Paulina Gamus 12 de septiembre de 2021
El
próximo jueves 16 de este mes de septiembre, los judíos del mundo celebramos
Yom Kipur o Día del Perdón. Esta festividad significa más de veinticuatro horas
de ayuno total (incluso sin ingesta de líquidos) oración y contrición. El
perdón que se pide y espera es el de los pecados cometidos contra los mandatos
divinos, contra Dios. Las ofensas, dolor o daños que hayamos ocasionado a otras
personas solo ellas pueden perdonarlos.
En la
religión católica la figura de la confesión permite que la intervención de un
ser tan mortal como nosotros –el sacerdote confesor– sea una suerte de
intermediario entre los pecadores y el Ser Supremo para que, una vez confesado
el pecado y pagada la penitencia, el pecador se sienta aliviado de sus culpas.
A veces pienso que Sigmund Freud, judío, inventó el psicoanálisis como una
forma de aliviar la carga de sus correligionarios al no tener siempre con quien
compartir sus penas, preocupaciones y, por supuesto, confesar pecados.
La
cercanía del Día del Perdón me ha hecho pensar en una cierta coincidencia con
la ronda de negociaciones entre el régimen de Maduro y una parte de la
Oposición que se lleva a cabo en México. Twitter es quizá la mejor vía para no
solo hacer catarsis, sino también para que todos aquellos que están llenos de
odio y echan espuma por la boca, se explayen en insultos y anatemas contra los
negociadores encabezados por Gerardo Blyde. Desde los que los acusan de
disfrutar de buenos hoteles, mejores comidas y ser alegres viajeros, hasta los
que entran de lleno en tildarlos de colaboracionistas, traidores, vendidos al
chavo-madurismo, etcétera.
También
en Twitter pueden encontrarse reflexiones que en pocas palabras dicen mucho,
como esta que copio continuación: “Vivo en VZLA, único país del mundo donde una
parte de la oposición está con el GOB, otra parte lucha contra la misma
oposición para dividir, otra manda a votar y una no menos importante dice que
NO voten. Payasada más grande.”
Uno de
los temores, por cierto justificados, es que el régimen utilice las
negociaciones para salir airoso sin sanciones de ningún tipo: ni las que le han
impuesto Estados Unidos y otros países ni las que se deriven de los crímenes de
lesa humanidad, corrupción y otros cometidos en Venezuela. Delitos que aquí, en
nuestro país, deberían ser juzgados y condenados. Gerardo Blyde en concordancia
con el negociador noruego, ha declarado: “«cada parte ha tenido que
ceder en su narrativa para tener un punto medio inicial». Abogo por lograr una
normalidad democrática, respeto a los derechos humanos y «perdón sin
impunidad».
¿Qué
significa perdón sin impunidad? He tratado de desmenuzar esta frase y creo
haber entendido que encierra lo que siempre he pensado sobre los incontables
crímenes cometidos por el gobierno de Hugo Chávez primero y por el de Nicolás
Maduro luego y hasta ahora. ¿Puede perdonarse la destrucción casi total del
país? ¿Pueden los padres y familiares de personas asesinadas por militares,
cuerpos policiales y parapoliciales perdonar esas muertes? ¿Pueden los presos
políticos y sus familias perdonar las humillaciones y torturas a que han sido
sometidos? ¿Pueden los seis millones de venezolanos que han elegido el exilio
como tabla de salvación, perdonar la separación de sus familias, el rechazo
xenófobo que muchas veces sufren, los trabajos humillantes que han debido
aceptar y que están muy por debajo de su preparación y capacidades? Seguramente
no. Y si se trata de olvido mucho menos.
En el
país hay mucha sed de venganza y en casos como los antes mencionados, muy
justificada. Pero también hay miseria, sufrimiento, desesperanza. Esta última
es quizá lo peor que puede sucedernos a los humanos. Perder las esperanzas es
casi no querer vivir. La pregunta es cómo salimos de este foso. ¿Esperamos la
oportunidad para vengarnos? ¿Nos olvidamos de todo y hacemos borrón y cuenta
nueva? Son extremos inaceptables.
Las
negociaciones en México que como sabemos serán largas, difíciles y sin
resultados inmediatos (quisiera ser optimista y creer que habrá resultados). No
pueden pretender venganza y tampoco olvido, pero si justicia. ¿Existirán alguna
vez las condiciones para que quienes cometieron tantos crímenes a lo largo de
los últimos veintidós años, paguen por ellos? La historia reciente nos muestra
muchos casos en que la justicia tardó pero llegó. Espero que sea también el
nuestro.
Paulina
Gamus
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