Alexander Medina 21 de mayo de 2020
En
un comunicado que dieron a conocer al país los arzobispos y obispos
representados por la Conferencia Episcopal Venezolana manifiestan su
preocupación por el fuerte impacto que sobre las comunidades indígenas está
teniendo la pandemia de la COVID-19.
Alertan
los prelados que “esta situación sanitaria viene a profundizar el grave deterioro
de las condiciones de vida de los pueblos indígenas en general y de los
amazónicos en particular, producto de la sistemática exclusión de sus derechos
a los bienes y servicios necesarios para una vida digna”.
Por
otro lado, cuestionan severamente que a este deficiente cuadro sanitario en
estas poblaciones se suma la devastación de sus territorios y condiciones de
vida por las operaciones del extractivismo.
Práctica
que “bajo todas sus formas de explotación, parece decidido a destruir los
territorios ancestrales de los pueblos originarios, cuyo daño es ya muy grande,
en principio para los indígenas, pero también para toda la población venezolana
en su conjunto”.
Agregan
el gran riesgo de que el año escolar se pierda para los estudiantes indígenas
porque no ha funcionado el programa oficial de “Cada Familia Una Escuela” en
virtud de las fallas eléctricas y la inexistencia del servicio de internet.
Esta
denuncia de la Iglesia venezolana está sustentada por el trabajo que
constantemente llevan a cabo a en estas zonas obras misioneras y organizaciones
sociales y de derechos humanos.
También
recogen testimonios e historias de vida de los mismos indígenas.
Prenden
las alarmas
En
ese sentido, advierten que:
1.
No se conoce sobre un protocolo específico para la atención de los pueblos
indígenas en caso de contagio del virus SARS-CoV-2. En algunas comunidades se
realizan operativos de prevención y se exigen medidas de higiene sin garantizar
el servicio de agua potable e ignorando la precariedad económica de las
familias, que les impide invertir en artículos de limpieza o higiene, tan
necesarios para la prevención de la enfermedad del COVID – 19.
2.
Los dispensarios y puestos de salud, en las comunidades indígenas, no cuentan
con la mínima presencia de personal sanitario y dotación que permita resolver
situaciones médicas básicas.
3.
Con contadas excepciones, como el regreso a sus comunidades por río de un grupo
de Yekuanas desde Puerto Ayacucho (46), muchos indígenas han quedado atrapados
en las cabeceras de los municipios donde se encontraban y no existe una
propuesta para volver a sus hogares.
4.
En poblaciones pequeñas la cuarentena obligatoria impide a los indígenas
trabajar en sus conucos y dedicarse a la pesca, reduciéndolos así al hambre y a
otras consecuencias. En los lugares de mayor densidad poblacional la falta de
transporte y de suministro de combustible dificulta la comercialización de los
productos agrícolas, pescados y artesanías, intensificando la ya precaria
realidad que viven los pueblos indígenas.
5.
La situación educativa es alarmante. Desde el inicio de este año escolar, los
educadores han denunciado que la falta de combustible impide a los estudiantes
llegar a los establecimientos educativos. La llegada de la Pandemia agravó esta
situación. El plan “Toda Familia una escuela” del MPPE es impracticable en las
comunidades indígenas.
En
la mayoría de ellas no hay electricidad, no hay señal de televisión ni de
internet. Nos preguntamos. ¿Qué pasará? ¿Se perderá todo el año escolar? ¿La
desigualdad y asimetría en el acceso a la educación retrocederá a niveles del
pasado? ¡No es justo! La inacción y el silencio no pueden ser una opción de políticas
públicas.
6.
La impunidad está a la orden del día. La “sed del oro del sur”, no tiene
límites llegando a niveles de una “renovada idolatría”. Esta actividad minera
desbocada hace revivir dantescas escenas de incursiones violentas y armadas
para oponerse a poblaciones que se resisten a ver destruidas sus tierras, sus
aguas y sus culturas.
La
resistencia indígena tan alabada en otros momentos, ahora, no es tolerada. Hay
también que decir que algunos indígenas se siguen arriesgando al trabajo en las
minas y a la posibilidad de contaminación con el virus.
Sus
exigencias
Ante
este panorama desolador los obispos exigen que se detenga esta barbarie, y se
realice ante la Pandemia un plan de atención para los pueblos indígenas, so
pena de ser partícipes de este genocidio en desarrollo.
Pero
no solo se quedan con la denuncia. También proponen pensar cómo asistir a las
comunidades indígenas en el caso de un confinamiento prolongado y en la etapa
de Post Pandemia.
Es
prioritario adelantar planes de vacunación masiva para las enfermedades
endémicas ya presentes en sus regiones.
Al
Estado lo exhortan a subsidiar con apoyo económico y alimenticio a las familias
indígenas reducidas a la miseria y al hambre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico