Marta de la Vega 13 de septiembre de 2021
Desde
el 13 de agosto de 2021 fue escogida la capital de México como sede para una
nueva negociación entre la representación de las fuerzas democráticas
venezolanas denominada la plataforma unitaria, dirigida por el abogado Gerardo
Blyde, y los representantes del gobierno de facto de Maduro y
su camarilla, que controlan todas las instituciones del país, dirigidos por el
psiquiatra Jorge Rodríguez.
Dag
Nylander, conocido como mediador en los acuerdos de paz entre las FARC y el
Estado colombiano firmados en La Habana en septiembre de 2016, es jefe del
equipo de mediación del reino de Noruega. Por primera vez hay acompañamiento
directo de la comunidad internacional en este proceso. Los Países Bajos, en
nombre de los representantes de la oposición al régimen tiránico de Maduro y la
Federación de Rusia, en respaldo al gobierno bolivariano. Este se autoproclamó,
en cabeza de Maduro, como presidente hasta 2024, cuando usurpó de manera
ilegítima sus funciones después de las extemporáneas, “amañadas” y fraudulentas
elecciones presidenciales y la inhabilitación de eventuales candidatos
opositores.
Este
proceso electoral, realizado el 20 de mayo de 2018, fue una flagrante violación
de los derechos políticos y de la norma constitucional. Tales
hechos dieron lugar a la aplicación del artículo 233 de la Constitución
Nacional por el cual Juan Guaidó fue designado como Presidente Interino en su
calidad de presidente de la Asamblea Nacional electa en diciembre de 2015,
hasta cuando se produzcan nuevas elecciones presidenciales que sean legítimas,
transparentes y libres, siguiendo los estándares internacionales.
De
esta negociación ha habido dos encuentros. El segundo acaba de concluir el 5 de
septiembre pasado. En el primero, a mediados de agosto, se firmó un “Memorando
de Entendimiento”, que contiene siete puntos para la agenda de acuerdos, “que
serán irreversibles desde su emisión”, según Nylander. Estos son: derechos
políticos para todos, un cronograma para elecciones observables, con garantías
electorales para todos establecidas en la Constitución; respeto al Estado
Constitucional de Derecho, levantamiento de las sanciones, convivencia política
y social con renuncia a la violencia y reparación a las víctimas de violencia
política; medidas de protección social al pueblo y protección de la moneda
nacional, y garantías de implementación, seguimiento y verificación de lo
acordado.
También
fueron acordados el objetivo de una negociación integral, establecer mecanismos
de consulta y celebrar negociaciones parciales que serán incorporadas en el
acuerdo final, con ajustes de mejora mediante el principio de la progresividad.
Cada delegación cuenta con nueve integrantes y se espera que haya mujeres entre
ellos. Aunque no podemos aquí detenernos en todos los puntos, si analizamos
cada uno de ellos que sirven de brújula a las negociaciones, muy brevemente
podemos deducir que no hay ningún reconocimiento a la legitimidad del
gobierno de facto.
Cuando
es imposible que una fuerza elimine a la contraria, la única alternativa es la
negociación, incluso si una de ellas está en posición ilegítima, desde nuestra
óptica la que representan Maduro y sus acólitos, pero, en cambio, tienen la
fuerza bajo su control. Así ocurre en Venezuela, con todas las instituciones
políticas, económicas y sociales sometidas al régimen dictatorial, que pretende
mostrar una fachada de democracia que en la teoría y en la práctica son puro
cascarón vacío.
En
este texto nos detenemos solo en el primer punto, que tácitamente es una
denuncia contra el actual régimen. Como lo es, aunque no lo abordemos ahora, el
tercer punto, que implica el reconocimiento de la ausencia de Estado de Derecho
en el país. El primer punto del memorando revela la exclusión impuesta a todos
los sectores sociales y políticos que adversan la tiranía.
Por
eso es indispensable reclamar derechos políticos para todos, que han sido
vulnerados de muy distintas maneras, desde la inhabilitación hasta la
persecución, la cárcel y las torturas indescriptibles por su horror contra
quienes se han atrevido a manifestar su descontento o su crítica contra el mal
gobierno de los usurpadores, o han denunciado el saqueo sin pudor del erario
público, o el favoritismo clientelar con base en la lealtad y no en los méritos
de quienes forman parte de la administración pública o la coacción económica a
los funcionarios.
Ha
habido una violación reiterada de derechos básicos en democracia a quienes
simplemente han reclamado el derecho elemental a servicios públicos que el
Estado tiene la obligación de garantizar a los ciudadanos. Entre los muchos
ejemplos, uno de los más estremecedores fue el del joven Rufo, cuyos ojos le
fueron vaciados por los disparos a quemarropa de un integrante de la policía de
Táchira mientras participaba en una protesta pacífica por falta de gas
doméstico.
Pero
seguiremos revisando en próximo texto el significado para entender hacia dónde
vamos, la ruta posible y por qué, pese al escepticismo por fracasos anteriores,
estas negociaciones pueden abrirnos el camino a la esperanza y a la
reconstrucción de Venezuela.
Marta
de la Vega
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