Carlos Armando Figueredo Lunes, 29 de octubre de 2012
Es
deber de la MUD, ante las próximas elecciones de gobernadores en diciembre,
informar a los electores sobre todos los abusos permitidos por el CNE,
denunciarlos pero advirtiendo a los electores que, a pesar de todos esos abusos
hay que votar masivamente
Para muchos Estados democráticos el
reconocimiento de la naturaleza democrática depende, en muy alto grado, de su
legitimidad de origen. La carencia de legitimidad en el ejercicio del gobierno
sólo preocupa a esos países cuando la naturaleza autócrata, totalitaria y hasta
tiránica, afecta los intereses económicos y/o geopolíticos de esos Estados
democráticos.
Para esos Estados, la legitimidad de
origen es la que proviene de elecciones. Desgraciadamente no toman en cuenta el
hecho de que los organismos que rigen las elecciones actúen de forma tal que
esas elecciones sean justas, transparentes y sin aceptar presiones de ningún
tipo de los gobiernos. Una elección no es justa ni transparente por el simple
hecho de que no sea posible alterar los resultados de los escrutinios ni de las
totalizaciones. Es condición sine qua non de una legitimación de origen que en
el proceso electoral haya un tratamiento igual para todos los candidatos
postulados para los cargos de elección; que los organismos electorales –sobre
todo los supremos – estén constituidos de forma tal que ninguna parcialidad
política los controle a su antojo; que no se permita que el gobierno, con todo
su poder, apoye ilegalmente a su candidato o sus candidatos; que el registro de
electores sea confiable, no sujeto a alteraciones que favorezcan a un sector;
que el financiamiento de las campañas electorales esté sujeto a control no sólo
en el caso de las campañas de oposición sino, sobre todo, en el de las
oficialistas; que no se limite el ejercicio del voto por parte de los
ciudadanos residentes en el extranjero; que no se cambien las reglas a
destiempo, fuera de los lapsos legales, para favorecer a un sector.
En los Estados democráticos hay
numerosos organismos electorales que sí cumplen con esas condiciones.
Desgraciadamente, en otros Estados que algunos consideran “democráticos” por el
solo hecho de que tienen elecciones, los organismos que las rigen no cumplen
con las condiciones. Casos típicos, entre otros tantos, son los de Bielorusia y
Venezuela.
El Consejo Nacional de Venezuela no es
imparcial, no es autónomo ni independiente. Está constituido por cinco
rectores, de los cuales cuatro pueden considerarse como fichas del gobierno y/o
de su partido. Esa mayoría oficialista toma decisiones, fija reglamentos,
administra el proceso favoreciendo al gobierno y su partido. No permite que se
sepa cómo se forma el registro electoral ni el registro de identidad que le
sirve de base. No hace nada por controlar la emisión de cédulas de identidad a
personas que no reúnen las condiciones legales para obtener la ciudadanía.
Nombran a casi todos los representantes del CNE en los centros de votación
escogiéndolos entre miembros del partido de gobierno o personas cuya fidelidad
al gobierno fuera indudable y que se toman atribuciones que sólo corresponden a
los miembros de las mesas. En las elecciones presidenciales limita el tiempo de
propaganda en radio y televisión del candidato de oposición a 3 minutos diarios
pero permite que el tiempo del candidato del gobierno prácticamente no tenga
límite. Permite propaganda del candidato del oficialismo en los organismos
públicos, en violación de la Constitución y de la ley, pero llegó incluso a
pretender que el candidato de la oposición no usara la gorra con la bandera de
Venezuela. Se hace la vista gorda en los casos en que la Guardia Nacional, como
integrante del Plan República de custodia de las elecciones, favorezca a los
que se consideren electores pro gobierno. No permite que haya observación de
organismos internacionales.
Durante la campaña de la reciente
elección presidencial, hubo muchos que criticaron a la MUD ante el hecho de que
considerara que no podía haber fraude en la emisión el voto, en el escrutinio y
en la totalización, pero que no reclamara con energía las otras trampas del CNE
violatorias de las condiciones de justicia, transparencia e imparcialidad por
temor a que creciera la abstención entre los electores de la oposición.
Es deber de la MUD, ante las próximas
elecciones de gobernadores en diciembre, informar a los electores sobre todos
los abusos permitidos por el CNE, denunciarlos ante los organismos competentes,
pero advirtiendo a los electores que, a pesar de todos esos abusos, de todas esas
ventajas para el gobierno, como se sabe que no es posible alterar los
resultados, hay que votar masivamente por los candidatos de la oposición unida
a las gobernaciones y a las asambleas legislativas. Si la abstención se reduce
a muy bajos niveles es como podemos asegurar que se retengan las gobernaciones
actualmente en manos de la oposición e incluso se ganen otras.
La única arma que tiene la oposición
democrática para evitar que Venezuela se convierta en otra Cuba es el voto.
figueredo.carlosar@gmail.com
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