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lunes, 15 de octubre de 2012

Chávez, jefe de los ultrosos

Por Mario Villegas, 14/10/2012 
Columna de Puño y Letra N° 70 

Estaba esperanzado en una victoria de la alternativa democrática el 7 de octubre, pero me equivoqué. Creí llegado el momento de un cambio político en el país, lo cual no fue posible pese a que la Venezuela democrática tenía un gran candidato, realizó una excelente campaña y desplegó una correcta política unitaria que, además de congregar a los más diversos partidos y movimientos políticos, concitó un multitudinario activismo social. Esa política, expresada en la figura de Henrique Capriles Radonski, conquistó a seis millones y medio de hombres y mujeres mayoritariamente de las clases populares, que no fueron suficientes para ganarle al gobierno, pero sí para evidenciar el descomunal crecimiento de las fuerzas del cambio y su consolidación como alternativa de poder.

Pero discúlpenme si irrumpo como un aguafiestas frente a ciertas candideces que apuestan a una presunta reconciliación nacional de la mano del reelecto presidente Hugo Chávez Frías. Con éste en la jefatura del estado no sólo no es posible la llamada reconciliación, sino ni siquiera un diálogo serio entre el liderazgo oficialista y el opositor.

Reconciliación no significa, como gustan burlarse desde el oficialismo, que nos agarremos de las manos y saltemos a bailotear la canción del “Puma” José Luis Rodríguez. Se trata de encontrarnos en lo que nos une como venezolanos, aun con nuestras diferencias, de aceptarnos y respetarnos en el plano personal y político por muy diferentes que podamos ser y pensar.

No corresponde a la estructura genética y mental del Presidente reconocer, tolerar y respetar a quienes disienten de su visión de la sociedad y de su concepción de la gestión pública. Para Chávez, la única conciliación posible es la que se basa en la claudicación del adversario a los principios y posiciones políticas propias para asumir como suyas las que disponga el comandante. De eso tenemos muy buenos ejemplos.

De resto, no hay paz ni cuartel para quienes disientan o simplemente se declaren neutrales políticamente. Unos y otros son enemigos e inescapables blancos de guerra en la batalla de insultos, segregación y atropellos que cada día libra el Presidente desde su puesto de comando en Miraflores. Él lo ha dicho con todas sus letras: “El que no está conmigo está contra mí”.

¿Cómo esperar que lidere ninguna reconciliación quien hasta dormido destila odio y agresión? Lo siento mucho, pero ese cuento no me lo creo.

Probablemente existan, pero no conozco a una sola familia que por las diferencias políticas no haya visto fracturada la normal convivencia y hermandad entre sus miembros. Es injusto que para poder reunirse con placidez las familias tengan que excluir tácita o expresamente el tema político de la agenda de conversación. Si no hay diálogo político y reconciliación en el seno de las familias, menos puede haberlo en la sociedad toda mientras la parte que gobierna no abandona el discurso guerrerista, violento y su propósito de liquidar al adversario. A tal grado llega la cosa que ni siquiera en la Asamblea Nacional, donde los diputados están obligados a parlamentar, es posible un debate mínimamente libre, serio y respetuoso.

En la oposición también hay sectores extremistas y ultrarradicales pero por suerte son pocos y de escasa influencia en la conducción política y en el accionar de las fuerzas del cambio. El cuadro en el gobierno es totalmente diferente: son muchos los radicales y poseen influencia suprema en la definición de la política y en la acción oficialista, pues tienen precisamente al Presidente como el ductor y jefe máximo de los ultrosos.

Ojalá me equivoque y el gobierno nos sorprenda con un giro de 180 grados. Si así fuere, yo no tendría el menor empacho en admitir mi equivocación y me disculparía pública y sinceramente. Pero conociendo como conocemos al personaje, esa esperanza no excede el uno por ciento. El restante 99 apunta hacia una profundización de la dividida y enguerrillada Venezuela del siglo 21.

Publicado en el Edición Impresa del Diario 2001
mariovillegas100@gmail.com
Twitter: @mario_villegas

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