Benigno Alarcón Deza 25 de mayo de 2020
@benalarcon
Repensar la
organización del sector democrático para garantizar su sobrevivencia de cara a
las amenazas que se ciernen sobre ella, el replanteamiento de una estrategia
realista y la recuperación de la confianza, las expectativas y con ello el
empoderamiento de la gente, son tres de los desafíos más importantes que tiene
el liderazgo democrático de cara al futuro inmediato
Después
de los importantes reveses sufridos por la dirigencia opositora durante las
últimas semanas y la necesidad de una pausa para reflexionar, hacer control de
daños y enderezar las cargas. El régimen pasa a la ofensiva para tratar de
traducirlo en la mayor ventaja posible cuando nos acercamos al final del primer
semestre, cuyo cierre condicionará, irremediablemente, lo que sucederá, y lo
que no, durante la segunda mitad del año. Lo que no se logre sembrar ahora no
podrá cultivarse este año, lo que a su vez condiciona los escenarios posibles
para el 2021.
Es
por ello que el régimen y sus aliados sacan, y continuarán sacando provecho, de
los últimos acontecimientos, y magnificando lo sucedido para intentar paralizar
al liderazgo democrático y a sus aliados, en especial a los Estados Unidos, tal
como se desprende de la convocatoria hecha por Rusia al Consejo de Seguridad
tras “los ataques fallidos en Venezuela” y durante el cual China, San Viciente
y las Granadinas, y Sudáfrica unieron sus vocerías en contra de los Estados
Unidos y de cualquier intento de intervención armada, y a favor de Nicolás
Maduro.
En
medio de este escenario, la comunidad internacional, atosigada por sus propios
problemas políticos, económicos y sociales, derivados en buena medida de la
crisis generada por la pandemia, que incluso afectará la disposición del
Presidente Trump sobre lo que puede hacerse en Venezuela, dada la necesidad
urgente de centrase en lo interno a riesgo de perder su propia reelección,
tiende a moderar su atención hacia el tema venezolano y pareciera limitar su
acción a los temas importantes y no controvertidos, o sea la ayuda humanitaria
y lo relacionado con la contención de la pandemia que, por el aislamiento
previo en el que se encontraba Venezuela, así como por otras razones explicadas
con más detalle en editoriales anteriores, se encuentra aún en fase de
crecimiento lineal, pero con un aceleramiento importante durante los últimos
días, pese al evidente subregistro de casos. Asimismo, se desarrollan algunas
iniciativas para aumentar la ayuda humanitaria a los venezolanos en el
exterior, lo que puede ser muy eficiente sin incrementar los riesgos para
quienes ayudan. Todo ello nos lleva hacia un escenario en el que lo
internacional tiende a centrarse en lo humanitario y el control de la pandemia,
que si bien es urgente e importante sin lugar a dudas, podría descuidar la
importancia de lo político, por lo polémico y las incertidumbres sobre su
viabilidad inmediata, pese a que sin cambio político ninguna intervención
social o económica resultará sustentable en el mediano/largo plazo.
En
medio de este escenario, cuando se comienza a producir una aceleración de los
contagios, que le permite al régimen aumentar su capacidad de negociar y presionar
por la eliminación de algunas de las sanciones por el riesgo que representaría
para la región un aumento fuera de control de la pandemia, el país (y el
COVID-19 también) continúa desmovilizado por la falta de combustible, lo que
genera tensiones importantes sobre la estabilidad del régimen que debe hacer
equilibrio entre el hambre y el confinamiento. Un confinamiento estricto, que
nunca lo ha habido, pero cuya efectividad ha aumentado por las limitaciones de
combustible a nivel nacional, no puede extenderse por mucho más tiempo sin que
ello genere una escalada de la conflictividad social, cuyas consecuencias para
la estabilidad del régimen son hoy la principal preocupación del gobierno. Tal
situación hace predecible una combinación de acciones en las próximas semanas
que podrían incluir una flexibilización de la cuarentena, en la medida que se
logre superar el problema con el abastecimiento de combustible, aislamiento
selectivo de las comunidades que luzcan como más problemáticas sanitariamente,
aumento de la represión localizada en esas zonas mediante el uso de grupos
para-militares locales, cuerpos policiales y Guardia Nacional, y una
distribución racionada y selectiva del combustible ya que, en la medida que la
situación se normalice, también se normalizará el comportamiento del contagio y
el crecimiento exponencial de la pandemia, lo que a su vez potencia la
capacidad del régimen para negociar y presionar, como decíamos al principio de
este mismo párrafo.
