Por María José Ovalles, 19/02/2015
Premio del Público en el Concurso Cartas de Amor de Mont Blanc 2015
Querido piso de Maiquetía, Ya tienes 36 años. Te cuento que eres
famosísimo. Diariamente apareces en decenas de fotografías aunque normalmente
no colocan tu nombre completo en ellas, la verdad no sé si es porque no lo
saben oCromointerferencia de color aditivo es muy largo para un Hashtag.
He estado recordando lo feliz que era cuando nos encontrábamos por allá
en los años 90. Verte era asociarte directamente con cosas felices: Correr más
rápido para ver cómo se movían tus colores o dar vueltas junto a mi hermano
hasta marearnos. Me encantaba oír el traca-traca-traca de tus mosaiquillos
cuando pasaban las rueditas de mi maleta o subir a la terraza abierta para ver
a los aviones llegar y que la brisa marina y calentita empegostara mi cabello.
Hace 24 años te asociaba con la llegada de mis tíos de España y con
mucha ansiedad para encontrar sus caras en inmigración antes de que salieran.
Hace 24 años te asociaba con viajeros que llegaban con regalos para mí o sabía
que verte era salir de paseo con toda mi familia a ver a Mickey o a
Chip&Dale mis personajes favoritos. Sí, hace 24 años las cosas eran
bastante diferentes.
Hoy tus 2.112mts2 muestran tu desgaste, tus fracturas y tus fisuras… Ya
sé que no es cortés decirle eso a alguien pero es que al transitar por tu
pasillo es eso justamente lo que se siente… Hoy te has convertido en un ícono:
Eres la foto cliché de las despedidas, eres el arte pop que representa la
emigración de este país; la fuga de cerebros. Eres el camino de regreso que
recorren los padres que se despiden de sus hijos esperando que les vaya mejor
lejos de su hogar, mientras su corazón se siente igual que tú cuando se te caen
los mosaiquillos.
Hoy ya no te asocio con recuerdos felices, los adjetivos más positivos
que podría darte son esperanza y agridulce. Evidentemente nada de esto es tu
culpa. No es tu culpa que ahora parezcas una zona de guerra con militares
armados hasta los dientes cuando todos sabemos que los narcotraficantes y los
maletines llenos de dinero viajan desde otros terminales y no desde este
aeropuerto policromático. No es tu culpa que cada vez que vemos a un extranjero
allí provoque adoptarle, decirle que se cuide y que vaya directo a Canaima y no
pase por Caracas. Tampoco es tu culpa que no haya presupuesto para restaurarte
y de que al maestro Cruz-Diez le duela que su obra sea usada para las
despedidas. Sofía Imber dice que una buena obra es aquella que te remueve el
alma, entonces debes ser la mejor obra del mundo ¡porque vaya que la remueves!
Pero no es por eso que te escribo…
Querido, hoy te escribo porque aunque extraño esos tiempos en los que
nos conocimos, tu naturaleza cinética me recuerda que todo pasa. Pasa lo bueno
y pasa lo malo y eso me da la certeza de que muy pronto otra generación te
asociará con recuerdos felices y te redescubrirán mientras corren y sus
rueditas suenan traca-traca-traca. Te escribo porque a pesar de que a veces te
he dicho con ganas de llorar que te detesto, la verdad es que es un orgullo que
seas tú quien recibe a quiénes llegan o vuelven a este maravilloso país. Te
escribo para agradecerte por tantas lecciones y por tu compañía en estos
tiempos difíciles. Te escribo para decirte que estés preparado porque viene una
nueva era para Venezuela y más vale que estés allí para que la celebres y le
des más color a esa luz.
Te quiere,
María José Ovalles (la exniña de cabello empegostado de brisa marina)
María José Ovalles Vásquez,
Blogger de http://usuariopublico.blogspot.com
Comunicadora Social. MBA en empresas culturales. Aprendiz.
Tomado de:
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