Laureano Márquez 06 de septiembre de 2021
@laureanomar
El
cambio de rumbo de la oposición venezolana, de toda ella, desde la que pedía
una invasión inmediata de los marines norteamericanos hasta la más cercana al
régimen, denominada por algunos «colaboracionista», marcará la orientación de
la nación venezolana en los próximos años. No es este un comentario hecho con
la intención de malponerlos ni acusarles de debilidad o docilidad frente al
régimen totalitario. Por el contrario, hemos visto a lo largo de estos 21 años
muestras de valentía, compromiso y lucha que harán historia. Vidas arrebatadas
con indolencia, especialmente entre nuestra juventud.
La
oposición venezolana ha terminado tomando el derrotero que las circunstancias
le permiten. «Nunca es dura la verdad, lo que no tiene es remedio». Entre
proclamar una salida mágica y transitarla, como hemos visto, puede mediar un
abismo. Si hubiese otro camino más expedito, ya lo habrían tomado, porque
supone uno que a ningún opositor le resulta sencillo digerir la idea de la
prolongación de esta tragedia, más allá incluso de la fecha en que habían
profetizado su caducidad: en 2021. El régimen, pues, se ha anotado una
victoria, se ufana de ella y humilla en su mejor estilo.
Por
otro lado, lo que acabamos de ver en Afganistán muestra que el mundo
democrático no está dispuesto a asumir los costos que implica llevar la
democracia a aquellos países que no están preparados para ella. Las luchas de
las naciones por su libertad será una lucha solitaria y lenta, sin mayor apoyo
que la retórica hermosa de las proclamas desde los países de tradición
democrática. Todas las dictaduras son atroces y las de izquierda lo son más,
porque dan la impresión de venir –a diferencia de las otras– sin fecha de
caducidad. A pesar de ello, también acaban y aunque uno no vaya a ver su final,
debe seguir trabajando para alcanzarlo.
El
destino de la oposición en los años venideros será el de operar bajo las reglas
y limitaciones que el régimen político establezca. En condiciones
desventajosas, de abuso de poder, inequidad y falta de transparencia.
Podría
suceder, incluso, que haya algún éxito electoral y puede también que el régimen
lo acepte y hasta que lo respete si le parece que su desempeño se realiza bajo
ciertos parámetros que le resulten convenientes. La oposición trata de
garantizar ahora solo su supervivencia en libertad (es decir, sin prisión) y,
sin duda, de frenar lo más que le sea posible el proceso de destrucción del
país. Será una lucha larga y difícil. Puede que a muchos les parezca poca cosa
o una traición inaceptable, pero las torturas que puedan ahorrarse, las
masacres que puedan evitarse, las vidas de presos políticos que puedan
salvarse, la población que pueda vacunarse. Cualquier acción que salve vidas
será un avance, un magnífico avance.
«Entre
el dolor y la nada, prefiero el dolor». Quizá esta frase de William Faulkner es
la que mejor define la actual situación de la oposición venezolana.
Laureano
Márquez
@laureanomar
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