La
necesidad de mantener un control social estricto y evitar una escalada de la
conflictividad que ponga en riesgo la estabilidad del régimen, han implicado un
aumento de la represión, pero también un mayor control sobre la información que
se viene manifestándo no sólo en la presión y censura crecientes sobre los
medios de tradicionales, sino además en acciones que van mucho más allá del
cerco comunicacional tradicional, tales como las amenazas a la Academia por su
reporte sobre el subregistro de diagnósticos por el Coronavirus, las presiones
que llevaron al cierre de DirectTV que daba servicio a casi un 50% de los
hogares y el arresto de periodistas, internautas y personas que han participado
en protestas locales por temas como el suministro de agua, electricidad,
gasolina o gas.
Es
así como ante la embarazosa situación de un país que se queda sin gasolina,
pese haber tenido una de las principales empresas petroleras del mundo y que
sigue teniendo en su subsuelo unas de las mayores reservas de crudo, el régimen
construye una narrativa alternativa y desafiante mientras avanza hacia una
posible solución, gracias a aliados como Irán con quien aparentemente han
logrado arrancar la producción local y ayudarán con combustible importado que
llegará al país con la protección del Derecho Internacional, y ante la
impotencia del Gobierno Interino y el norteamericano, abriéndose paso por
el Mar Caribe, acompañados por barcos y naves aéreas de la Fuerza Armada
Nacional a partir de la zona económica exclusiva, para ingresar los tanqueros
con la fanfarria propia de quien gana una guerra, en lo que luce como una
victoria servida en bandeja de plata.
Algunos
cuestionan, con sobrada razón, si es posible para el gobierno encontrar una
solución sostenible al problema de la gasolina, considerando las sanciones para
quienes traten con el gobierno venezolano. La actitud de Irán, quien tiene poco
que perder y mucho que ganar, responde a la pregunta. Pero es my probable que
Irán no sea una excepción entre gobiernos que hoy, tal como sucede con Rusia y
China, desafían abiertamente las decisiones e intereses de los Estados Unidos
en la región. Asimismo es importante recordar que el negocio petrolero, tanto
el manejado desde corporaciones estatales como privadas, es uno acostumbrado a
tomar riesgos como pocos, que incluyen operar en países inestables e incluso en
medio de conflictos armados, a cambio de ganancias considerables en el largo
plazo. Venezuela ofrece hoy a estos tomadores de riesgo los escombros de una
empresa petrolera, que fuese una de las más importantes del mundo, para su
reactivación, con el incentivo que representa la concesión de derechos de
explotación y comercialización de una de las mayores reservas conocidas, bajo
condiciones difícilmente negociables en algún otro lugar del mundo, hoy en día.
El
Frente Político Interno
Mientras
tanto, en lo político, la buena noticia es que los principales partidos de la
alternativa democrática, pese a los traspiés de las últimas semanas, parecieran
conscientes de su vulnerabilidad y de la necesidad de mantener un frente unido
y no generar un vacío de liderazgo que podría traducirse en consecuencias muy
difíciles de superar, como se desprende de la reunión de la Asamblea Nacional
del pasado martes 19 de mayo[1].
Este
importante espaldarazo, en uno de los momentos más complicados para el
liderazgo de Guaidó, es un importante signo de maduración política que debe
venir acompañado de una mayor tolerancia a la crítica y a su capacidad para la
auto-crítica constructiva que debería permitirles, como decíamos la semana
pasada, una revisión responsable de la ruta estratégica para producir un cambio
político, que no puede limitarse a una narrativa sin consecuencias como nueva
versión del cese de la usurpación y la instalación de un gobierno de
transición, hoy traducido como Gobierno de Emergencia Nacional.
