Por Candela Duato, 26/10/2015
La distancia es saber valorar un café con tu gente. Con los de siempre.
O una cerveza al sol. Es echar de menos pequeños detalles y anécdotas que
estando cerca de los tuyos no extrañarías tanto. Es saber a qué sabe un abrazo
de bienvenida, aunque sólo sea por unos días. Y que ese sabor se convierta en
tu favorito.
O que las despedidas se conviertan en el sabor más amargo que jamás
probaste.
La distancia es plantarle cara al mundo un día, hacer las maletas e
irse. Es no saber muy bien lo que haces hasta que pasan unos meses. Y cuando
empiezas a ser consciente de la decisión que tomaste, seguir adelante. Porque
sí. Con un par de cojones. Porque la distancia es eso, arriesgarse. Tener
valor. Jugársela sin estar seguro nunca. Tener un pie en un sitio y otro en el
otro. Es muchas veces tener una lucha interior entre tus sueños y tus
sentimientos.
La distancia es tener días en que deseas poder teletransportarte, incluso
más que cuando eras pequeña. Y confiar en que, algún día -sin
saber cuándo, ni cómo- sea posible. Porque aunque tu cabeza te diga que es
imposible, las ganas pueden más que otra cosa.
La distancia son las sorpresas y los detalles. Son las notas de voz
eternas, la diferencia horaria, los cumpleaños por Skype y los mil “te echo de
menos” por whatsapp. Es acordarse de otra persona al ver o escuchar cualquier
cosa, y no poder evitar enviárselo. La distancia es asumir que eres la amiga
que nunca está y que tu madre tenga que asumir que eres su hija invisible, que
eso cuesta un poquito más…
La distancia es aprender a vivir por uno mismo, a simplemente ser. Es
pasar días muy malos y días muy buenos. Días de querer dejarlo todo y días de
querer quedarse ahí para siempre. Es sentirse completamente solo y de golpe
darse cuenta de que tu gente está ahí, aunque sea lejos. Y aprender que eso
significa que NUNCA estarás solo, porque a veces el corazón va donde la voz no
llega.
Porque la distancia separa cuerpos, no corazones. Y desde luego no lo
ha conseguido con los nuestros, queridos amigos. Sepan que de 365 días, los
necesitamos 366. Que se nos parte el alma cada vez que sabemos que alguno de
ustedes no está en un buen momento y no podemos estar a su lado; y que tratamos
de llevar la distancia lo mejor que podemos.
A todos aquellos que están lejos: sigan siendo tan valientes como hasta
ahora.
Y a nuestra gente que está en casa esperándonos: estamos deseando
verlos. Preparen sus abrazos, los necesitamos.
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