Reflexiones para la historia de un venezolano que participo en el proceso de votación en la Ciudad de New Orleans el pasado #7-O. Para los que vivimos esta experiencia fue inolvidable y especial, cargada de emociones fuertes, intensas, de heroísmo, coraje, frustración y resistencia. Aquí también experimentamos que la lucha es desigual, que no estamos lidiando con funcionarios públicos, sino con militantes de partido que tienen el poder y los recursos. Se lograron las elecciones pero el trato del Cónsul fue irrespetuoso y prepotente.
Se cerró el consulado de Miami, no se dio información hasta el último momento sobre el lugar de votación en New Orleans, se alquilo el lobby de un Hall (A), con solo 4 baños portables ( La ciudad de New Orleans dono 8), se puso doble alcabala de chequeo de cedulas hasta as 12 que la cola se desbordo...Trajeron 26 presidentes de mesa y testigos del PSUV con hotel y gastos pagos, además de otros funcionarios del CNE que no pude contabilizar, No se hizo el conteo publico el mismo día porque el contrato con el Convention Center era hasta las 10 pm. El conteo se realizo el día siguiente en la sede del Consulado. Desde las 9 am hasta las 10 pm. María Luz Lara, mi esposa, y otros venezolanos del comando exterior por la Unidad fueron los testigos del proceso. Fue una manera de honrar el esfuerzo y garantizar los votos de los que con tanta ilusión vinieron a votar .
Fue una experiencia para los oídos escuchar pronunciar el nombre de Henrique Capriles 8.449 veces, frente a 51 votos de su opositor (ver tabla de resultados). Curiosamente en New Orleans Chávez obtuvo 8 votos, justo el numero de la gente que trabaja en el Consulado.
Uno de los momentos más frustrantes fue el cierre de la puerta del centro 5 minutos antes de la llegada de los dos últimos autobuses de un grupo de 5 que transportaba personas discapacitadas en sillas de rueda (Ver fotos y material anexo). Se presento un altercado con un funcionario cuando este tomo la decisión, ordenada por el Cónsul, de cerrar la puerta del Centro. Una persona, queriendo impedir el cierre de la puerta, empujo a un funcionario. No había gente esperando, pero se le dijo que estaba llegando el autobús y que era parte del grupo de los que estaban dentro votando, que el retraso se debía a que eran discapacitados y tardaba tiempo subirlos y bajarlos. No valieron los argumentos. Ya estaban los ánimos caldeados y el Cónsul solicito la protección de la policía local y declaro el Centro en estado de emergencia. 12 personas en sillas de rueda estuvieron esperando por un tiempo mientras se negociaba con el Cónsul para que al menos dejaran pasar a estos 12 ciudadanos, aunque se quedaran otros 100 sin votar.
Ver a una abuelita de 94 años, un amigo mutilado, unos jóvenes parapléjicos y otras personas mayores fue conmovedor. Su nobleza, solemnidad y compostura hubieran conmovido a cualquiera con cierto grado de sensibilidad humana. Al final, entre lagrimas y abrazos, recibimos lecciones de sabiduría: "No se preocupe mi hijo, hicimos el esfuerzo". "Gracias mi hijo por todo lo que han hecho"...Les cantamos el Himno Nacional, les dijimos que su testimonio y coraje no se perdían, que eran un ejemplo para nosotros, que su voto fue de "otro" nivel. Intentamos reciclar el momento, para no quedar intoxicados de frustración y rabia.
En la calle, ya de noche, cuando escuchamos el primer boletín, presencie tres reacciones significativas de la variedad emocional de este momento que seguramente les son familiares: 1) Una joven dijo "Yo no vuelvo a votar mas nunca, siempre pasa la mismo". 2) "No podemos sacar a un dictador con votos...." 3) Una persona mayor: "En política no hay derrotas definitivas, estos es un proceso largo, no hay que tirar la toalla".
Termine el día agotado, pero con el gozo de haber servido con entusiasmo y dedicación a la gente que estaba realizando un esfuerzo extraordinario cargado de ilusiones y esperanzas. No pensé en fraude, pero si en el abuso de poder y lo viciado del proceso electoral; la irracionalidad y ceguera que genera el poder cuando se utiliza al servicio de parcialidades ideológicas; sentí el dolor de una patria dividida en dos grandes bloques. Sentí las ganas de reducir las cosas a blanco o negro, de ser reduccionista, de etiquetar...es lo más fácil para apaciguar la necesidad de control y claridad que tenemos sobre las realidades complejas. Hoy me reconecto con la esperanza, después de haberme acompañado por un tiempo en la rabia y la tristeza. Hoy me abro confiado a lo desconocido del futuro que sigue ofreciéndonos múltiples oportunidades para seguir aportando y creando, una forma de mantenerse joven. Creo que puedo seguir ofreciendo lo que soy para dejar a Venezuela mejor para los que vienen. Sé que no es posible argumentar para convencer a otros, solo cuento mi experiencia y como la estoy procesando. Hoy también entiendo, que aunque la realidad es como es, mis decisiones ante ella son opcionales. El problema no es el problema, sino como lidio con el problema... En los estados depresivos hay algo de decisión personal....No estás deprimido, estas distraído decía el poeta Facundo Cabral.
Tanto en la política como en las relaciones de pareja, hay razones para separarse o divorciarse. Cualquiera de las decisiones es personal y respetable, pero al final es una decisión, seguir o no seguir. Decido seguir apostando por un futuro mejor, aunque no lo vea claro, acepto los retos de la incertidumbre con fe, que es otra decisión.
Un abrazo cordial para todos.
Ricardo Márquez
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