Asimismo
es necesario un replanteamiento de la organización de las fuerzas opositoras,
de las reglas de juego que regirán la toma de decisiones, así como de las
relaciones entre los actores tanto partidistas como de la sociedad civil y los
aliados internacionales, a los fines de intentar revertir un escenario que se
presenta como muy desfavorable para la democracia y que tiende hacia la
continuidad de la autocratización del régimen, lo que podría incluir la
celebración de elecciones parlamentarias a finales de este mismo año para
despojar a la alternativa democrática del único espacio institucional con que
cuenta y que además le da fundamento legal a la existencia misma de la
presidencia interina.
El
gran problema del liderazgo democrático, en lo inmediato, es tener una
estrategia consensuada de cara a este escenario, que si antes de esta coyuntura
lucía complicado hoy luce mucho más dadas las dificultades para comunicar,
persuadir, organizar y movilizar. El gobierno sabe que no hay ni habrá ninguna
posibilidad de acuerdo con la oposición mayoritaria para ir a una elección
parlamentaria este año, por lo que el fundamento para su decisión será el
cumplimento de la Constitución vigente, que tanto el régimen como los
demócratas invocan como legítima, además de los acuerdos con la “otra
oposición” con la que se ha venido negociando desde que se abortó el proceso
facilitado por el Reino de Noruega.
Mientras
algunos colocan la pérdida de los equipos durante el incendio de los Galpones
de Mariche, como el gran impedimento para realizar una elección, es importante
recordar que si bien es un obstáculo significativo existen alternativas como el
voto manual, dando por descontada la capacidad de las fábricas chinas que
tendrían varios meses para producir cuarenta mil máquinas de votación, lo que
no constituye reto alguno cuando se le compara con los volúmenes que por lo
general se manejan para la fabricación de equipos, incluso mucho más
sofisticados como teléfonos inteligentes, que se consumen en centenas de
millones cada año en el mercado mundial.
Conclusiones
y recomendaciones
El
momento actual representa una coyuntura de un gran peligro para los demócratas
en general, y para Guaidó y sus colaboradores en especial, como lo demuestran
los episodios de asedio contra la Embajada de Francia para el arresto de
Guaidó, así como las investigaciones penales y la persecución contra la
Fundación Futuro Presente, dirigida por líderes juveniles, la mayoría de ellos
vinculados a Voluntad Popular, y que formaron parte, junto a Juan Guaidó,
Freddy Guevara, Yon Goicochea y Manuela Bolívar, entre muchos otros, del
Movimiento Estudiantil que se alzó tras el cierre de Radio Caracas Televisión
en el 2007 e impulsó la derrota a Chávez en el referéndum de ese mismo año, y
quienes hoy son acusados de financiar la Operación Gedeón, lo que no pareciese tener
ningún sentido si se consideran las quejas por falta de acuerdo y pagos de
Jordan Gaudreau, así como la trayectoria de esta Fundación en la formación de
muchos jóvenes en el país.
Repensar
la organización del sector democrático, para garantizar su sobrevivencia de
cara a las amenazas que se ciernen sobre ella, el replanteamiento de una
estrategia realista y la recuperación de la confianza, las expectativas y con
ello el empoderamiento de la gente, son tres de los desafíos más importantes
que tiene el liderazgo democrático de cara al futuro inmediato.
La
narrativa sobre un Gobierno de Emergencia Nacional tiene todo el sentido en
este momento y más aún de cara a escenarios muy probables que incluyen un
agravamiento de la crisis económica, social y sanitaria por el COVID-19. Pero
la propuesta de un Gobierno de Emergencia Nacional, como narrativa sustitutiva
del gobierno de transición, no tiene por sí sola más efectividad que el mantra
“cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres” si ello no
viene acompañado de una estrategia realista para alcanzar su implementación.
Tomado
de: https://politikaucab.net/2020/05/25/donde-estamos-y-hacia-donde-vamos/
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