Brian Fincheltub 11 de enero de 2022
@BrianFincheltub
La desigualdad siempre ha representado un gran reto para los gobiernos del mundo y fundamentalmente los gobiernos de la región. Las sociedades con mayor desigualdad son generalmente suelo fértil para el auge de proyectos populistas y la caída en desgracia de los sistemas tradicionales, incapaces de responder a las crecientes demandas de la población. Es así como las grandes mayorías, históricamente excluidas, apuestan a quien se presenta como semejantes y les prometen “igualdad”. Lamentablemente para quienes depositan su confianza en este tipo de liderazgos, la igualdad no existe y el populismo igualitario, lejos de corregir las enormes diferencias sociales, las perpetúa haciéndolas incluso más grotescas.
El
mejor ejemplo de ello es Venezuela. El chavismo llegó al poder prometiendo
acabar con la desigualdad de la llamada “cuarta república” y veintitrés años
más tarde, nuestro país marcha a paso acelerado hacia un sistema de castas,
donde tu lugar en la pirámide lo determina el tipo de moneda al que tienes
acceso. En la base de pirámide se encuentran todos aquellos venezolanos que
siguen ganando en bolívares en una economía completamente dolarizada; en este
grupo se encuentran, aunque usted no lo crea, los maestros, los profesores
universitarios, los médicos, enfermeras, empleados públicos y quienes le
dedicaron su vida productiva al país y hoy el país les paga con el equivalente
a dos dólares mensuales: hablamos de los pensionados y jubilados.
Aquel
“dólar criminal” que una vez prometieron volver “polvo cósmico”, terminó
suplantando, de facto, nuestra moneda nacional y todavía tienen el descaro de
llamarse “bolivarianistas”. No me imagino a la rancia izquierda venezolana si
en tiempos de AD o COPEI, algún presidente democrático se hubiese atrevido a
algo parecido. Hoy, con su lengua bien guardada en el bolsillo, aplauden que
todo se facture en verdes, al punto que ya hay lugares donde rechazan recibir
bolívares y no es para menos, el chavismo hizo que un puñado de papel
higiénico tuviese más valor que el billete de mayor denominación
nacional.
Si en
tiempos del General Gómez se decía que Venezuela era gobernada como una finca,
la Venezuela bajo el domino de esta variante del chavismo llamada madurismo se
asemeja cada vez más a un bodegón. Uno de esos que jamás estará a tu alcance si
eres de los venezolanos que sigue sobreviviendo en bolívares.
Los
que gritaron una vez igualdad le pusieron al mapa nacional un cartel que dice
“se reserva el derecho de admisión”. En la nueva normalidad, mientras tengas
dólares eres bienvenido, de lo contrario la realidad te expulsa, te obliga a
buscar suerte lejos, para ayudar a sobrevivir a los tuyos que aún viven en
Venezuela, pero también con la esperanza de volver y disfrutar de ese país que
extrañas y que sabes es mucho más que el restaurante del hotel Humboldt o la
posada del moda del parque nacional Canaima, sino esa tierra de oportunidades
que el chavismo destruyó y que solo será posible reconstruir en democracia.
Brian
Fincheltub
@BrianFincheltub
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