Juan Guerrero 21 de mayo de 2020
@camilodeasis
Venezuela
ya no es la república democrática de hace 20 años atrás. Evidentemente la
realidad pulveriza toda contra argumentación que pudiera demostrar lo
contrario. La población venezolana, hoy, pasó de vivir en pobreza a sobrevivir
en la miseria. Ser miserable es muy diferente a ser pobre, porque mientras en
la pobreza aún te desenvuelves sobre la base de valores y principios soportados
por la tradición de la cultura nacional, vivir en la miseria y miserablemente
es caer aún más bajo, en la propia marginalidad.
Esa
es la realidad, la dura y cruel realidad de un destino que pudiera ser
explicado, tanto por el devenir histórico de una nación, que no fue culminada
en su estructuración como república federal, descentralizada y con poderes
autónomos, así como en la plena autonomía de sus diferentes estados en su
desempeño político-administrativo.
La
consecuencia de ello han sido las constituciones que se desprenden de su
inicial documento-madre, concebido en el siglo XIX. Han sido pedazos de
constituciones que interpretan el documento central e introducen, a lo largo de
dos siglos, retazos de leyes para modernizar y adecuar la nación a los nuevos
tiempos. Ello, y los procesos de modelos educativos implantados, casi que en
cada nuevo gobierno, contribuyeron a crear un alejamiento de la población con
las bases fundacionales de la nacionalidad.
Los
últimos 50 años en la vida nacional fueron de “ensayo y error” para presentar
un supuesto modelo de la sociedad venezolana y del país que cumpliera los
estándares mundiales de un país de economía competitiva. Si bien los procesos
de modernización habían podido atender el antiguo problema
político-administrativo de la descentralización del país, con la creación de
una comisión para la reforma del Estado, la nueva administración que llegó al
poder en 1999, progresivamente dio al traste con ello y de manera abrupta,
devolvió al país a la férrea cultura del modelo centralizado y unipersonal de
la vida nacional.
Parte
de la tragedia nacional radica en esa concepción. Lo otro que impide todo
cambio real en los procesos de adecuación del país y su sociedad a la
modernización se encuentra en las inmensas funciones que cumple la figura del
presidente de la república, que termina siendo el “culto al personalismo”. Es,
por constitución, jefe de Estado y de gobierno, jefe de la hacienda pública,
comandante en jefe dela fuerza armada, dirige las relaciones exteriores, entre
más de 20 atribuciones. Esas prerrogativas vienen del antiguo Capitán general,
que, como representante del rey –y éste descendiente del mismísimo dios en la
tierra- tenía derecho hasta para quitarle la cabeza a quien quisiera.
Pues
en pleno siglo XXI seguimos –aunque se diga que es una de las constituciones
más modernas del mundo- con uncuerpo de principios y leyes que es necesario
sincerar para establecer un acuerdo jurídico que oriente al país en la
construcción de su república federal y descentralizada como se establece en los
principios que fijan el nacimiento como nación libre y democrática.
Adecentar
la república será una tarea francamente titánica. Esto porque de lo que se
trata ahora es lograr que las fuerzas invasoras que se encuentran en territorio
venezolano, tanto las fuerzas militares y paramilitares de ocupación, cubanas,
rusas, iraníes (régimen y terrorismo teocrático), turcas, chinas, y de las
bandas y megabandas del crimen organizado y narcotráfico puedan ser
desalojadas. Para ello es vital la presencia en territorio nacional, de fuerzas
militares de los aliados que asesoren y protejan a la población civil.
No
es posible en esta etapa de sobrevivencia y desesperación de la población
venezolana que sea ella, sola y sin respaldo armado ni logístico externo, que
pueda enfrentar semejante poderío bélico de quienes conforman la llamada
“coalición del mal” (Cuba, Irán, Siria, Turquía, China y Rusia) junto con los
paramilitares de las FARC-ELN, y colectivos.
Estos,
ciertamente, son tiempos duros, catastróficos para la sociedad venezolana en
general. Porque todo, absolutamente todo habrá que hacerlo de nuevo. Ya no es
tiempo de “reestructurar” la economía o de “volver” a la democracia. Ahora se
trata de construir La Democracia y Estructurar una nueva economía. Establecer
las bases de una educación para fortalecer los principios del respeto a la
individualidad, la propiedad privada y el derecho irrestricto a la opinión
divergente.
El
hoy es de emergencia nacional, de solicitud de ayuda a la comunidad
internacional para salvar del hambre atroz a 9,6 millones de seres humanos. De
la denuncia del inminente riesgo para los países latinoamericanos y europeos
que suponen los regímenes terroristas, como Irán, Siria y Venezuela. Es, en
definitiva, la defensa de los valores y principios de la libertad y la
democracia.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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