de combustible, aislamiento selectivo de las comunidades que luzcan como más problemáticas sanitariamente, aumento de la represión localizada en esas zonas mediante el uso de grupos para-militares locales, cuerpos policiales y Guardia Nacional, y una distribución racionada y selectiva del combustible ya que, en la medida que la situación se normalice, también se normalizará el comportamiento del contagio y el crecimiento exponencial de la pandemia, lo que a su vez potencia la capacidad del régimen para negociar y presionar, como decíamos al principio de este mismo párrafo.

 

La necesidad de mantener un control social estricto y evitar una escalada de la conflictividad que ponga en riesgo la estabilidad del régimen, han implicado un aumento de la represión, pero también un mayor control sobre la información que se viene manifestándo no sólo en la presión y censura crecientes sobre los medios de tradicionales, sino además en acciones que van mucho más allá del cerco comunicacional tradicional, tales como las amenazas a la Academia por su reporte sobre el subregistro de diagnósticos por el Coronavirus, las presiones que llevaron al cierre de DirectTV que daba servicio a casi un 50% de los hogares y el arresto de periodistas, internautas y personas que han participado en protestas locales por temas como el suministro de agua, electricidad, gasolina o gas.

 

Es así como ante la embarazosa situación de un país que se queda sin gasolina, pese haber tenido una de las principales empresas petroleras del mundo y que sigue teniendo en su subsuelo unas de las mayores reservas de crudo, el régimen construye una narrativa alternativa y desafiante mientras avanza hacia una posible solución, gracias a aliados como Irán con quien aparentemente han logrado arrancar la producción local y ayudarán con combustible importado que llegará al país con la protección del Derecho Internacional, y ante la impotencia del Gobierno Interino y el norteamericano, abriéndose  paso por el Mar Caribe, acompañados por barcos y naves aéreas de la Fuerza Armada Nacional a partir de la zona económica exclusiva, para ingresar los tanqueros con la fanfarria propia  de quien gana una guerra, en lo que luce como una victoria servida en bandeja de plata.

 

Algunos cuestionan, con sobrada razón, si es posible para el gobierno encontrar una solución sostenible al problema de la gasolina, considerando las sanciones para quienes traten con el gobierno venezolano. La actitud de Irán, quien tiene poco que perder y mucho que ganar, responde a la pregunta. Pero es my probable que Irán no sea una excepción entre gobiernos que hoy, tal como sucede con Rusia y China, desafían abiertamente las decisiones e intereses de los Estados Unidos en la región. Asimismo es importante recordar que el negocio petrolero, tanto el manejado desde corporaciones estatales como privadas, es uno acostumbrado a tomar riesgos como pocos, que incluyen operar en países inestables e incluso en medio de conflictos armados, a cambio de ganancias considerables en el largo plazo. Venezuela ofrece hoy a estos tomadores de riesgo los escombros de una empresa petrolera, que fuese una de las más importantes del mundo, para su reactivación, con el incentivo que representa la concesión de derechos de explotación y comercialización de una de las mayores reservas conocidas, bajo condiciones difícilmente negociables en algún otro lugar del mundo, hoy en día.

 

El Frente Político Interno

 

Mientras tanto, en lo político, la buena noticia es que los principales partidos de la alternativa democrática, pese a los traspiés de las últimas semanas, parecieran conscientes de su vulnerabilidad y de la necesidad de mantener un frente unido y no generar un vacío de liderazgo que podría traducirse en consecuencias muy difíciles de superar, como se desprende de la reunión de la Asamblea Nacional del pasado martes 19 de mayo[1].

 

Este importante espaldarazo, en uno de los momentos más complicados para el liderazgo de Guaidó, es un importante signo de maduración política que debe venir acompañado de una mayor tolerancia a la crítica y a su capacidad para la auto-crítica constructiva que debería permitirles, como decíamos la semana pasada, una revisión responsable de la ruta estratégica para producir un cambio político, que no puede limitarse a una narrativa sin consecuencias como nueva versión del cese de la usurpación y la instalación de un gobierno de transición, hoy traducido como Gobierno de Emergencia Nacional.

 

Asimismo es necesario un replanteamiento de la organización de las fuerzas opositoras, de las reglas de juego que regirán la toma de decisiones, así como de las relaciones entre los actores tanto partidistas como de la sociedad civil y los aliados internacionales, a los fines de intentar revertir un escenario que se presenta como muy desfavorable para la democracia y que tiende hacia la continuidad de la autocratización del régimen, lo que podría incluir la celebración de elecciones parlamentarias a finales de este mismo año para despojar a la alternativa democrática del único espacio institucional con que cuenta y que además le da fundamento legal a la existencia misma de la presidencia interina.

 

El gran problema del liderazgo democrático, en lo inmediato, es tener una estrategia consensuada de cara a este escenario, que si antes de esta coyuntura lucía complicado hoy luce mucho más dadas las dificultades para comunicar, persuadir, organizar y movilizar. El gobierno sabe que no hay ni habrá ninguna posibilidad de acuerdo con la oposición mayoritaria para ir a una elección parlamentaria este año, por lo que el fundamento para su decisión será el cumplimento de la Constitución vigente, que tanto el régimen como los demócratas invocan como legítima, además de los acuerdos con la “otra oposición” con la que se ha venido negociando desde que se abortó el proceso facilitado por el Reino de Noruega.

 

Mientras algunos colocan la pérdida de los equipos durante el incendio de los Galpones de Mariche, como el gran impedimento para realizar una elección, es importante recordar que si bien es un obstáculo significativo existen alternativas como el voto manual, dando por descontada la capacidad de las fábricas chinas que tendrían varios meses para producir cuarenta mil máquinas de votación, lo que no constituye reto alguno cuando se le compara con los volúmenes que por lo general se manejan para la fabricación de equipos, incluso mucho más sofisticados como teléfonos inteligentes, que se consumen en centenas de millones cada año en el mercado mundial.

 

Conclusiones y recomendaciones

 

El momento actual representa una coyuntura de un gran peligro para los demócratas en general, y para Guaidó y sus colaboradores en especial, como lo demuestran los episodios de asedio contra la Embajada de Francia para el arresto de Guaidó, así como las investigaciones penales y la persecución contra la Fundación Futuro Presente, dirigida por líderes juveniles, la mayoría de ellos vinculados a Voluntad Popular, y que formaron parte, junto a Juan Guaidó, Freddy Guevara, Yon Goicochea y Manuela Bolívar, entre muchos otros, del Movimiento Estudiantil que se alzó tras el cierre de Radio Caracas Televisión en el 2007 e impulsó la derrota a Chávez en el referéndum de ese mismo año, y quienes hoy son acusados de financiar la Operación Gedeón, lo que no pareciese tener ningún sentido si se consideran las quejas por falta de acuerdo y pagos de Jordan Gaudreau, así como la trayectoria de esta Fundación en la formación de muchos jóvenes en el país.

 

Repensar la organización del sector democrático, para garantizar su sobrevivencia de cara a las amenazas que se ciernen sobre ella, el replanteamiento de una estrategia realista y la recuperación de la confianza, las expectativas y con ello el empoderamiento de la gente, son tres de los desafíos más importantes que tiene el liderazgo democrático de cara al futuro inmediato.

 

La narrativa sobre un Gobierno de Emergencia Nacional tiene todo el sentido en este momento y más aún de cara a escenarios muy probables que incluyen un agravamiento de la crisis económica, social y sanitaria por el COVID-19. Pero la propuesta de un Gobierno de Emergencia Nacional, como narrativa sustitutiva del gobierno de transición, no tiene por sí sola más efectividad que el mantra “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres” si ello no viene acompañado de una estrategia realista para alcanzar su implementación.

 

Tomado de: https://politikaucab.net/2020/05/25/donde-estamos-y-hacia-donde-vamos/


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